Ernesto Lecuona el gran embajador de la música cubana

Written by Alvaro Alvarez

16 de septiembre de 2025

Por Álvaro J. Álvarez. Exclusivo para LIBRE

Ernesto Lecuona Ramos nació en Santa Cruz de Tenerife en 1854. Hijo de José Lecuona Domínguez y Dolores Ramos Castro. Sin terminar los estudios de Medicina se incorporó al mundo de la prensa local donde llegó a ocupar la dirección del periódico El Sol de Nivaria.

Su relación española proviene de sus antepasados vascos de Guipúzcoa, quienes emigraron a las Islas Canarias.

Hacia 1880 como tantos canarios emigró a Cuba en compañía de su hermana Carmen y se estableció en Matanzas, el lugar donde más brillaba la cultura cubana entonces era un tiempo de gran riqueza para la zona que producía más del 60% de todo el azúcar de Cuba, riqueza que se manifestó en un esplendor cultural y artístico tan relevante que Matanzas recibía el sobrenombre de La Atenas de Cuba. Lecuona Ramos continuó trabajando en los medios de comunicación escritos, fue periodista de La Aurora del Yumurí, uno de los más prestigiosos de Cuba, donde alcanzó la dirección del mismo y posteriormente dirigió también El Buscapié (1879), El Conservador (1883) y El Constitucional (1884). 

En Matanzas, conoció a la joven Elisa de la Caridad Casado Bernal, se comprometieron y contrajeron matrimonio el sábado 7 de noviembre de 1885 en la Iglesia de Versalles, ella contaba 26 y él 31 años. 

Tuvieron 12 hijos, pero solamente sobrevivieron 7: Luis, José, Elisa, Ernestina, Fernando, Teodoro y Ernesto el menor de todos.

Siendo Ernestina (1882-1951) una niña su familia se radicó en la villa de Guanabacoa, localidad histórica a 10 km al sureste de La Habana. 

Allí su padre desarrolló una notable labor periodística, como director de La Cáscara Amarga y en 1886 de El Comercio, un diario político y mercantil de la capital.

Ernestina empezó a estudiar piano con Antonio Planas en la academia de música del Centro Asturiano de La Habana y los continuó en el Conservatorio Municipal de Música de La Habana (luego Conservatorio Amadeo Roldán). 

El 7 de agosto de 1896, cuando Ernestina tenía 13 años, nació su hermano Ernestito a quien ella le enseñaría piano desde su más tierna edad.

Lecuona Ramos, quien andaba por los 48 años, se sentía enfermo y quizás por un profundo sentimiento de nostalgia decidió regresar a su ciudad natal, Santa Cruz de Tenerife, donde falleció a los escasos ocho días después de su llegada, el 2 de mayo de 1902. Sin embargo, antes de morir, pudo ver los primeros y muy precoces pasos artísticos que protagonizaba su niño prodigio Ernesto en un ambiente de creación artística donde ya se destacaban Elisa y Ernestina.

Desde bien temprano el pequeño Ernesto desarrolló aptitudes musicales como reseñaba la revista El Fígaro el 31 de enero de 1901. 

Después de comenzar sus estudios de música en 1903 con su hermana Ernestina, ingresó al año siguiente en el Conservatorio de Carlos Alfredo Peyrellade, donde obtuvo a los 10 años, notas de sobresaliente en el curso correspondiente a su primer año de piano en 1905. 

A los 13 años, en 1908, publicó su primera obra musical nombrada Cuba y América, estrenada por el maestro Martín Varona en un concierto a cargo de la Banda del Cuerpo de Artillería. Ese propio año Varona la ejecutó en los Estados Unidos.                                        

Hacia 1910 Lecuona tomó 8 meses de clases con el profesor Joaquín Nim, quién antes de regresar a París, le aconsejó que fuera el ilustre holandés Hubert de Blanck (1856-1932) quien continuara con su educación. Éste lo aceptó en el sexto año de piano del plan de estudios que regía en su conservatorio, lo que demostró el adelanto ya alcanzado por Ernestito.

En 1907, teniendo solamente 12 años y por necesidades familiares, la madre necesitaba de cuidados especiales, el joven pianista, para ayudar a los suyos, empezó a conocer algunas facetas desagradables de la vida. El cine era todavía silente y se requería de pianistas que animasen las proyecciones. En el cine Fedora, en Belascoain y San Miguel, ganaba 3 pesos españoles diarios por esa tarea (no existía aún moneda nacional) y pese a su edad dirige también la orquesta.

