El tipo está quemao. En realidad no tengo idea de si Sandro es loco o sinvergüenza o es las dos cosas.
En las guaguas, en los parques, donde quiera, lanza una jerigonza con un acento raro y estrafalario.
La familia Castro que tan secretamente esconde sus asquerosas vidas, sus privilegios y los millones de dólares heredados no saben que hacer con este bicharraco.
Unas veces parece un locuaz personaje callejero, vaya, uno de esos vociferantes trastornados ambulantes y otras exhibe en las redes sociales su fortuna proveniente de las arcas de su sanguinario abuelo.
Este hijo de Alexis Castro Soto del Valle se retrata en un automóvil Mercedes Benz de extremo lujo que solo los millonarios poseen, es dueño de un montón de negocios y propiedades a través de la depauperada Isla.
Mientras la nación cubana sufre de apagones, él da suntuosas fiestas y bacanales donde participan artistas y deportistas multimillonarios extranjeros.
En los videos se refiere a todas sus riquezas y extravagancias como “los jugueticos que tenemos en casa”.
Este hijo de… Rebeca Arteaga que en realidad se llama Alessandro (por esa majomia de los Castro de utilizar el seudónimo “Alejandro” del Bola de churre) se muestra sin complejos en montones de celebraciones repletas de opulencia y de exquisitos manjares mientras nuestro país se hunde en una grave escasez de alimentos, medicinas, energía y productos básicos.
Todos los miembros de la diabólica dinastía Castro se refieren a él “como la papa podrida de la familia”. Yo lo que quisiera era meter en un saco a todo ese familión y la tiraría al fondo del Mar Caribe.
Pero, lo triste del caso es que si Ramiro Valdés no acaba de recibir la orden de Alejandro Castro Espín de darle a su primo una beca recluyéndolo en el “Hospital Siquiátrico de Mazorra” pronto lo veremos parqueando un Roll Royce en el Versailles de la Calle Ocho y tomarse un “cortadito”.
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