Eusebio Peñalver, estuvo 28 años preso en Cuba

Written by Alvaro Alvarez

27 de mayo de 2025

Por Álvaro J. Álvarez. Exclusivo para LIBRE

Eusebio de Jesús Peñalver Mazorra, nació el 1º de julio de 1934 en el Reparto Maidique de Ciego de Ávila. Su padre Eusebio y su madre Valeriana. Su familia era pobre, cuatro hembras y dos varones, siendo Eusebio el mayor de todos.

La primera enseñanza la cursó en la Escuela José de la Luz y Caballero en Ciego de Ávila, después pasó al Instituto de Segunda Enseñanza y por razones económicas lo tuvo que dejar cuando estaba en 4to. Año.

Siempre fue un revolucionario y rebelde de raza negra, en 1956 creó una organización clandestina antigubernamental y se unió a la resistencia contra Batista.  

La situación política le hizo romper muchos planes e ideas maravillosas que normalmente la juventud siempre tiene. Fue uno de tantos que sus ideas fueron más tarde destruidas y que nunca llegaron a culminar. Tuvo que abandonar los estudios y comenzar a trabajar, pero matriculó por la noche contabilidad en la Escuela Superior de Comercio de Camagüey.

Cuando en 1956, después de fracasar varios intentos de democratizar el gobierno impuesto el 10 de marzo de 1952, se conspiraba donde quiera, él también formó partido en aquella contienda del lado que le dictó la razón o por lo menos así lo creyó. 

Se alzó en septiembre de 1958 con la columna # 8 Ciro Redondo durante su paso por la provincia de Camagüey hasta llegar al Escambray y cuando finalizó el conflicto al huir Batista ya había alcanzado el grado de teniente. 

Y llegó el año 1959, joven y suboficial del naciente ejército rebelde, creía tener las puertas abiertas, para por medio de los libros encontrar un destino mejor. Eusebio pensaba que sí, que ese mejor destino lo hubiera podido encontrar. 

Pedía se le entendiera que, al proceder de una familia pobre, asistir a esas escuelas y en contadas veces sólo había tomado por la mañana un poco de agua con azúcar caliente y un pedazo de pan. Pero para encontrar ese destino mejor, tenía que vender su alma al mismísimo diablo que aquí en esta tierra, son Castro y el comunismo.

Tan pronto se percató de aquel engaño comenzó de nuevo la lucha. Las opiniones democráticas y anticomunistas de Peñalver desde un principio lo pusieron en conflicto con el gobierno. Acusó a FC de engañar al pueblo y decidió continuar la lucha por la democracia constitucional contra la nueva dictadura.

El MRR era por aquel entonces, el movimiento que más ayuda recibía de la CIA y por ende el de más recursos disponibles. Intentando suministrar a los focos guerrilleros, el MRR estableció contacto con Sinesio Walsh Ríos (excapitán de la lucha contra Batista que había dirigido una guerrilla en El Escambray en 1958) y con Eusebio Peñalver Mazorra, quien había sido teniente de la tropa de Guevara, pero ahora formando fila en el (MIRR) Primer Frente Nacional del Escambray comandado por Sinesio Walsh Ríos.

Estos dos combatientes habían establecido un campamento en Nuevo Mundo, cerca del poblado de Veguitas (13 km al sur de Manicaragua) en plena Sierra del Escambray, donde intentaban apertrechar una nutrida columna guerrillera, antes de entablar combate contra los castristas.

A la guerrilla de Walsh y Peñalver se les unieron los oficiales del Ejército Rebelde: Joaquín Membibre Vázquez, Vicente Méndez y Diosdado Mesa que se habían alzado el 5 de julio de 1960 en Camajuaní, Las Villas.

Lograron obtener por vías clandestinas una ametralladora calibre 30 y más de 40 armas que fueron transportadas al Escambray por el pediatra el Dr. Orlando Bosch Ávila (1926-2011).