Trabajó luego en otras salas cinematográficas y en los dos años posteriores estrenó varias obras breves con libretos de su hermano Fernando. Estas pequeñas comedias musicales fueron sus cartas de presentación en el mundo musical de entonces.

En el teatro Regio, de la plaza de Albear, fue el pianista acompañante de la tonadillera Amalia Molina. Una primera gira artística lo llevó por ciudades de La Habana y Matanzas como parte de una compañía en la que figuraban la tonadillera Mimí Ginés, un dúo de cantantes italianos y Teresky el transformista, que era como se llamaba entonces a los travestis.

Hubert de Blanck pensó que su discípulo malgastaba su talento, quiso convencer a su madre que Ernesto tenía una sólida carrera pianística y urgía sacarlo de esas actividades, que ayudaba a la familia, pero no conducían al músico a ninguna parte. Elisa Casado comprendió y aceptó la sugerencia con sacrificios. Muchos años después, Lecuona recordaba emocionado la fe de su madre e insistía en afirmar que lo que era se lo debía a ella.

Ingresó en la compañía de Arquímedes Pous en 1912. 

Ese mismo año, el maestro Hubert de Blanck organizó el primer recital de Lecuona en el conservatorio, en el cual, además de Liszt, Chopin y otros grandes maestros, el alumno ejecutó varias danzas de su inspiración, entre ellas la mundialmente conocida por el título de La Comparsa, una de sus melodías más conocidas, la cual, según los musicólogos, resultó reveladora del genio del autor, de su condición de compositor nato. Tenía entonces 17 años. 

Ya en 1916 había grabado para la RCA, luego le grabó a Columbia.

Durante estos años Lecuona ofreció recitales con obras propias y de grandes autores, así como participó en certámenes hasta el 12 de julio de 1916 en que se despidió del público habanero con un gran concierto antes de su viaje a los EE.UU. donde fue contratado en el teatro Capitol e imprimió rollos de pianola con varias de sus obras, entre ellas la también muy famosa Malagueña.

Poco después, con presentaciones exitosas en Estados Unidos, inició su carrera internacional. 

El 1 de marzo de 1918, junto al compositor José Mauri, fundó el Instituto Musical de La Habana.

Lo atraía el teatro lírico, aunque la revista, el sainete y la zarzuela hallaron en él a un inspirado cultivador. Domingo de Piñata, estrenada en el teatro Martí en 1919, marcó un hito en la historia de ese coliseo al alcanzar cerca de 200 representaciones.

Lecuona desde muy joven padeció de asma bronquial, lo que le causaba crisis recurrentes de falta de aire y debilidad física.

El 18 de marzo de 1922, Lecuona se convirtió en el primer pianista cubano en ser presentado por la recién inaugurada sociedad Pro-Arte Musical, en un concierto que incluyó a Debussy, Enky y otros.

En 1922, junto con Gonzalo Roig, Virgilio Diago, Pérez Sentenat y otros maestros, fundaron la Orquesta Sinfónica de La Habana. Lecuona como pianista y Roig como director formaron parte en su programa inaugural, el 29 de octubre de ese año, para interpretar el Concierto # 2 en Sol Menor Opus 32 para piano y orquesta del compositor francés Camilo Saint-Saëns.

En 1923 Lecuona organizó y dirigió, en los teatros Payret y Nacional, los Conciertos Típicos Cubanos. Actuaron, René Cabel, Rita Montaner, Carmen Burguette, María Fantoli, Tomasita Núñez, Hortensia Coalla y Luisa María Morales.

Lecuona comenzaba a darse a conocer y a realizar giras triunfales por varias partes del mundo. 

En 1925, al regresar a La Habana realizó varias actuaciones, entre ellas un homenaje a su maestro Hubert de Blanck. 

Posteriormente realizó otras giras, entre ellas un viaje a París, otros a Panamá y Costa Rica.

En la capital francesa, el 2 de junio de 1928 demostró sus inigualables dotes pianísticas, siendo reseñada su actuación: “La música cubana triunfó anoche en París en la sala Pleyel, ante una gran concurrencia, en el admirable compositor y pianista Ernesto Lecuona, no solamente se nos mostró como virtuoso impecable del sentimiento y tecnicismo refinado del piano, sino además compositor colorista y pintoresco”.

