La mujer de los ojos violeta. La estrella legendaria que sigue fascinando trece años después de su muerte, vuelve a tomar protagonismo en la pantalla con el nuevo
documental de HBO. A través de entrevistas recuperadas recientemente y de imágenes inéditas procedentes del archivo personal de la actriz, será ella misma quien narre al espectador su propia historia.
Por Carmen Jiménez
Han sido innumerables las declaraciones públicas realizadas por la bellísima intérprete, a medios de todo el mundo. Tantas que se puede realizar una selección de sus frases más rotundas, y recopilarlas a modo de citas célebres que dan cuenta de un carácter particular, modelado por vivencias poco triviales. A través de sus frases, la figura de Elizabeth Taylor queda mejor delimitada y bastan tres para conseguirlo.
“Siempre he admitido que mi mayor guía es la pasión”. Casada en ocho ocasiones con siete maridos, la vida personal de la actriz fue toda una atracción de emociones fuertes. Un accidente fatal, como el de su tercer marido Mike Todd y ciertas conductas reprobables de diferentes cónyuges, fueron añadiendo nombres a su lista de matrimonios fallidos, entre los que destaca de manera rotunda su enlace-divorcio-enlace-divorcio con Richard Burton. De ahí que los matrimonios se cuenten como ocho y los maridos como siete.
Esta sonada relación, que comenzó en el rodaje de la fastuosa superproducción’Cleopatra”, es tan legendaria como la Edad Dorada de Hollywood donde se enmarca en espacio y tiempo.
El libro “El amor y la furia”, de Sam Kashner y Nancy Schoenberger, publicado en 2010, se centra en esta historia que caracteriza a la pareja con un proceder un tanto animal. De hecho, decidieron celebrar su segundo matrimonio en la salvaje Botswana, dieciséis meses después de su primer divorcio, ante lo que Elizabeth Taylor argumentó en declaraciones públicas: “Con los nuestros”. En un párrafo del libro, Kashner y Schoenberger, definen lo que supuso para la sociedad de la época esta fogosa relación: “Los Burton lograron conquistar el cariño del público norteamericano a base de talento, trabajo, descaro y glamur”.
La pasión de la que hacía gala la actriz, no sólo ardía en su vida amorosa. Sensible y consciente de que sus intervenciones públicas se convertían en titulares, no dudó en abanderar la lucha a favor de las personas con SIDA, en los años 90 cuando esta enfermedad suponía un estigma. Uno de sus amigos más queridos, Rock Hudson, con quien compartió protagonismo en el clásico “Gigante” (George Stevens, 1956), falleció por este motivo.
El apoyo de la actriz a esta causa fue reconocido con el Premio Príncipe de Asturias a la Concordia en 1992 y en su enérgico discurso soltó: “Si no se cambia pronto esta tendencia, el futuro del mundo se volverá oscuro y todos tendremos las manos manchadas de sangre’. Aprovechó además para criticar públicamente y con dureza la gestión, ante esta enfermedad, del entonces presidente, George Bush.
Uno de los hitos atribuidos a Elizabeth Taylor fue el de ser la primera actriz en cobrar un millón de dólares. “Si alguien es suficientemente tonto para ofrecerme un millón de dólares por hacer una película, no soy tonta como para desecharlo”.
Este fue el sueldo acordado por su interpretación en “Cleopatra” (Joseph L. Manckiewicz, 1963). Una película, que por las circunstancias que la rodearon, tiene una historia propia, de hecho se han escrito libros sobre esta carísima producción –terminó costando 44 millones de dólares–, llevó más de dos años de rodaje intermitente, Elisabeth Taylor casi muere por neumonía y la productora Tweenty Century Fox rozó la quiebra.
La película supuso el fin de una época, la de los grandes estudios que recreaban épocas históricas. Se construyeron casi 80 sets de rodaje de unas dimensiones extraordinarias, para conseguir sumergir al espectador en el contexto histórico y se confeccionaron 26.000 trajes para protagonistas y extras. Sólo Elisabeth Taylor lució 65 vestidos distintos.
Pero Cleopatra también supuso un principio, el de la historia de amor y pasión de Liz Taylor y Richard Burton, ambos casados. Este adulterio, muy lejos de ser discreto, llenaba páginas en las rotativas de los periódicos, por lo que no hizo falta más promoción para el estreno de este filme. La película se convirtió en la más taquillera en su año de estreno aunque, los poco más de 20 millones de dólares de recaudación, también la convirtieron en la menos rentable de todos los tiempos.
“Descubrirás quiénes son tus verdaderos amigos cuando te metas en un escándalo”.
Si bien Elizabeth Taylor gozó de una excelente posición económica, su mejor patrimonio fue la amistad. La inolvidable actriz de “Gigante”, “La gata sobre el tejado de zinc” o “Quién teme a Virginia Woolf”, atesoró verdaderos amigos en su recorrido vital y profesional. Con un alto concepto de la lealtad, fue especialmente sensible con personalidades vulnerables como la del actor Montgomery Clift, al que apoyó incondicionalmente en el complicado rodaje “El árbol de la vida”. (Edward Dmytryk. 1957). O James Dean en “Gigante”, donde se dice que la actriz casi ejerció de terapeuta ante los demonios internos del joven actor.
También fue muy sonada su amistad con Michael Jackson, con quien compartió gala y eventos durante años. La muerte del cantante afectó profundamente a la actriz que declaró al diario The Insider: “Mi corazón y mi mente están rotos. Amé a Michael con toda mi alma y no puedo imaginar la vida sin él”.
Tan alto concepto tuvo de la amistad que Elizabeth Taylor acabó recuperando su relación con la actriz Debbie Reynolds, a quien había traicionado arrebatándole el marido. Eddie Fisher, estrella musical del momento, estaba felizmente casado con Reynolds cuando el tercer marido de Taylor, Mike Todd, murió trágicamente en un accidente de avión. Catorce meses después de este fatídico episodio Eddie Fisher y Elizabeth Taylor contraían matrimonio en 1959. Tres años después la huracanada irrupción de Richard Burton en la vida de la actriz, se llevó por delante el matrimonio con Fisher. El tiempo acabó cicatrizando heridas y años más tarde pudo verse, de nuevo juntas, a las dos antiguas amigas, ambas divorciadas de sus respectivos cónyuges.
Una vida como la de Elizabeth Taylor contiene historias que parecen no agotarse. Ahora el documental “Elizabeth Taylor: las cintas perdidas”, se estrena en HBO, después de presentarse en el Festival de Cannes, ofreciendo un retrato íntimo narrado por la propia actriz.
A partir de una extensa entrevista que ofreció Taylor al periodista Richard Meryman en 1964 y el acceso a una serie de fotos personales, películas caseras y archivos inéditos, promete un recorrido vital, que una vez más, a nadie dejará indiferente.
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