China Roja, en su elaborada maldad sin límites, bien enmascarada bajo la inefable diplomacia que practica socarronamente, ha perfeccionado el diabólico sistema mucho más allá de los exponentes de Lenin, Stalin, Kruschev, Brezhnev y otros. Ellos han inventado un hábil disfraz capitalista para encubrir su rígido control comunista. Un maoísmo estalinista con aires de democracia, podría decirse. ¡Y eso, precisamente, es mucho más peligroso!
Hoy disfrutan de un gran capital que jamás soñaron tener; sus fuerzas armadas cada vez son mayores y más fuertes, sus bien copiadas industrias elaboran todo tipo de manufactura de exportación, ignorando en muchas ocasiones derechos intelectuales y patentes, pagando salarios de miseria a su población en una competencia desleal con los mercados mundiales. Violan los derechos de pesca en aguas internacionales y nacionales a su gusto y antojo a pesar de las fricciones con Japón, Filipinas y hasta Vietnam; han creado islas artificiales a favor de su expansionismo y mejoran sus centros de espionaje aceleradamente manipulando las redes sociales, las antenas de trasmisión, los componentes electrónicos y hasta las oficinas de asistencia a sus ciudadanos en el extranjero que no son más que estaciones policíacas clandestinas del Ministerio de Seguridad Pública para intimidar y acosar a los ciudadanos y foráneos clasificados como enemigos del PCC (Partido Comunista Chino).
Los globos espías, como el derribado por Estados Unidos, han navegado impunemente por los espacios aéreos de muchas naciones del mundo. Pretenden que el estrecho de Formosa y hasta el Mar de la China sean aguas territoriales, y no pasan por alto el gran beneficio adicional que les rendiría la ocupación de Taiwán al poder controlar sus complejos industriales dedicados a la elaboración de avanzados microprocesadores, como es el caso de la empresa «TSMC», la mayor de Taiwán y una de las mayores del mundo, la cual controla el 56% del mercado global, con clientes como las compañías Apple, AMD, Nvidia, Marvell, Broadcom y otras.
Siete años después de firmado el «Comunicado de Shanghai» entre Richard Nixon y Mao Tse-tung, todavía China distaba mucho de lograr convertirse en el formidable enemigo que es hoy, lo que se vio claramente en febrero de 1979 durante su breve guerra fronteriza con Vietnam, en defensa del «Khmer Rouge». En aquellas casi cuatro semanas de lucha, el anticuado ejército chino apenas pudo ocupar algunas ciudades menores de su frontera norte. Las tropas del Comandante Zhou Deli, a pesar de penetrar por tres frentes, chocaron con el endurecido ejército del antiguo Vietnam del Norte, experimentado en la dura lucha que había sostenido frente al ejército norteamericano, y en sólo tres semanas declararon que la ruta a Hanoi había quedado abierta y que con ello concluían su operación militar, retirándose. Aunque ambos países declararon victoria, fue Vietnam el que realmente salió victorioso. El PCC comprendió que su ejército de tierra todavía era propio de una nación del tercer mundo, y se lanzó al armamentismo total.
Hoy, 44 años después, China Roja es un dragón que intenta acorralarnos. En noviembre de 2016 el entonces Presidente saliente Barack Obama, le informó al entrante Presidente Donald Trump que Corea del Norte era el problema más grave de política exterior que confrontaban los Estados Unidos. ¡Falso! ¡El mayor problema era y es China Roja! Corea del Norte es sólo el perrito rabioso que China controla con su correa y suelta a su gusto.
La flota militar china de 37 buques hace apenas tres décadas, hoy cuenta con más de 300, incluyendo tres portaaviones, entre ellos el Shangdong botado en abril de 2017, de 60,000 toneladas, y el nuevo Fujian de 80,000 toneladas con una catapulta electro-magnética de despegue, mucho más rápida que la de cualquier otro portaaviones existente, el cual estará listo en tres años. Además, cuenta con 65 submarinos, entre ellos 6 de la clase Shang con cohetes crucero, 17 de la clase Yuan con cohetes anti-buques y 6 de la clase Jin con cohetes balísticos. Ya Taiwán y el Kuomintang son enemigos muy insignificantes; ahora quieren medirse con los Estados Unidos de América en todos los frentes.
Sus onerosos préstamos a países pequeños o naciones en dificultades sólo sirven para comprar voluntades o robarles poco a poco su tesoro nacional cuando se ven en apuros para pagar, y siempre están recubiertos con un velo de secretismo, ocultos al escrutinio público para evitar críticas o protestas populares, algo muy diferente en procedimientos y conceptos a los tramitados por el Fondo Monetario Internacional.
Entre esos préstamos hechos por China destacan los efectuados a la República Argentina y también a Turquía, país que es un miembro clave de la OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte). Otros préstamos similares, con los mismos objetivos, han sido hechos a naciones asiáticas y africanas, extendiendo así los tentáculos de su influencia por el mundo entero y adquiriendo adeptos políticos de conveniencia, casi siempre corruptos, como ellos.
Felipe Lorenzo
Hialeah, Fl.
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