Luego estando Walsh con un grupo en una reunión secreta en una finca del barrio Mundo Nuevo con el fin de recolectar más armas para su guerrilla, fueron sorprendidos y capturados el 10 de octubre de 1960. Fusilado en La Campana junto a otros cuatro a las 8 de la noche del 12 de octubre de 1960. 

El 3 de diciembre de 1960, Castro envió 60,000 milicianos al Escambray en la primera de dos grandes operaciones conocidas como “limpias”, destinadas a rodear, capturar o matar a los rebeldes.

Al ser Peñalver su segundo, entonces tuvo que tomar el mando de la guerrilla, pero pocos días después también fue capturado y en un juicio celebrado en el cuartel Leoncio Vidal de Santa Clara fue condenado a 30 años de trabajos forzados en el presidio de Isla de Pinos.

Estuvo en prisión durante 28 años. En Cuba, todo el mundo tiene que cumplir 12 meses por cada año de condena, mientras que hay lugares donde solo se cumple un promedio de 9 meses por cada año.

Se puede decir que su caso fue algo raro, pero no el único (hubo otros pocos alzados), porque se suponía que la mayoría de los de la raza negra apoyaban la Revolución.

Peñalver siempre que pudo utilizó como su arma predilecta la ametralladora Thompson, como aparece en la fotografía junto al comandante Joaquín Membribe Vázquez.

Las personas que conocieron a Eusebio Peñalver notaron que él libró la guerra sólo contra las fuerzas armadas enemigas y no practicó la violencia contra civiles, ni siquiera contra activistas comunistas. Cabe señalar que este tipo de acusación no fue presentada contra Peñalver por parte de los acusadores. Sus partidarios explicaron esto por rasgos de carácter como “la caballerosidad, el buen carácter y el sentido del humor”. 

Se cree que escapó de la ejecución debido a su raza ya que las autoridades consideraron que la ejecución de un negro era perjudicial para la propaganda.​ Cumplió condena en varias cárceles como la Isla de Pinos, en La Cabaña y en Boniato. Pasó 10 años en una celda de castigo cerrada para 110 personas. Posteriormente, Peñalver habló de condiciones extremadamente difíciles, abusos a los presos, trabajos forzados, torturas físicas y mentales. ​

Peñalver alegó que durante su estancia en prisión “sufrió las más brutales torturas como consecuencia de un acoso continuo durante las 24 horas del día y los siete días de la semana” y que esas torturas le permitieron construir un escudo de resistencia viril como un plantado. Peñalver pertenecía a la categoría de los plantados, que boicoteaban el adoctrinamiento, saboteaban el trabajo forzoso y eran sometidos al trato más duro.​

En una entrevista en 1999 con Associated Press (AP), definió a un plantado como una persona que planta firmemente sus pies mientras lucha por la libertad y la democracia en Cuba. 

A continuación, parte de lo que contó entre sus vivencias carcelarias durante aquellos 28 años:

“Contar todos los atropellos y violaciones a los derechos individuales que vi sería pedirle demasiado a mi mente. El primer hombre que vi dejar morir en prisión fue al ex- capitán de la policía de Batista llamado el gallego Manteira. No supe cuál fue su enfermedad, pero sí vi su sufrimiento y las autoridades no le brindaron ningún tipo de asistencia médica. Ese fue el primer contacto que tuve en lo que después sería mi diario que hacer de muchos años con la brutalidad desnuda. Fueron muchos los años y se me borran muchos nombres, aunque no los hechos. La soldadesca en Isla de Pinos, los primeros años creían resolver todos los problemas a tiro limpio. 

El 17 de abril de 1961, a las 6:00 am, dos B-26B de La Brigada 2506, uno matrícula FAR 930, tripulado por Marcos Cortinas y Salvador Miralles y el otro FAR 985, por René García y Luis Ardois le dispararon y hundieron al patrullero escolta PE 203 Baire, que se hallaba fondeado frente a Playa Colombo, en inmediaciones de Nueva Gerona. 

Como represalia abrieron fuego contra las circulares, lugar donde malvivían más de 5,000 hombres. 

