Un homenaje a los 180 años de la proclamación del Estado de Florida (Final)
Por Rafael Jesús de la Morena Santana
Esta calzada, rival americana de la Vía Apia, llegaría a formar un circuito táctico de 600 km para los desplazamientos rápidos del Norte al Sur de La Florida y entre sus costas Este y Oeste, por los diferentes cuerpos de la Caballería, arma fundamental en ese entonces del poder militar terrestre estadounidense. Mas tarde se alargó hacia el sur, en el condado de Santa Lucia conectó con el nuevo Fort Capron, inaugurado en 1850, y fue decisivo para controlar el terreno de operaciones militares, durante la Tercera Guerra Seminola entre 1855 y 1858.
Al llegar a Washington la noticia de la conclusión de la pista bélica, el Comandante General del Ejército de los Estados Unidos, Alexander Macomb, reconoció a sus ejecutores, en nota aprobada por el Presidente Martin Van Buren, por la rapidez, la calidad, y el excelente trabajo topográfico de la obra ingeniera. La hazaña de José Mariano Hernández y Erastus Capron, había convertido La Florida en un valladar insuperable para batir ventajosamente a cualquier invasor extranjero.
Desde 1840, el camino abierto por José Mariano, Erastus y su legión de trabajadores, dignos competidores de los antiguos romanos, ha sido aprovechado además para las actividades socioeconómicas, siendo utilizado por los colonos, los cowboys y los comerciantes. Desde los albores del siglo XX sobre buena parte de su extensión se comenzaron a construir carreteras y luego modernas autopistas. De esta forma, como homenaje a estos impulsores del desarrollo floridano, el Hernández-Capron Trail ha sido incluido en el National Register of Historical Places.
De vuelta en la política, José Mariano Hernández desde la tribuna de la Asamblea de Representantes territorial que llegó a presidir, y con el apoyo del Gobernador John Branch, pasó a ser protagonista de la recta final de la campaña para lograr que La Florida pasara a ser Estado de la Unión. Este hecho memorable, del que se han cumplido 180 años, se materializó el 3 de marzo de 1845, cuando La Florida Oriental, principalmente gracias a la iniciativa de este fundador español, se convirtió en el Estado número 27 de los Estados Unidos de América.
Su popularidad estaba en la cima, José Mariano Hernández se presentó en 1848 a las elecciones a la Alcaldía de San Agustín, y resultó triunfador. Se desempeñó en ese cargo con su habitual desenvoltura, a pesar del exiguo presupuesto local, actuó como un eficaz administrador en función de la comunidad, de la que se mantenía cerca para recibir sus reclamos y solucionarlos, en uno de los recorridos vio al Padre Varela y le demostró la suma consideración y respeto que le merecía el patriarca cubano, quien aún impartía clases a un grupo de niños y personas pobres en su retiro de la Ciudad Primada.
Sin embargo, inesperadamente, en 1851 José Mariano volvió a sus raíces hispanas, se trasladó a Cuba, las fuentes dan diferentes causas: una herencia, para vivir con familiares cercanos, defraudado con la política norteamericana, contactos con los anexionistas cubanos. Lo cierto es que prefirió vivir en un país donde predominase la lengua castellana. La realidad es que se estableció en el Occidente cubano, en suelo de la feraz provincia de Matanzas, donde fomentó una plantación de caña, frutales y cultivos menores llamada “Audaz”, cerca del pueblo de Coliseo.
Terminaría su vida así, bajo la bandera roja y gualda y la cultura latina, este hombre, que es un puente entre Cuba y los Estados Unidos de América, fue un caballero que sin distinciones ni prejuicios, puso su espada, su inteligencia, habilidades y fortuna al servicio de los pueblos de habla hispana e inglesa, hasta su muerte el 8 de junio de 1857.
Los restos de este personaje, luego de un solemne funeral católico, fueron sepultados, como al inicio explicamos, en la bóveda de la familia Del Junco, en la Necrópolis que lleva el nombre de “San Carlos Borromeo”, Santo Patrón de la Atenas de Cuba.
Que un hombre de la dimensión histórica de José Mariano Hernández, haya decidido entregar las ultimas energías de su azarosa existencia de logros y creaciones a la Mayor de las Antillas, podemos considerarlo un orgullo más del pueblo cubano, porque ser guardián del descanso final de un héroe, es un mérito que solo se concede a sus pares.
José Mariano Hernández, es una figura sorprendente, su intensa vida llenaría con facilidad las páginas de una novela de aventuras, se desenvolvió en una etapa crucial de la Historia de América: entre el ocaso de un Imperio al que defendió al extremo de sus posibilidades y el crecimiento de los Estados Unidos, él tuvo la suficiente visión política de seguir el rumbo que le marcaba el destino, de ser protagonista y testigo del auge indetenible de la colosal Union Americana. En el nuevo escenario de lucha, este soldado criollo estaba consciente de que al empuñar su sable, lo hacía siempre para defender a paso de carga, el honor de pertenecer a esa hermandad de invencibles guerreros latinos que durante siglos han dado lustre al legendario Espíritu Español.







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