Mis compatriotas (los verdaderos enemigos del régimen imperante en nuestra patria) me han aceptado de buena gana, y eso yo no lo atribuyo a mis dotes de filósofo, ni de intelectual ni de sabihondo.
Supongo que es por otras razones:
1) Mi constancia, son pocos los que se han mantenido casi 60 años, sin parar, sin tomarse vacaciones, sin cobrar, emborronando cuartillas.
2) Porque en mis mal hilvanadas líneas no me las doy de guapo, ni de patriota, ni de héroe. Simplemente soy un anticastrista sincero.
3) Porque mis lectores pueden notar mis buenas intenciones, mi amor por nuestra patria, y que puedo equivocarme, pero jamás miento a conciencia.
4) Porque predico solamente para personas que comparten conmigo el amor a su tierra, y para muchos jóvenes que dentro y fuera de Cuba se interesan por saber la otra versión de la historia de la lucha anti castrista.
A la legua se puede notar quien escribe con el corazón y quienes, para distinguirse, para alcanzar fama y dinero, y lo peor: Para ser “influencers” y utilizar la causa de Cuba como un peldaño para recibir “grants” y remuneración económica.
Pero, esas son las razones obvias, las fáciles de notar, sin embargo, yo creo que lo único que me distingue de los demás escritores es que: nunca copio nada de nadie, yo no busco nada en periódicos, ni revistas, ni tutoriales, ni libros… Todo sale de mi pequeño cerebrito.
Me dijo antes de morir José Ignacio Rivero ex director del Diario de La Marina: “Tu popularidad se debe a que solo escribes de lo que tú sabes, jamás te metes en camisa de once varas, quizás fracasarías si intentaras escribir de fútbol o de la Revolución Francesa”.
El tener un discreto éxito lo pudo definir el inteligentísimo Mario Byrne con estas sencillas palabras: “Tú haces buena la frase de zapatero a tus zapatos”.
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