Los heridos fueron bastantes y dentro de ellos el joven matancero Rodríguez Gutiérrez, recibió el impacto de una bala debajo del ojo derecho y perdió la movilidad del brazo derecho, porque hasta allí la bala había interesado. 

El 25 de julio de 1961 ante la protesta de un gran número de prisioneros para que no se llevaran a cuatro compañeros presos para la celda de castigo, se originó una balacera contra las Circulares 1 y 2, es decir, los edificios donde estaban los presos, balacera tal, que en muy pocos combates de los que participé se tiraron tantos tiros como aquella noche. 

El tiroteo fue tan grande, que cuando pudieron apaciguar a aquellas bestias, el castrista director del penal Julio Torrado, le dijo al mayor de la circular # 1, el preso Félix Aspúrua Miñoso, que los muertos los dejara en el lugar donde habían caído y que se iba a curar los heridos. Hubo más de 100 heridos, Luis Rojas, fue uno de los heridos de más gravedad, así como el Dr. Pedraza, quien recibió tres impactos de balas bastante serios. Rojas quedó cojo.

Se habla mucho de las torturas físicas, aunque todavía no se ha hablado lo suficiente, ni se podrá hablar jamás de tanta miseria humana, falta de hombría, falta de valor y la falta de sensibilidad en nuestros doctores. 

Quiero, aunque sea una línea, hablar del caso de la dinamita y el TNT. Cuando comenzó la invasión de Girón, los comunistas llenaron el túnel debajo de las circulares con dinamita, 4 o 5 meses después, sacaron esa dinamita y comenzaron a perforar los cimientos de aquellos enormes edificios circulares. A una distancia de 3 pies de uno a otro enterraban en los abiertos cimientos una barra que parecía un ladrillo de TNT con su detonador colocado. Sobre ese colchón de TNT listo para explotar, estuvimos más de 2 años.

La humanidad se habrá preguntado ¿cuántos hombres de los casi 6,000 que sufrimos la odisea todavía hoy, 30 años después continúan afectados de los nervios? La tortura es terriblemente mala, pero le dan al torturado un tiempo; pero esta tortura que fue de 24 horas diarias por más de dos años. Los tribunales comunistas echaban una cantidad de años a cumplir y la coletilla era sanción que debían cumplir con trabajos forzados en el presidio de Isla de Pinos.

En el año 1964, después de un ensayo, los castristas prepararon las condiciones de seguridad y pusieron en marcha el trabajo forzado bajo el nombre tétrico de Plan Especial Camilo Cienfuegos (junio 1964 hasta marzo de 1967, casi 3 años). 

No hay palabra para describir tanta vileza, tanta canallada, tanto bochorno humano. El Plan Camilo, según el pensar de los comunistas, sería la culminación de su obra en Cuba, venciendo todo tipo de resistencia en aquellos famélico y atrevidos contrarrevolucionarios. Ellos estaban decididos a sangre y fuego terminar con cualquier intento de resistencia y con esa mentalidad comenzó el fatídico plan de trabajo forzado. 

Ernesto Díaz Madruga, fue el primer mártir del trabajo forzado. Julio Tan Texier, el chino Manrique, Luis Paulo y así la lista sería interminable. Estas bestias son los monstruos actuales del planeta Tierra. 

Ellos nos hicieron comer hierba, nos sumergieron en aguas albañales (en la horrible mojonera) las bayonetas nos herían y golpeaban con maderos enormes hasta que los huesos crujían para gozo de la enajenada soldadesca. 

Aquí no se puede mentar nombres, de cada diez expresos por lo menos ocho sufrieron golpizas. No es fácil llevar con orden tantas barbaridades, ya lo he dicho en otros momentos, tal parece que hasta la propia memoria hace un rechazo a tanta brutalidad.

El septiembre negro, en la cárcel de Guanajay, ha pasado al recuerdo de los presos que nos encontrábamos allí. Nos sacaban en pequeños grupos de ocho a diez y nos ponían hasta cinco soldados para cada uno de nosotros.

