Cuando Kamala Harris, respondiendo a la pregunta de un periodista en días pasados, expresó que Irán es el primer enemigo de esta nación, evidentemente no tenía una idea clara de la dimensión del peligro que otras naciones, más poderosas, albergan contra ella. Por supuesto que Irán es enemigo de América, como también lo es China; pero los grados de peligrosidad difieren, y, en ese específico orden, Irán no califica como el primer enemigo, ni siquiera como el segundo. Es Rusia, por amplio margen, nuestro más acendrado y peligroso enemigo.
Irán dista mucho de estar a la par de Rusia en poderío militar. Aunque ésta ha perdido mucho de su antiguo esplendor, aún continúa siendo una formidable fuerza nuclear, mientras que a Irán todavía le falta un trecho, quizás largo, o corto, al momento no sabemos, para ingresar a esa nada deseable élite.
China por su parte, es un enemigo más sofisticado que pretende la hegemonía a través del poderío económico, respaldado, indudablemente, por su fuerza militar que es muy respetable. En ese sentido China es un oponente más predecible que Rusia; más cauteloso y prudente con un líder como Xi Jinping, más pragmático y astuto que Vladimir Putin, cuya agresiva tozudez lo llevó a la infortunada invasión de Ucrania que tanto le va costando a Rusia en rublos y en sangre.
La agresividad rusa se ha hecho manifiesta en tiempos recientes con incidentes preocupantes para Estados Unidos. Moscú ha intensificado sus pasos en el terreno de sabotaje con una campaña contra Washington y sus aliados. En Julio de este año, dos explosiones de cierta intensidad se produjeron en dos centros de los aeropuertos de Leipzig, Alemania, y otro en Birmingham, Inglaterra. Esos incidentes, de sumas implicaciones políticas y diplomáticas, desplegó, como es natural, una carrera multinacional para dar con los responsables.
Ahora, los investigadores y agencias de espionaje en Europa han concluido que esos artefactos, consistentes en equipos eléctricos implantados con una substancia inflamable con base de magnesio, fueron parte de un amplio complot ruso.
Los oficiales de seguridad de los países envueltos en las operaciones investigativas encontraron que tales equipos fueron enviados a Inglaterra desde Lituania después de ser probados para verificar la capacidad incendiaria de los mismos, abordo de aviones con destino a Norteamérica, o sea: Estados Unidos y Canadá.
En posesión de las evidencias obtenidas, la policía de Lituania arrestó a varios sospechosos quienes enviaron los “devices”, incluyendo dos de DHL destacados en la capital, Vilinius, uno de los arrestados, identificado como Igor Prudnikov, quien al final resultó llamarse Alexander Suranovas, resultó, de acuerdo a los investigadores, a proxy del servicio de espionaje ruso. He ahí, una prueba más, de las incontables, que Rusia ha acumulado para penetrar el servicio secreto de esta nación, y perforar, si le es posible, la indiscutible superioridad de Estados Unidos tanto en lo político como en lo económico y militar.
Por eso, como afirmamos al principio de este artículo, es Rusia, con la perfidia de Putin como sostén, la principal amenaza a nuestra nación. El enfoque o planteamiento de China es igualmente hostil, pero de una naturaleza diferente. Los dirigentes chinos usan una técnica más alejada de la violencia. Quieren, de manera más sutil, menos virulenta, ganar espacio en el campo tecnológico, copiando, y la mayoría de las veces, hurtando, secretos que le permitan competir con América con sus propias herramientas. Por lo tanto, podemos decir que nos enfrentamos a dos enemigos poderosos con diferentes estilos, aunque la variante no exime la peligrosidad de ambos a nuestra seguridad.
Lo de Irán, comparado a estos dos grandes poderes, es cosa menor, aunque a Kamala Harris le luzca un enorme monstruo devastador. En realidad, monstruo es, pero devastador, es harina de otro costal. Israel, en un par de recientes ocasiones, lo ha demostrado.
Es un fenómeno natural que Rusia, colapsado su grupo de satélites bajo el imperio de la Unión Soviética, anidara un incontenible resentimiento contra Occidente, y en especial contra Estados Unidos, su adversario más formidable, cosa que, con el apoyo a Ucrania por parte de la OTAN elevó su espíritu revanchista de reconquista de pasadas glorias con la ilusoria restauración del liquidado bloque soviético. Ucrania fue su primer intento del retorno a la Gran Rusia. ¡Fracasó! Envuelto en esas pesadillas, Vladimir Putin se ha dedicado a la expansión del sabotaje contra los que él considera sus irremisibles enemigos: USA y la OTAN.
