En olor de lluvia

Written by José A. Albertini

29 de julio de 2025

Capítulo II

Por J. A. Albertini, especial para LIBRE

Florencio Flores se apartó de la entrada del templo y bajó los escalones. A punto de pisar las losas del parque lo alcanzó la voz del clérigo.

—¡Mantener en alto la fe y la esperanza!

Se volteó y dijo la respuesta consabida.

—Así será padre…

Ramón Ramoneda, Fortunata Fortuna y el resto de los amigos, agrupados bajo un árbol cercano, con aspavientos juveniles, le llaman.

—¡Aquí, aquí…! Ven, vamos a jugar a los escondidos.

Florencio sonrió, pero mantuvo la distancia.

—Está muy oscuro. Cualquiera puede caer y partirse la crisma.

—No seas aguafiestas. Siempre lo hemos hecho -Paloma Palomares, medio en broma, le enrostró y recibió apoyo unánime.

—Antes de dormir puliré unas tablas. Mañana haré una mesa y quiero adelantar el trabajo -se disculpó. Saludó con la mano derecha en alto y abandonó el parque.

—Te pierdes la diversión -alguien gritó y destapó un coro de risas anacrónicas, cuyo eco lo acompañó hasta la entrada del, poco más o menos, olvidado cementerio.

A las puertas del camposanto el eco de las risas cesó, engullido por una onda de intemporalidad. Florencio Flores, a medida que el tiempo discurría en sentido inverso y los cristales del pasado, rechazando las quebraduras del futuro, se recomponían en espejos de memoria estable, era poseído por un palpito sublime.

Atrapado por la razón del impulso, sus visitas al cementerio de rejas mohosas, abiertas y desencajadas, sin horario establecido, se multiplicaron a contrapelo del comportamiento de muchos conciudadanos que, confiados en el olvido de la muerte y la transposición del tiempo lo relegaron al futuro clausurado.

La creencia, aupada por la emersión de la Virgen de la Charca, la preñez de las viejas beatas y las insinuaciones, desde el púlpito, del sacerdote Casto Castor, con el beneplácito conveniente del Consejo de Polimatías Rectores, apuntaba a que en Santa Clara se haría realidad total la recuperación del pasado y sólido el bloqueo al porvenir coercitivo. También, los vecinos de fe religiosa, entusiasmados con el movimiento retrotópico, redimían la pureza del alma que el futuro denigró e ilusionaban que, al recorrer, en sentido inverso, el sendero del tiempo se llegaría hasta la resurrección de los muertos. Rehuían el recuerdo del desprendimiento y el olor de la muerte.

Pero Florencio Flores, no conforme con la creencia generalizada, prosiguió sus visitas al cementerio. Atado a prácticas ancestrales recorrió las sendas cubiertas de yerbajos y, a pesar de la oscuridad, con certeza llegó al sitio escogido. Temía que si no frecuentába la tumba de Rosalía Rosado, incluyendo padres y suegros, el amor padecería la escisión del conformismo. Era consciente de que al evocarla ella colmaba el espacio. ¿Acaso Romerico Romero no les veía juntos…? ¿Acaso él no percibía su aliento y rumor de piel…? ¿Acaso la energía del pensamiento no atrae y auna las partículas incorpóreas del ser amado que, pendiente de un propósito inconcluso, no deja de ser…?

Se inclinó. Con las manos acarició la lápida mugrienta de esperanzas truncadas. Palpó las letras, grabadas a relieve, y a medida que descubría el nombre repetía: Rosalía, Rosalía, Rosalía Rosado….

Cerca identificó las tumbas de los padres de Rosalía: Rosa Rosabal y Rosauro Rosado. Un poco más allá, a la derecha reposaban los suyos: Flora Florit y Florentino Flores, fallecidos, los cuatro, con anterioridad al deceso de la joven, víctimas de la endemia ideológica.

La mirada, adecuándose a la distorsión de la oscuridad, alcanzó la parte del cementerio, donde se agrupaban los sepulcros colectivos de los pobladores más humildes que, en poco tiempo y sucesivamente, murieron a causa del mal selectivo que los ajenos, encabezados por Candelario Candela, esparcieron en Santa Clara para infectar, con mortandad segura, a toda persona que disentía o no se entusiasmaba con participaren la toma del futuro por asalto. Germen fraguado para imponer un concepto ideológico único, que aborrecía el pasado y sorteaba el presente, siempre rumbo al horizonte intangible del porvenir.

Temas similares…

0 comentarios

Enviar un comentario