Desde que entrábamos al salón de las visitas, aquello parecía un infierno. Waldo Muñoz Fraga, Armando Young Martínez, Miguel Groero Morales, Heriberto Pérez Roque, José Manuel del Pino González, Miguel Cantón Gómez, José Alfredo Mustelier Nuevo, Santamaría, Federico Rodríguez Ávila, Gustavo Arece, Sergio Montes de Oca, René Cruz Cruz, Pedro Duarte Dadell, etc. la lista sería interminable de los que salieron con cabezas y/o bocas rotas, rostros chorreando sangre, brazos, clavículas o tobillos descompuestos, costillas rotas, etc.

Toda esta bestialidad fue motivada por negarnos a desnudarnos por completo a las tan a menudo requisas que la dirección del penal efectuaba.

La experiencia obtenida durante casi 20 años en las prisiones políticas cubanas, la quisieron poner a prueba con un grupo de 204 hombres en la prisión de Boniato, después, de los indultos de 1979. Estábamos alejados cientos de kilómetros de nuestros familiares, sin ropa, sin visitas, sin asistencia médica, tapiados, con una plancha de acero de 1/4 de pulgada que obstruía por completo las ventanas y otra plancha similar en la puerta con pequeña abertura para que pudiera entrar un pequeño plato de aluminio donde nos servían los alimentos. 

Para los que habíamos padecido con antelación al famoso Boniatico, todo era pálido ante esta cruel realidad que se nos vino encima, cuando ya prácticamente la mayoría de los presos de nuestra época los habían puesto en libertad mediante el indulto del famoso diálogo con la comunidad cubana del exterior. No sé porque a mí se me ocurre pensar que nuestro traslado hacía Boniatico fue una aventura loca y descabellada de los rojos comunistas.

Nunca como antes los presos tuvimos que estar más unidos y ser más comprensivos los unos con los otros. Boniato fue donde pusieron en práctica un plan donde teníamos que ponernos de pie cuando venía el conteo de los reclusos. La negativa a tal medida no se hizo esperar, pero la contramedida tampoco. A las 6:00 am y a las 6:00 pm, una compañía de militares dividida en tres grupos avanzaba hacia los pabellones donde se encontraban los revoltosos según ellos. Las actividades del hospital del penal se detenían para cualquier otro caso, esperándolos nuevos heridos por los golpes recibidos en el estómago que eran los mismos de la mañana o de la tarde anterior. etc., mientras dos o tres militares los sujetaban por los brazos y los otros los acribillaban a trompones, a palos, a cabillas hasta dejarles prácticamente durmiendo en el suelo.

Vi tantas cosas, hay tanta brutalidad que contar, que muchas veces nos da pena pensar esos monstruos estuvieron habitando calladamente bajo el mismo cielo. 

El cerebro se resiste a creer que fue verdad que, a José Oscar Rodríguez Terreno, conocido por “Napoleoncito” le dieron un tiro porque el cabo Edel, le dio la gana de darle ese disparo. Que a Juventino Almeida Avilés, le dieron plan de machete hasta que el pellejo le saltó como si fuera una fruta podrida, que Antonio Rodríguez Hurtado más conocido por “Mil Pico”, parecía una momia por la cantidad de esparadrapo que le pusieron por los muchos cortes de bayoneta, que le dieron en su cuerpo que, a Justo Amaro Balado, cariñosamente conocido por el Bombín Capitalino, también le hayan baleado porque el jefe de la brigada le dio la gana, así Elío Capote Corcho, también fue baleado por el cabo Charón. Este miserable estuvo en varias brigadas y tiene triste reputación. Una mañana le dio planazos a Máximo Peláez Zabala, un hombre mayor, de débil constitución física. Todavía me parece estar mirando aquel rostro con la mirada perdida y los puños cuando exclamó una maldición desde lo más hondo de su ser. Así malvivieron los presos políticos cubanos, prácticamente hasta la recta final. 

Cuando nos sacaron de Boniatico, quedábamos 36 y nos trasladaron para el Combinado del Este, en La Habana, donde había 50 más o menos.

