En olor de lluvia

Written by José A. Albertini

9 de diciembre de 2025

Capítulo IV

No obstante, no conforme con el insulto verbal, Yoya se hizo de una toalla; un balde con agua y corrió a aliviar el calvario de Palomino Palomo.

El Guía en Jefe, al percatarse de las intenciones de Yoya, advirtió alterado.

—¡No lo permitan…! ¡Atajen a esa vieja puta! ¡La historia no puede repetirse…!

Dinámica, Celedonia Celedón, la transformada maestra Alma Almaguer, y un grupo de mujeres iracundas, buscando venganza por los retozos sexuales, ciertos o inciertos, de los hombres del pueblo, se abalanzaron sobre la mujer que para ellas representaba el escamoteo marital.

Garras inquisidoras troncharon el propósito de Yoya. La aferraron, insultaron, vapulearon y lanzaron contra los adoquines de la calle.

Sin embargo, el desinteresado acto de la meretriz, a contramano del justificado temor del Guía en Jefe, perpetuó la escena en los cristales holográficos de la recurrencia existencial. Nada impidió que Yoya, insertada en los tiempos de los tiempos, fuese incorporada por la mano de la mujer de Magdala. Purificada en las aguas del lago Tiberíades y liberada de sus siete demonios que, en busca de futuro, pasaron a formar parte de la comitiva del Guía en Jefe.

Al llegar el tropel humano a la intersección de las calles Santa Rosa y Unión el Doctor, en nombre del Guía en Jefe, se detuvo. Levantó la diestra; exigió silencio y dijo.

—Gracias, pueblo noble, justiciero y libre de Santa Clara, por haber integrado esta marcha que sienta el precedente de la honradez y propósitos que animan el porvenir que hoy comenzamos. Pero, les pedimos que ahora, a partir de este cruce de calles, ordenadamente, regresen a sus hogares y tareas habituales. La implementación de la pena impuesta al reo y a esta imagen, representante de vicios y pecados, es tarea nuestra; de los líderes que ustedes, por voto popular, democrático y unánime han elegido. Confíen en nuestro Guía en Jefe y en nosotros, sus representantes.

Algunos exaltados protestaron. No querían perderse el final del espectáculo.

El Guía en Jefe sustituyó al Doctor.

—Ustedes pidieron justicia y la justicia se ha hecho -exclamó-. Respeten las orientaciones recibidas y no insistan en seguir. La equidad del porvenir ha llegado, para quedarse en este pueblo. Pero con ella también llega la comprensión voluntaria y obediente de nuestras directrices. ¿Acaso ustedes, libremente, no han optado por el futuro…?

En tanto el Guía en jefe hablaba un grupo de ajenos, de manera poco amigable, hacia retroceder a la multitud.

—Así, cooperar con la disciplina y la conciencia colectiva que la igualdad requiere -dijo complacido.

***

Próxima la primera festividad de Las Flores de Mayo, luego que el futuro llegara a Santa Clara, el Guía en Jefe hizo que los once jóvenes que le habían acompañado a tomar clases de catecismo y fueron testigos de las cachetadas que recibió el niño Candelario Candela, compareciesen en su amplia oficina en el edificio de la alcaldía municipal. Rebautizado con el nombre de Umbral al Futuro.

La citación les llegó de manera individual. La mayoría, no sabiendo si era algo personal o de mayor alcance, atemorizados eligieron guardar silencio. Solo Florencio Flores, Rosalía Rosado, Romerico Romero y Fortunata Fortuna, intercambiaron cometarios y barruntaron que algo oscuro tramaba Candelario Candela.

Desde que el futuro, con marcha apresurada, se empeñó en demoler el pasado, saltar el presente y arrasar todo lo que no cumpliese con los objetivos enunciados, el miedo a los amaneceres tomó control ciudadano.

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