Cuando su hermana, Ernestina Lecuona, retomó su carrera en 1928, Ernesto la asistió y la acompañó en giras, actuando juntos en numerosas ocasiones. Su primera actuación internacional fue en el Concierto de la Unión Panamericana en 1929, donde interpretó la música de Ernesto.

En un concierto posterior de la Unión Panamericana, en 1936, Ernestina Lecuona fue la única solista y compositora del programa. La actuación se transmitió a nivel nacional y contó con la presencia de Eleanor Roosevelt, Primera Dama de los Estados Unidos.

Ernesto Lecuona fue el autor secreto de la música del Himno del A.B.C., movimiento revolucionario que a principios de los años treinta se propuso derrocar a Gerardo Machado diseminando propaganda contra el gobierno y recurriendo a actos de violencia.

Los Lecuona Cuban Boys, orquesta de 11 músicos creada en 1931 realizó exitosas giras en EE.UU. durante los años treinta y cuarenta, luego en los más exclusivos sitios de Europa. 

Lecuona llegó al cine por la puerta grande. Hollywood se dio cuenta pronto de su genio como compositor y lo contrató para crear bandas sonoras.

Su historia comenzó en 1931, con su debut en una producción llamada “Under Cuban Skies”.

Luego vinieron otros títulos incluyendo la película mexicano-cubana “Siboney” inspirada en su célebre canción.

En 1934, Ernesto Lecuona enfermó y volvió a Cuba. Este retiro provocó que Armando Oréfiche se hiciera cargo de la orquesta.

En 1935, Lecuona recibió la Orden de Carlos Manuel de Céspedes, máxima distinción que entonces concedía la República de Cuba, en el grado de Caballero, de manos del gobierno cubano. 

El mezclar algunas estrofas del libro Versos sencillos de José Martí con música campesina fue obra de Ernesto Lecuona, el 28 de enero de 1935 estrenó en el Lyceum de La Habana un álbum de poemas de ese libro musicalizados por él en ritmo de guajira y dedicados a Esther Borja, la primera en cantarlos. Entre ellos se encontraban Una rosa blanca y De cara al sol.

Desde su estreno el 13 de septiembre de 1935 en el Teatro Auditorium de La Habana durante la opereta Lola Cruz, Damisela Encantadora el tema emblemático de esa obra identificó a Esther Borja. Lecuona, la compuso el mismo día del ensayo general de la referida zarzuela con ayuda en el texto del periodista y poeta Gustavo Sánchez Galarraga. Y es que ambos formaron por varios años un notorio dúo autoral.

En 1936 hizo su primer viaje a Argentina, con su hermana Ernestina, Esther Borja y Bola de Nieve, visita que repetirá en 1937 y 1938, cuando, junto a Esther y a Bola, participó en la filmación de Adiós, Buenos Aires. En ese mismo año actuó en Perú y Chile, para volver a la Argentina en 1940.

En 1937, realizó una gira por el interior de Cuba, llevando su arte a diversas ciudades y otros lugares donde obtuvo éxitos tras éxitos. En marzo de 1943, Ernesto Lecuona ofreció otro gran concierto en la Unión Panamericana, en Washington, y el día 10 de octubre se presentó en el Carnegie Hall de Nueva York. Estas presentaciones contribuyeron a realzar su fama como extraordinario compositor y pianista. 

Luego se convirtió en el primer cubano nominado a un Óscar, Always in My Heart (Siempre en mi corazón) con la música de Lecuona y letra de Kim Gannon fue una de las 10 canciones nominadas al Premio Óscar del 4 de marzo de 1943. Aunque la estatuilla se la llevó “White Christmas”, la huella de Lecuona quedó también grabada en la historia del cine.

Durante uno de sus viajes a Hollywood, siempre consciente de balancear su carrera entre lo popular y lo clásico, se presentó con la Orquesta Sinfónica de Los Ángeles en el Hollywood Bowl como pianista invitado interpretando Rhapsody in Blue de George Gershwin. Al finalizar el concierto, entre estruendosos aplausos y para sorpresa de Lecuona, el mismo Gershwin salió del público, subió al escenario y lo felicitó como uno de sus mejores intérpretes. 