Un día Onofre Pérez, haciendo un huequito en el techo, porque tenía una gotera que caía sobre su cama, se encontró con un micrófono. Aquello cayó como una bomba entre los presos. Ernesto Díaz Rodríguez, logró sacar dos de ellos que pudieron llegarle al Comité Cubano Pro Derechos Humanos, presidido por Ricardo Bofill, para que fuera enviado a la Comisión de Derechos Humanos, en Ginebra, presidida por el expreso Armando Valladares como prueba irrefutable de violación a la privacidad de los presos.

Otro micrófono fue presentado por el plantado José Pujals Mederos, liberado después de 27 años de cárcel, en agosto de 1988, en un acto celebrado en los salones de Of Human Rights, organismo de Estados Unidos presidido por el viejo luchador Frank Calzón.

Finalmente encontramos 17 micrófonos y de esa forma pudimos probarlo. 

A los dos días nos anunciaron que nos iban a trasladar para el cuarto piso del edificio #3 porque nosotros vivíamos en el edificio #1. Ya ellos habían fracasado en tres requisas (se le llama así cuando entraban, nos sacaban y comenzaban a registrarlo todo). En aquellos momentos quedábamos 39 y a las 4:00 pm comenzó el traslado. La distancia para recorrer era aproximadamente 300 metros, teníamos que dejar todas nuestras pertenencias para ser requisadas, trajeron 6 autobuses para conducir a 39 reclusos al otro edificio. 

Desde que vimos esa cantidad de autobuses supimos que iba a haber problemas, pero no sabíamos cómo se iba a presentar la cosa. Los autobuses mantenían una prudencial distancia uno de otro y también iba una patrulla militar. El primer autobús se detuvo en una entrada del costado que tiene el hospital del Combinado y sacaron al primer preso, este era Enrique García Palomino, que trató de gritar algo, pero los guardias se le echaron encima tapándole la boca y lo introdujeron en un auto que había allí y lo llevaron para el edificio #3. ¿Cuál era la intriga?, Evitar que ni un solo micrófono pudiera salir de allí. 

En el hospital habilitaron 3 departamentos (cubículos), en el #1, te revisaban la garganta, los oídos (los micrófonos cabían bien dentro de la oreja), terminada esta inspección pasabas al segundo cubículo que era de ortopedia, para ver las manos, las axilas, las corvas, etc.

En estos dos cubículos había muchos militares, pero donde hubo más fue en el salón de los rayos X, al final y para hacer subir al preso sobre la mesa, tenían que usar la fuerza y la usaron. Era increíble la cantidad de guardias para mantener al recluso esperando el disparo de la placa. Cuando revelaban estas placas, él que tuviera algo en sus testículos le arrancaban el calzoncillo y te quitaban el objeto en cuestión.

Onofre Pérez, Luis Zúñiga, Ángel Luis Argüelles y dos más que no recuerdo ahora, se tragaron los micrófonos que vieron en la radiografía. Allí había dos galones de aceite de ricino que le echaron en un vaso, pero como ellos no abrían la boca, hicieron tomar un poco pinchándoles las encías con un tenedor y le introdujeron una buena dosis de Aceite de Ricino. Después los metieron en un cuarto con más de 5 guardias, para defecar en el piso y así poder encontrar los famosos micrófonos.

Desde que llegamos al Combinado del Este el 10 de enero de 1977, procedentes de La Cabaña, siempre nos hicimos la idea que en el Combinado había micrófonos, pero no había nada firme. 

Gracias a la feliz premura de Ernesto Díaz, el embajador Armando Valladares, pudo demostrarle al mundo que Cuba no ha cumplido jamás con ninguno de los artículos de la Declaración de los Derechos Humanos.

El gobierno comunista de La Habana ha estado y aún lo hace, burlándose de todos los países y organismos que componen la Comisión de Derechos Humanos, pero lo más triste del caso es que sabemos perfectamente bien que todos esos gobiernos y organismos conocen bien esa burla y no hacen nada para evitarlo, y el monstruo sigue asesinando sin ningún tipo de consideración.

