EL TRÍO MATAMOROS

Written by Demetiro J Perez

15 de octubre de 2024

Por:  Álvaro J. Álvarez

Miguel Matamoros, nació en el #48 de la calle San Germán entre Gallo y Matadero en Santiago de Cuba el 8 de mayo de 1894. Fue un músico y compositor cubano que tuvo una gran contribución al desarrollo del son cubano, ritmo procedente de las zonas rurales de la provincia de Oriente.

Mayormente conocido por ser el autor de temas populares como: El que Siembra su Maíz, Lágrimas Negras y Son de la Loma.

La noche del 8 de mayo de 1925, Siro Rodríguez fue invitado por el guitarrista Rafael Cueto al 31º cumpleaños del ya conocido cantante y también guitarrista Miguel Matamoros, autor del Son de la Loma, popularizado y grabado el año anterior por el Cuarteto Cruz. Lo mejor de la velada fue cuando los tres músicos se unieron en un trío improvisado, Miguel haciendo la voz prima y la guitarra, Siro la voz segunda y las maracas, y Rafael Cueto dando el tumbao con su guitarra acompañante, esa misma noche nació el Trío, aunque no con ese nombre porque el primero fue Trío Oriental.

Este grupo constituye una referencia obligada en la historia de la música afrocubana. 

El trío combinó de forma magistral los géneros del bolero y el son y con esa forma de interpretar la música lograron gran popularidad, tanto dentro como fuera de Cuba. 

Como pieza cumbre de esta unión del bolero y el son está el tema Lágrimas Negras, que ha sido grabada en cientos de versiones y marcado un hito en la historia musical de Cuba y el Caribe.

El trío creó todo un listado de éxitos populares y bailables del que podríamos mencionar: 

Promesa, Dulce Embeleso, Elíxir de la Vida, El Trío y el Ciclón, La Mujer de Antonio y Mamá son de la Loma.

Miguel, director, voz y guitarra prima. No hacía armonías rebuscadas, su música era tonal, en sus acompañamientos no empleaba disonancias ni otras asperezas armónicas y algunos críticos de la época lo tildaron de tradicionalista y anticuado. No obstante, Miguel, con su acento profundamente cubano, hizo que su música, interpretada magistralmente por su trío, fuera genuinamente popular.

Siro, nació el 9 de diciembre de 1899 en el #3 de la calle Marte entre Garzón y General Escario, en Santiago de Cuba. Allí creció, en la Loma del Tivolí, un barrio popular donde muchos franceses se refugiaron durante la Revolución de Haití al principio del Siglo XIX. 

Su madre, Leocadia Fourneau, su padre fue Apolonio Rodríguez. Como nota interesante en su pasaporte aparecía como Ciro Rodríguez, aunque él siempre aclaraba que su Siro era con S de sirope.

Tuvo que trabajar muy joven, antes de los 13 años, como herrero que aprendió de Melesio Rizo.

Guitarrista acompañante, no hacía, como Miguel, el típico rayado característico de la mayoría de los trovadores orientales, sino un movimiento melódico-armónico que realizaba en los bajos de su guitarra. 

Rafael, nació el 14 de marzo de 1900 en Santiago de Cuba. Comenzó a tocar la guitarra en forma autodidacta. Inicialmente realizó disímiles oficios antes de entrar en el mundo musical cubano, cuando estaba trabajando como oficinista en la Jefatura Local de Sanidad. 

Formó parte de varios grupos de trovadores santiagueros, pero su consagración se produjo cuando integró el Trío Matamoros donde creó un modelo rítmico, un tumbao, a base de un movimiento melódico armónico realizado con los bajos de la guitarra a los cuales le agregaba la percusión al tocar en la tapa de su instrumento con los dedos de su mano derecha.

El Trío Matamoros viajó a La Habana en 1926 para tocar en el Teatro Actualidades e intentar ser contratado para grabar para la Víctor, lograron que lo escucharan en la ferretería y almacén general que representaba a la Víctor en Cuba, Viuda de Humara y Lastra. Sin embargo, el momento todavía no había llegado. Hubo que esperar hasta 1928, cuando la Víctor y Humara y Lastra decidieron realizar una gira promocional del Sexteto Habanero por toda la isla, culminando en Santiago de Cuba. Los acompañaba Mr. Terry, director artístico de la Víctor y Juan Castro, empleado y hombre de confianza de Julián Lastra.

Cuando iban a comenzar a grabar el director del estudio objetó el nombre de Trío Oriental porque ya existía un trío con ese nombre, el de Blez y Figarola y había un Cuarteto Oriental. Entonces se decidieron por el sonoro apellido de Miguel: Matamoros. El día 28 de mayo de 1928, en Nueva Jersey, Siro, Rafael y Miguel grabaron por primera vez, contratados por la firma Víctor. Se cuenta que los nervios les traicionaron, pese al acople entre ellos tras varios años de serenatas y actuaciones en teatros, el resultado no fue el mejor. Por otro lado, aunque el trío se recuerda por su formato de dos guitarras y las maracas de Siro, algunas de estas placas dejan escuchar, indistintamente, claves o maracas. Incluso, es posible oír ambos instrumentos a la vez. 

Entre el 28 y el 31 de mayo de 1928 grabaron 20 números, todos de Miguel Matamoros, incluyendo el inmortal Son de la Loma y El que Siembra su Maíz. El éxito fue total, del primer título se vendieron más de 40,000 copias y del segundo más de 60,000. 