El sábado 20 de noviembre de 1948 el compositor cubano presentó en Carnegie Hall de Nueva York, un largo programa en que se ejecutó su propia música, conquistando grandes aplausos América Crespo, soprano de coloratura y el pianista-cantante Ignacio Villa (Bola de Nieve).

Lecuona, cuya música es muy conocida en la Unión americana, inició en esta forma con un selecto conjunto de artistas una gira por varias ciudades del país. Estuvieron, además en el conjunto Marta Pérez, René Castelar, Rosita Segovia y la pareja de pianistas integrado por Mario Carta y Enrico Cagna Cabiati, siendo el programa más de variedades que de concierto.

Interpretó Lecuona sus propias obras y acompañó al piano a América Crespo quien cantó La Malagueña con letra de nuevo arreglo. 

El artista que más éxito obtuvo fue el popular Bola de Nieve el que con su sentido humorístico bien desarrollado se echó al público en un bolsillo interpretando El Manisero, Vito Manué y Drumi Mobila.

Marta Pérez cantó con gracia y buen gusto «Una Rosa Blanca» con letra de José Martí, formando muy buena pareja con René Castelar cuando cantaba a dúo.

En 1950, realizó una exitosa gira por España y al regresar, otra por el interior de la Isla.

En 1952, recibió un homenaje por parte del Ministro de Educación, por sus méritos notorios.  

En 1955, fundó junto a Gonzalo Roig, la Sociedad Nacional de Autores de Cuba.

Lecuona fue dueño de varias estancias en el campo, en las cercanías de Santa Fe, El Chico, El Cano y Mulgoba.

Desde 1946 y hasta 1953, residió en su finca La Comparsa, situada en Punta Brava entre Guatao y San Pedro, al noroeste y muy cerca del aeropuerto de Rancho Boyeros. En el jardín tenía una capilla con la imagen de la Caridad y cada 8 de septiembre, Día de la Patrona de Cuba, invitaba a un sacerdote para que desde allí oficiara una misa. La Plegaria a La Virgen de la Caridad del Cobre la escribió poco antes de su fallecimiento.

Los fines de semana le gustaba recibir a sus amigos en La Comparsa, donde nunca eran menos de 30 a la mesa y terminaba las tertulias ya comenzadas las madrugadas en una sana camaradería tocando piano, jugando dominó y cartas.

Las comidas para amigos eran abundantes sin bebidas alcohólicas, él era abstemio. Era atento con sus familiares, amigos e invitados, sin embargo, era un hombre solitario, a pesar de ganar una verdadera fortuna y de haber conocido medio mundo, fue un hombre melancólico, triste. 

En ocasiones, cuando los visitantes no se retiraban, en la medianoche, el maestro se marchaba a dormir y dejaba encargado de atender a los amigos a Pedrito Fernández, tenor cómico que Lecuona consideraba como un hijo y que convirtió en su indispensable secretario.

En 1957, Lecuona realizó otra exitosa gira por España.

Lecuona, fue un fanático del béisbol. Seguía los juegos del Campeonato Nacional como Las Grandes Ligas. En Cuba era Almendarista y en EE.UU de los Gigantes de Nueva York, luego de los Dodgers de Brooklyn y finalmente de los Medias Blancas de Chicago. Algunos amigos lo recuerdan censurando apasionadamente la mala estrategia del mánager o la ceguera incorregible del umpire, algo típico de un buen cubano. 

En enero de 1959, creyendo que lo nuevo era bueno, se sintió animoso y emprendedor. Los días 23, 27 y 30 de mayo de 1959 organizó tres conciertos en el Auditórium. Sería su último contacto con el público cubano. Se le acusó de mal manejo de fondos en la Sociedad de Autores y de complicidad con la dictadura batistiana, pero salió ileso de ambos cargos.

Poco después, con motivo de la filmación de una película que debía titularse Malagueña, dedicada a su vida, viajó a los EE.UU. Aunque regresó a La Habana para poder cobrar derechos de autor, logró que el Banco Nacional le diera $450 de su cuenta bancaria. 

El 6 de enero de 1960, por mar, abandonó a su querida patria, que nunca lo volvió a ver.

En Tampa, enfermó gravemente y por consejo médico pasó en septiembre de 1963 a España. Llegó a Santa Cruz de Tenerife, donde había nacido y muerto su padre.