La Federación Mundial de Ex-Presos Políticos Cubanos a través de su secretario Guillermo Estévez, en múltiples ocasiones brindó informes con testigos de diversos crímenes de lesa humanidad cometidos por Fidel Castro contra ciudadanos cubanos. También es bueno aclarar que son innumerables los casos en que nadie ha sobrevivido y que no ha quedado ni un solo testigo y las víctimas sólo aparecen con el nombre de “desaparecido”. Los documentos enviados al relator para Cuba de los Derechos Humanos contienen muchos casos de esos “desaparecidos”, aunque solo son aproximadamente el 15 % de los crímenes cometidos.

Finalmente, en octubre de 1988, Peñalver fue sacado del Combinado del Este hacia el aeropuerto José Martí en Rancho Boyeros y entregado a una funcionaria de la Sección de Intereses de los EE. UU. 

Durante el corto vuelo a Miami su mente pasó por los 28 años de prisión, ¡cuántas prisiones! El Nicho, el Batey de la Guardia, Topes de Collantes, los dos días esperando el juicio en la sala de teatro del Regimiento Leoncio Vidal de Santa Clara, el Castillo del Príncipe, Isla de Pinos, el Cinco y Medio, la cárcel de Camagüey, Boniato, Guanajay y La Cabaña. 

En 1975, pasó 105 días en el tenebroso Cuartel General de la Seguridad del Estado. De allí para La Cabaña nuevamente, el Combinado del Este y más tarde para Boniato. En esta ocasión fue cuando se instituyó el nombre de Boniatico, donde estuvieron ocho años un grupo de presos (castigados) sin ver la luz del sol y al final, el Combinado del Este.

Al llegar a tierras de libertad, Eusebio Peñalver se opuso tajantemente al gobierno de Castro y pidió el fin del tirano, acusándolo de dictadura terrorista y de la destrucción del país, lo comparó con Adolf Hitler, Benito Mussolini, Iósif Stalin, Mao Zedong, Idi Amin y Pol Pot.

Luego de unos pocos días en Miami, se estableció en Los Ángeles, donde comenzó a militar en la Asociación LIPREPROC, una las asociaciones de que se compone la Federación de Expresos Políticos Cubanos. Estuvo trabajando en esa asociación para tratar de recompensar en algo a aquellos hermanos que, como él, venían a estas tierras con las manos vacías y para brindarles un poco de calor humano. El creador de esa asociación fue el también expreso el pinareño René Cruz Cruz, un gran hombre.

Peñalver presidió LIPREPROC durante dos años, después fue delegado a la Federación Mundial de Presos Políticos Cubanos en California hasta que le pidieron venir a vivir a Tampa. 

En enero de 1992, fue elegido Presidente de la Federación.

En 1996, el empresario cubano Leopoldo Fernández Pujals, nacido en La Habana en 1947, quien era sobrino de Elena Mederos y del expreso José Pujals Mederos, decidió fundar y apoyar financieramente, Plantados, una organización para denunciar la realidad del sistema carcelario castrista. 

Los expresos fundadores fueron: Ángel de Fana (20 años y 7 meses), Mario Chanes de Armas (30 años, la mayor condena política del mundo), Eusebio Peñalver Mazorra (28 años) y Ernesto Díaz Rodríguez (22 años). 

Inmediatamente comenzaron a trabajar, a encontrarse con la gente en muchos países del mundo, a contar en todas partes sus experiencias y la realidad cubana. 

Castro lo acusó en 1999 de planear un intento de asesinato del dictador venezolano Hugo Chávez Frías, Peñalver negó las acusaciones. 

Eusebio Peñalver murió el 12 de mayo de 2006 a los 71 años. 

El presidente George W. Bush, calificó al fallecido como “un patriota cubano y un ejemplo de valiente resistencia a la tiranía”. 

El viernes 5 de febrero de 2010 a las 10:30 am el comisionado Javier Souto le rindió tributo a la vida de este prisionero político, nombrando la Avenida 112 desde Coral Way hasta la calle 32 del Suroeste, “Boulevard Eusebio Peñalver”.

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