En el proceso demencial de grandeza histórica, Putin no ha hecho más, hasta el presente, que causar la muerte a un millón de jóvenes rusos y el empobrecimiento de su país con enormes gastos en una guerra injusta y estéril.
Este aventurismo enloquecido de Putin lo llevó al extremo de sabotajes dentro de Checoeslovaquia, ataques a gaseoductos y data cables en el Báltico, entorpecimiento en el suministro de agua en Suecia y Finlandia y hasta planes para asesinar al jefe ejecutivo de la compañía Rheinmetall la poderosa empresa alemana que provee armamentos a Ucrania. Estas actividades, en el orden de las realidades prácticas, colocarían a Rusia dentro de los países que, en efecto, practican y promueven el terrorismo.
Para nuestro interés y seguridad nacional, Rusia representa nuestro primer enemigo en el momento presente. China, desde otra perspectiva, amenaza nuestro establecido orden global, además de retar, por medios espurios, nuestra hegemonía en el mundo tecnológico.
Irán pertenece al grupo de los enemigos fanáticos religiosos que pretende controlar la región del Medio Oriente expulsando de ella a Estados Unidos a través de proxis que, igualmente fanáticos, interpretan a su manera el islamismo.
La ahora derrotada candidata Kamala Harris mostró en esa opinión su ineptitud en cuestiones de política externa y fue un factor determinante en su derrota.
No estaba apta para la tarea de gobernar al país más importante del planeta y ha pagado su precio.
Y sí, efectivamente, Irán es nuestro enemigo, pero no el primero, ni el más poderoso.
BALCÓN AL MUNDO
De manera impresionante, a nivel histórico, Donald Trump es electo in no consecutivo orden, cosa que había ocurrido sólo una vez en nuestra historia electoral.
Estas fueron unas elecciones limpias, claras, sin dudas, para beneficio de la nación y tranquilidad ciudadana. Aunque todavía continúan tabulaciones en varios estados cuando escribimos estas notas, pareciera que los republicanos terminarán con mayoría en la Cámara y el Senado lo que haría la victoria de Trump todavía más convincente y confirmaría que el pueblo americano rechaza, de plano, el extremismo liberal de los llamados progresistas.
Ha sido una repulsa a la política fallida en lo interno y externo de la administración Biden-Harris. Y un derrumbe tectónico para el Partido Demócrata.
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Los ciudadanos de Valencia, en España, andan furiosamente frustrados por la respuesta de los gobiernos locales y centrales de la nación ante la enorme tragedia que produjo las inundaciones hace dos semanas. Más de 220 muertes y miles de millones en pérdidas materiales es el saldo de la tragedia.
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Kim Jong Un, el flamante gorduelo de Corea del Norte, ha tenido la desastrosa idea de enviar entre 700 y 800 soldados a combatir contra los ucranianos que ocupan posiciones en el territorio ruso de Kursk y se cuenta que varias docenas han tratado, o se han entregado ya, a las fuerzas de ocupación. Por otra parte, varios, no se sabe la cantidad exacta, han sido dados de baja.
Esta decisión del dictador coreano ha tenido repercusiones en China donde Xi Linping dice no estar de acuerdo. Este movimiento ruso-coreano, es un nuevo punto de fricción que se levanta entre Rusia y China, que, para los chinos es una provocación por parte de Corea y un desafío estúpido de Rusia que depende grandemente de la ayuda rusa debido a la guerra en Ucrania.
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Nancy Pelosi expuso al mundo su octogenaria sensiblería cuando casi en lágrimas acudió a consolar a Kamala Harris cuando ésta se disponía a conceder el triunfo a Trump.
Ésta es la misma Nancy que, con la ayuda de otros de su comarca, empujaron a Biden fuera de la candidatura aludiendo a su notable incapacidad cognitiva. Sin embargo, ella y todos sus compinches, sabían de la progresiva decrepitud del presidente. Todos, en verdad, todos, en el círculo íntimo de Biden, conocían de esa aflicción y trataron de ocultarlo todo el tiempo hasta que saltó la liebre en el desdichado debate. Nancy, con sus lágrimas de cocodrilo por el dolor de la derrota, fue uno de los propulsores de un candidato mediocre para la presidencia.
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