Entre los 14,400 niños y adolescentes que se salvaron de vivir en Cuba bajo el comunismo y emigraron a través del movimiento “Pedro Pan” hay nombres de grandes triunfadores.
Rápido nos vienen a la memoria el senador Mel Martínez, el empresario Armando Codina, los cantantes Carlos Oliva y Willy Chirino. Entre las damas recordamos a Marisela Verena, Lissette Álvarez y la directora del grupo Carmen Valdivia.
Sin embargo, un miembro de ese selecto grupo lo fue un niño de alrededor de diez años, que nunca se menciona en una conversación relacionada a tan digno éxodo.
Marcos Rodríguez dejó a sus padres atrás en La Habana y se marchó hacia la residencia de un tío en la ciudad norteña de Jacksonville. Más tarde se fueron a vivir al pequeño pueblo de Clayton en el estado de Georgia; finalmente después de un largo período, sus progenitores, Manolo y María lograron reunirse con él aquí en Miami.
Su tremendo interés por el baloncesto comenzó en el momento que arribó a estas tierras. Según él, fue un amor a primera vista que lo ayudó a mermar el dolor que sentía por la separación. La angustia lo obligaba a adentrarse cada vez más en el deporte. Nunca se imaginó que
aquellas horas y el esfuerzo invertido jugarían un papel tan importante en su vida.
Horas y días se las pasaba jugando y practicando en los parques públicos o en los de las escuelas donde era estudiante. En su mente emulaba a las luminarias del momento.
Cuando le llegó el momento de ir a High School, a Rodríguez como la vasta mayoría de los muchachos cubanos de esos tiempos, la opción del colegio fue Miami High. El programa de baloncesto era liderado por el coach Vince Schaefer quien por cerca de 20 años había creado un imperio dentro de las canchas.
Su sueño de integrar el equipo se hizo realidad cuando fue escogido para el conjunto de primer año. Allí fue bautizado con el sobrenombre que para siempre sería reconocido. Desde ese momento Marcos pasaba a convertirse en Shakey que básicamente significa “Inquieto”.
Aunque su contribución como jugador dentro del
tabloncillo no era excelente, su conocimiento del juego y la preparación que llevaba eran admirables. Su carrera concluyó como la de cualquier otro jugador promedio.
Después de graduarse de High School cursó sus estudios superiores en las universidades de Saint Thomas, en aquel momento se llamaba Biscayne College, y FIU, de donde obtuvo su título universitario. A través de todo este tiempo, Shakey continuó envuelto en el deporte incurriendo cada vez más en la parte de entrenamiento.
En 1977 regresó a Miami High como asistente del
legendario Schaefer. Este siempre apreció la pasión y el conocimiento del joven entrenador, dejándole saber que algún día le pasaría las riendas del programa.
Por fin en el año 1981 le llegó la oportunidad que tanto deseó cuando el viejo entrenador le entregó las llaves del gimnasio para que continuara con la dinastía.
Con ese nombramiento Shakey se convirtió en el primer cubano en dirigir un equipo de baloncesto al nivel más alto de High School. Existieron otros entrenadores cubanos antes que él, pero en niveles privados y de menores escalas. Este logro sería el primero de muchos otros.
Su impacto no se hizo esperar cuando ganó los primeros 22 encuentros y esa primera temporada concluyó con 28 triunfos; incluyendo el título de campeón de la división del sur de Miami. Cada año sus escuadras mejoraron y su nombre creció dentro de los círculos del baloncesto.
El joven cubano promovió y elevó el basketball de Miami a nivel nacional. Se convirtió en un genial estratega donde todo muchacho quería representar los colores de Miami High.
En 1987 obtuvo el primero de sus campeonatos estatales. Ese conjunto contaba en sus filas con 7 jugadores que más tarde compitieron en universidades de primera división. De esa manera consiguió otro logro para nuestra comunidad exiliada siendo el primer cubano en ganar un título estatal.
Durante su liderazgo en Miami High su nombre fue sinónimo de triunfo. Su gran éxito fue la admiración de sus colegas y su aceptación dentro de las diferentes comunidades del área. Su humilde carácter lo ayudó a que los padres de sus jugadores confiaran en él sin ninguna duda.
En seis ocasiones sus equipos estuvieron calificados entre los mejores 10 de la nación. Del 1987 al 1994 participó en 7 finales de campeonato, saliendo victoriosos 5 veces.
La popularidad del programa y el orgullo que causó entre sus seguidores se transformó en leyenda. El gimnasio fue bautizado como “El Asilo”, por la dificultad que tenían lo visitantes de ganar. Durante un período de 7 años solamente perdió en 2 ocasiones. Común era ver a artistas, músicos y celebridades sentados en las gradas del legendario lugar.
Más de 100 coaches de universidades pasaron por las puertas del recinto escolar en búsqueda del talento que Shakey encontraba y moldeaba. De todos esos era sabido que el joven entrenador era un genio. Esas visitas causaron que más de 40 estudiantes pudieran jugar en la máxima categoría universitaria.
Estrellas de la talla de Anthony Grant, Vernon Delancy, Gimel Martínez, los hermanos Edwards (Douglas, Steven y Allen), José Ramos, César Portillo y muchos más, fueron sus alumnos. Su número final de victorias en High School fue 757.
En 1995 fue nombrado coach de la universidad de FIU siendo otra vez el primer cubano en poder dirigir a ese nivel. Su trayectoria en su antigua universidad también fue exitosa, pero como este artículo es sobre su carrera de High School solo mencionaré que hasta la fecha sigue siendo el director con mejor marca en la historia del plantel universitario.
Su enseñanza e influencia no solo se puede comprobar en jugadores que como Douglas Edwards llegaron al profesionalismo, sino que también le dio vuelo a la carrera de varios entrenadores como Grant, Allen Edward y Frank Martín que han sido bien exitosos en grados universitarios más otras decenas en High School. Por último, John Goble Jr, su hermano Jacyn y Dedric Taylor; tres de sus pupilos, son en la actualidad árbitros de la NBA.
Desafortunadamente en noviembre del 2020 a los 67 años de edad falleció víctima de un aneurisma. Irónicamente se preparaba para una práctica de basketball cuando fue hallado inconsciente en su hogar.
Una foto gigantesca, mostrándolo dirigiendo un partido, adornó la entrada de la Arena de Los Miami Heat en un tributo que le hiciera el equipo local.
Marcos “Shakey” Rodríguez dejó una estela de récords dentro de las cortes de baloncesto, pero más importante fue su labor humana que produjo hombres de bien para nuestra sociedad.
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