Por: Álvaro J. Álvarez
Eugenio Rayneri Piedra nació en La Habana el 26 de enero de 1883. Su padre también arquitecto e ingeniero civil, Eugenio Rayneri Sorrentino, su madre Mercedes Piedra Rodríguez.
Su hermano Virgilio Rayneri Piedra era ingeniero civil graduado de Notre Dame en 1906. Se casó con Ana Celia Andreu y de los Reyes Gavilán. Tuvieron tres hijos: Virgilio, Lydia y Celia Rayneri y Andreu.
Su hermana Laura Rayneri Piedra, una destacada pianista concertista y presidenta de la Sociedad Cubana Pro-Arte Musical. Se casó primero con José Arrechavala y en segundas nupcias con el contador Matías Alonso Reverón, los padres de Fernando (1914-2013) y Alberto (1917-2007) Alonso Rayneri, ambos destacados bailarines, coreógrafos, maestros y directores de compañías de ballet. Fundadores del Ballet Nacional de Cuba.
Laura Rayneri daba clases en su propio hogar, por lo que Fernando y su hermano Alberto crecieron no solo con el don artístico hereditario, sino también con la fomentación educativa necesaria para desarrollarlo. Fernando se casó en 1937 con la famosa bailarina de ballet Alicia Martínez (Alonso) pero se divorciaron en 1975.
Eugenio se casó con Rosa Cadaval y de la Torre, hija de Francisco Cadaval Díaz Berrio y Milagros de la Torre Morales.
Fueron los padres de: Rosa, Margarita y Eugenia Rayneri y Cadaval.
Rosa se casó con el médico, Dr. Raúl de Armas y Barnett (hijo de Manuel de Armas y de Georgina Barnett Sánchez Toledo).
Margarita se casó con Manuel Silvestre Rionda (hijo de Silvestre Rionda y María Vergara).
Eugenia (Enita) se casó el 4 de diciembre de 1946 en la Iglesia San Juan de Letrán de 19 y H, con Roberto de Marchena Chumaceiro (hijo de Ismael de Marchena y Bibi Chumaceiro).
Su padre E. Rayneri Sorrentino fue un destacado arquitecto y entre sus principales obras: Mercado de Tacón, uno de los primeros proyectos urbanos significativos del arquitecto, parte esencial del patrimonio gastronómico e histórico de la ciudad.
Palacio de la Marquesa de Villalba, una residencia señorial destacada en La Habana, reflejo del estilo ecléctico de la aristocracia cubana de la época.
Necrópolis de Colón, continuó y completó las obras del Cementerio tras la participación inicial de otro arquitecto, uniendo tradición con funcionalidad.
El domicilio de la familia estaba en la calle J # 62 en El Vedado, aunque Eugenio aparece con direcciones en Calzada #111 y #251 en El Vedado.
Eugenio Rayneri Piedra, comenzó sus estudios en diciembre de 1899 en la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Notre Dame, Indiana (fue la primera universidad católica de EE.UU en ofrecer un título en arquitectura a partir de 1898. El título se impartió durante décadas en la Facultad de Ingeniería de la Universidad. En 1982, el departamento de arquitectura se convirtió en la Escuela de Arquitectura, aún dentro de la Facultad de Ingeniería. En 1994, la Escuela de Arquitectura se convirtió en una entidad académica independiente).
Eugenio P. Rayneri Piedra fue el primer graduado de arquitectura de Notre Dame en 1904.
Tras graduarse, regresó a su país y desarrolló una ilustre carrera junto con su padre y como resultado llegó a ser uno de los dos arquitectos más influyentes de las tres primeras décadas del siglo XX junto a Leonardo Morales Pedroso (1887-1965) que estudió arquitectura en la Universidad de Columbia de Nueva York y después de graduarse, regresó a Cuba en 1909.
En 1916, Eugenio fue fundador y primer presidente de la Sociedad Cubana de Arquitectos, lo que habla del enorme prestigio que disfrutaba ya entre sus colegas a pesar de su juventud.
Muy apreciado entre las clases más adineradas del país, Eugenio Rayneri proyectó las residencias de varios de los más destacados representantes de la nueva aristocracia cubana, como la mansión Villa Carlitos, construida en 1919 y ubicada en la calle San Rafael #300 esquina a Ronda por encargo del coronel del Ejército Libertador Charles Aguirre Santiuste el padre de Carlos Aguirre Sánchez (1901-1923) quien estaba sentado viendo una corrida de toros el 2 de septiembre de 1923 en Bayona y por un extraño accidente luego de estar clavada la espada del torero en el testuz del toro, éste la sacudió y la espada se le clavó en su pecho, matándolo.
Esta mansión estaba al lado de la Dolce Dimora, obra de los arquitectos Govantes y Cabarrocas donde vivía el coronel Orestes Ferrara con su esposa María Luisa Sánchez, la tía de Carlitos.