Pocos días después se trasladó a Málaga, cuando en Cuba no se le mencionaba, allí la Alcaldía le obsequió una casa en la playa de Torrelodones, en gratitud por su obra Malagueña y nombrado además Hijo Adoptivo de esa ciudad andaluza.

Ya enfermo, en agradecimiento al hermoso gesto de los malagueños, auspició una misa cantada en el Templo Santa María de la Victoria, donde el maestro donó una imagen de la Virgen de la Caridad del Cobre, que había encargado a artífices de Barcelona, llevando así a cabo su gran anhelo de hermanar la Virgen de la Caridad del Cobre, Patrona de Cuba, con la Virgen de la Victoria, Patrona de Málaga.

En la foto, de tremendo valor histórico, se muestra a Lecuona entregando la imagen, junto al Alcalde de la ciudad de Málaga y al párroco Benigno Santiago Peña, por cierto, fue una de las últimas del gran compositor y pianista cubano.

Durante la misa pidió que rezaran por las víctimas del ciclón Flora.

Después, viajó a Barcelona, donde se agravó nuevamente y le aconsejaron que se trasladara a Tenerife, lo que hizo por mar y con una sonda nasal.  

Se hospedó en el Hotel Mencey donde fue visitado por los periodistas Alvaro Martín y Vicente Borges, este último le hizo su última entrevista, el 9 de octubre, publicada en el periódico La Tarde varios días después de su fallecimiento.

El maestro falleció a las 11 de la noche del 29 de noviembre de 1963, a los 67 años, en el Hotel Mencey, donde existe una placa recordando el hecho (según su sobrina Alicia Lecuona el murió en el taxi que lo llevaba de la casa de un pariente hasta el hotel Mencey).

La causa de su muerte fue un infarto al miocardio, aunque tenía otros padecimientos.

El 3 de diciembre, se ofreció una misa de cuerpo presente en la iglesia del Cementerio de Santa Lastenia, en Santa Cruz de Tenerife. Después, el cuerpo fue traslado a Madrid y allí se le cantó una misa imponente organizada por la Sociedad de Autores de España oficiada por doce sacerdotes ante 48 candelabros. Actuó la Orquesta Sinfónica de Madrid con un Coro de 200 voces. La bandera cubana cubría el féretro.

Esa misma noche su cuerpo embalsamado salió en avión con destino a Nueva York. 

Según su sobrino su velorio se realizó en la Funeraria Frank E. Campbell en la Avenida Madison de Manhattan.

El 13 de diciembre lo inhumaron en el cementerio Gate of Heaven, en Hawthorne, condado de Westchester, Nueva York.

Películas donde está su música:

•Under Cuban Skies, MGM (1931).

•Free Soul, MGM (1931).

•Susana Lenox, MGM (1931) donde se escucha su zarzuela María La O, estrenada en 1930.

•Pearl Harbor, MGM.

•La cruz y la espada, MGM.

•Siboney (1938) (película mexicana cubana)

•Always in My Heart, Warner Bros. (1942) su canción Siempre en mi Corazón

•One More Tomorrow, Warner Bros. (1946).

•Carnival in Costa Rica, 20th Century Fox (1947) toda la Banda Sonora fue escrita por Lecuona.

•María la O (película mexicana).

•Adiós Buenos, Aires (1938) (película argentina).

•De México llegó el amor (1940) (película argentina).

En estas películas se pueden escuchar alguna de estas: Siboney, Malagueña, La Brisa y Yo y Siempre en Mi Corazón.

Su obra abarca los más diversos géneros y es de una gran magnitud Lecuona compuso 406 canciones, 176 piezas para piano, 53 obras para teatro (zarzuelas, operetas, revistas y una ópera), 31 partituras orquestales, 6 composiciones para piano y orquesta, 3 obras para violín, un trío, 5 ballets y 13 bandas sonoras para películas. Sus canciones más populares: Siboney, Noche Azul, La Comparsa, Siempre en mi Corazón y Para Vigo me Voy. Sus zarzuelas más populares: El Cafetal, María la O y Rosa la China.

El pianista polaco-estadounidense, Arthur Rubinstein, de origen judío y célebre por sus interpretaciones de Chopin, cuando le escuchó tocar la Malagueña comentó: “No sé si admirar más su talento pianístico o su arte sublime como compositor”.

Lecuona fue tan anticastrista que dejó bien claro su deseo de ser enterrado en Nueva York, si cuando muriera estuvieran estos en el poder.

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