Entre el 24 y el 31 de julio de 1929 los Matamoros regresaron a Nueva York. Los empresarios de la Víctor aprovecharon la oportunidad y les grabaron 21 obras. El primer día, fueron invitados a grabar con la orquesta de Vicente Sigler, un habanero nacido hacia 1900, tal vez el segundo músico cubano en radicarse en EE.UU. En ese propio año ’29, comenzó su huella discográfica, muy escasa pese a mantenerse vigente hasta los años cuarenta.

Así, Miguel y Siro aparecen con la orquesta en la grabación de Rompiendo la Rutina, danzonete de Aniceto Díaz, a menos de dos meses de su estreno.

Las restantes 20 abarcarían desde El Manisero, de Moisés Simons y el vals Si Coge el Tren, de Miguel, hasta los sones de Matamoros, La Mujer de Antonio, Lucifer y El Paralítico, entre otros caprichos, popurrís, boleros, criollas y hasta sambas. Además, se grabaron, por esos días, el son Hojas para Baño, también de Miguel, y el clásico bolero Reclamo Místico, el 30 de julio de 1929.

Siguieron más viajes, pero las que más apreciaron fueron las giras a España en diciembre de 1929 y en septiembre de 1932. 

Antonio Machín y su cuarteto compartió sesión, de manera fortuita, con el Trío Matamoros en el Studio 3 de la Víctor el 27 de noviembre de 1935, en Nueva York.

En esa misma época, Siro grabó con el Trío Matamoros otro de sus boleros-sones, Martica, dedicado a su hija Marta recién nacida.

En la década de 1940, cuando en el ambiente musical habanero se escenifica el desarrollo de los conjuntos, Miguel fundó el Conjunto Matamoros. El conjunto como forma de expresión musical permitió la evolución del son al dar mayores posibilidades de orquestación que las ofrecidas por las formaciones antecesoras de Sexteto y Septeto.

Esta agrupación realizó más de un centenar de grabaciones, en algunas de las cuales Miguel se auxilió de otros vocalistas de renombre como Benny Moré y Carlos Embale (1923-1997). Realizó presentaciones en Santo Domingo, Venezuela, Puerto Rico y Nueva York.

Por lo regular el Trío Matamoros se mantuvo unido durante 35 años, aunque hubo algunas infidelidades como cuando Siro Rodríguez en 1935, estando en Nueva York y por invitación de Antonio Machín grabó su composición En El Campo. 

Luego del viaje a México en 1945 formó el Cuarteto Sonoro con Alberto Aroche, Rafael Cueto y Manuel Borgellá. 

Hasta el mismo Miguel Matamoros emprendió una nueva aventura más que musical con Juana María Casas (La Mariposa) y su Cuarteto Maisí. 

Miguel, sin su trío, grabó los danzonetes Rompiendo la Rutina y Mi último Canto con la Orquesta de Vicente Sigler en Nueva York. 

Además, en La Habana con la orquesta de Antonio María Romeu estas dos, Caminando se va Lejos y Quince.

Los Matamoros grabaron más fuera de Cuba. De las 225 grabaciones realizadas en el extranjero, 123 se efectuaron en los Estados Unidos, 25 en Puerto Rico y 7 en España. De todos los formatos asumidos por ellos, sobresale el Conjunto Matamoros, con sus ya anotadas 130 grabaciones. El Trío, por su parte, acumuló 283. 

Los tres géneros en el repertorio grabado fueron: 143 sones, 54 boleros y 75 como el bolero son, fusión de la cual fueron propulsores. Todos ellos acumulan poco más del 64 % de su discografía.

Poco más del 70% de su discografía corresponde a las 303 composiciones de los tres: 252 de Miguel, 35 de Siro y 16 de Cueto. Son cifras abrumadoras.

Actuaron por última vez en el Teatro Blanquita a principios de marzo de 1960. En ese mismo mes viajaron a los EE.UU, regresando poco después y desintegraron el Trío.

Miguel murió en 1971, Siro en 1981 y Rafael en 1991.

Estas son anécdotas de Miguel Matamoros sobre sus inspiraciones musicales.

El Paralítico. 

Lo compuso en La Habana en 1930. Lo hizo porque en ese tiempo no se hablaba en Cuba de otra cosa que de un médico español llamado Fernando Asuero, que curaba la parálisis.

La Mujer de Antonio.

Pepín Bacardí lo llamó y le dijo: Miguel me hace falta que vayas hoy al Hotel Venus, pues le voy a dar un almuerzo a Celia Montalván, una artista mexicana que vino a Santiago.

Celia tenía una perrita pequinesa muy zamba, cuando Miguel iba caminando a la perrita, se le ocurrió el verso: La perra de Celia camina así, pero luego hablando con Siro y Cueto, esa frase no le gustó, no tenía roncha, no iba a prender en el pueblo y cambió la letra por la mujer de Antonio.

Lágrimas Negras. 

En 1930 Miguel Matamoros viajó a Santo Domingo. Allí se hospedaba en la casa de huéspedes de Luz Saldaña. Un día en que oyó los quejidos de una mujer desde unos de los cuartos de la casa preguntó a Luz por qué lloraba aquella mujer de forma desconsolada. Ella le respondió que su compañero la había abandonado por otra. Allí mismo Miguel inspiró este bolero-son.

Veneración.

Esa que dice: Cuando tus vayas a Oriente. Esta pieza aparece registrada a nombre de Noemí Matos y no a su verdadero autor Miguel Matamoros. Esto fue un gesto de Miguel con Noemí que era la esposa de Rafael Cueto, guitarra acompañante del Trío Matamoros para que así ella cobrara los derechos de autor de la pieza musical.

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