Otras de sus obras fueron las mansiones de José Manuel Cortina y Gerardo Machado.
Para la construcción del Capitolio Nacional hubo un primer proyecto en 1914, cuando los arquitectos Félix Cabarrocas y Mario Romañach fueron convocados por el Gobierno de Mario García Menocal. En esos primeros planos, aunque con un diseño diferente al segundo, el edificio se destacó por tener una amplia escalinata de acceso y una cúpula al centro de un cuerpo horizontal rematado por dos hemiciclos.
Entre 1916 y 1921 transcurrió la primera etapa constructiva ejecutada por La Nacional, compañía de los arquitectos Antonio Fernández de Castro, Eugenio Rayneri Piedra y Francisco Centurión. La construcción fue paralizada por el presidente Alfredo Zayas durante la crisis económica.
El 20 de mayo de 1925 comenzó la presidencia de Gerardo Machado y tanto él cómo su Dinámico Secretario de Obras Públicas, Carlos Miguel de Céspedes retomaron el proyecto con el firme propósito de terminarlo para la VI Conferencia Panamericana a celebrar en La Habana en enero de 1928.
Tanto Eugenio como su padre ganaron el Concurso Internacional para el Capitolio con su propuesta titulada “La República”.
Prestigio, talento y, sobre todo sus relaciones políticas, le valieron para que, en 1926, Carlos Miguel de Céspedes, le designara como director técnico de las obras del Capitolio Nacional, cuya ejecución está ligada tanto a su nombre y a la de otros arquitectos como: Govantes & Cabarrocas, Otero y Bens Arrate.
En esta segunda etapa estuvieron al frente del proyecto los arquitectos Raoul Otero, José María Bens Arrate y, muy especialmente, Eugenio Rayneri Piedra, quien terminó asumiendo toda la dirección técnica y artística. Cada uno introdujo cambios, por lo que la obra final fue resultado del trabajo de los cinco arquitectos cubanos. Entonces la compañía contratista era la firma norteamericana Purdy and Herderson, cuya experiencia técnica y conocimiento del terreno por otros inmuebles que habían construido en la zona, les posibilitaron encontrar las soluciones adecuadas para garantizar la solidez de una obra como esta.
En mayo de 1926 se retomaron las obras con un ritmo desenfrenado e ininterrumpido que movilizó unos 8,000 obreros las 24 horas del día, los obreros se movían en todas direcciones, cuantos medios mecánicos modernos existentes fueron empleados en persecución del ideal y todo se ejecutaba cronométricamente, con un orden y organización tal, que semejaba un pequeño ejército que accionaba a la voz de mando de su Jefe.
El Capitolio fue inaugurado el 20 de mayo de 1929 con un costo total de casi 17 millones de pesos.
A menudo comparado con el Capitolio de Washington, en el Panteón de París y San Pablo de Londres.
Eugenio Rayneri le contó a un periodista del periódico El País que el Dr. Céspedes ideó la adquisición de un brillante que marcara el punto cero de la Carretera Central. La joya, adquirida del joyero turco Isaac Stéfano consistió en un brillante de 23 kilates, color canario claro, que no era de primera calidad, ya que el objetivo era más bien simbólico. Su costo fue de $8,000 y $2.000 más que costó su montaje y colocación en el piso del Salón de los Pasos Perdidos. El propio Dr. Céspedes se lo entregó a Rayneri Piedra para que lo llevase a París, a la joyería Marzo, una de las primeras en su clase en el mundo, para que se efectuase su montaje en la forma en que se llevó a cabo por los artistas de aquel establecimiento. Consistió el mismo, en un engarce montado en un tubo de bronce, con anclajes sumergidos en un bloque de concreto de un pie de espesor, con un anillo de platino rodeado de piedras de gran valor.
Una vez efectuado el trabajo regresó y dirigió, los trabajos de su instalación en el lugar donde permaneció hasta que fue robado el 25 de marzo de 1946. El costo del brillante y los trabajos de preparación, colocación, etc., que ascendió a $10,000, fue sufragado por los contratistas que vendieron los mármoles del edificio.
Pasaron los meses y, el 2 de junio de 1947, un sobre apareció misteriosamente en el despacho del presidente Grau y dentro del mismo estaba el diamante robado.
En 1973 se sustituyó el diamante por una réplica alegando cuestiones de seguridad y se guardó en una caja del Banco Central de Cuba. Desde entonces, no se ha permitido nunca a ningún periodista tener una prueba gráfica de la real situación de la gema.
El arquitecto y profesor de la Universidad de La Habana, Rayneri Piedra falleció en la propia ciudad el 24 de agosto de 1960.
Eugenio Rayneri Piedra era sobrino de Juan Gabriel Piedra Rodríguez-Casanova fallecido en 1934 que tuvo 8 hijos y fue el bisabuelo de José “Pepe” Campos (Chamby) y de Katy Albarracín (del Pino de soltera).
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