El Jefe

25 de febrero de 2025

Por José “Chamby” Campos

Cuando vemos como los Yankees de Nueva York han actuado desde el fallecimiento de George Steinbrenner es interesante analizar su trayectoria como hombre de béisbol.

Irónicamente fue criticado por el modo de operar sus queridos Yankees de Nueva York. Para él nunca existió la palabra NO, cualquier objeción la percibió como un simple obstáculo en el camino del triunfo. 

Cuando al final de la década de los 80’s después que fuera suspendido por el comisionado de la liga y con dos triunfos en Series Mundiales, sus detractores se imaginaron que jamás regresaría al béisbol. 

No solamente volvió, sino que orquestó la gran dinastía que perduró desde mediado de los 90’s hasta el 2010 que curiosamente fue la fecha de su muerte.

En este segundo aire superó todos sus triunfos anteriores con un grupo de jóvenes que hasta el día de hoy es probablemente una de las mejores cosechas de las últimas cinco décadas. Como prueba de este sentir menciono los nombres de Derek Jeter, Jorge Posada, Andy Pettitte, Mariano Rivera y Bernie Williams quienes llenaron un impresionante resumé que contiene 87 años de representación neoyorquina donde conquistaron 24 coronas de campeones mundiales colectivamente.

George Steinbrenner fue llana y sencillamente una víctima de sus propios triunfos. Un hombre que no se conformaba con algo que no fuera la cima. 

Cuando compró a “Los Mulos de Manhattan” en 1972 pagó por ellos alrededor de $10 millones y en la actualidad es la franquicia deportiva más costosa y prestigiosa del universo. Para lograr esto, el señor Steinbrenner creó una cultura de tradición y éxito. 

Tradición, a través de los nombres del pasado, Joe DiMaggio, Mickey Mantle, Yogi Berra, Whitey Ford, Elston Howard etc, etc. a los cuales los hizo parte integral de lo que serían los “Nuevos Yankees” y que mejor ejemplo que el de sus primeros dirigentes, Ralph Houk y Billy Martin. 

Éxito, en la manera de convencer y mejorar una franquicia que había caído en un abismo total en tan sólo una década.

Si bien la prensa bautizó el antiguo Estadio de los Yankees como “La Casa que Babe Ruth construyó” haciendo referencia a la invencibilidad de aquellas escuadras y las asistencias totales; también es cierto que “Steinbrenner la remodeló” cuando en los años anteriores que él comprara el equipo, la concurrencia a los juegos era bastante escasa y con su llegada, el boleto de entrada a un partido de los Yankees se convirtió en la tarea más difícil de lograr en toda la ciudad de Nueva York. 

Con su ingreso a las grandes ligas, “La Gran Manzana” y “Los Colosos del Bronx” regresaron a las primeras páginas de los periódicos.  La televisión mundial reportó de nuevo todos los acontecimientos del equipo con lujo de detalles. George recuperó el sentido de orgullo que todo neoyorquino añoraba y a su vez anhelaba. Como agradecimiento la ciudad de los rascacielos lo proclamó “El Rey”.

Inclusive su carisma y su carácter llegó a opacar a otra figura que era parte de la vida diaria de la ciudad y que hoy día es nuestro presidente, el señor Donald Trump.

Pero no solamente se benefició Nueva York. Las Grandes Ligas comenzaron a prosperar gracias a las nuevas iniciativas que él patrocinó. En el momento que la agencia libre nació, los dueños de equipos clamaban que arruinaría el pasatiempo nacional, Steinbrenner firmó a Jim “Catfish” Hunter y desde ese momento los peloteros tuvieron voz por primera vez en la historia del deporte. Lo que parecía una desgracia se convirtió en el futuro que hoy presenciamos.

El magnate naviero inmediatamente reconoció el poder de la televisión como el gran embajador de un juego que estaba estancado. Con el surgimiento de la televisión por cable, invirtió en su propia cadena, la empresa YES, la cual ha llevado el deporte a los todos los confines de la tierra.

Nadie ha promovido el béisbol como lo ha logrado la organización de Los Yankees. En cada crisis que existió en el deporte desde que él llegara a Nueva York, George Steinbrenner llevó la voz cantante de los dueños. 

Se le puede acusar de arrogante, impulsivo, demandante y muchos otros adjetivos más, pero la realidad es que durante sus 38 años al mando del tema de las rayas azules ninguna otra organización fue más triunfadora ni relevante.

En la actualidad, los peloteros están mejor financieramente, los dueños de equipos tienen más solidez económica, las facilidades, (con ciertas excepciones), son verdaderas obras de arte, más personas siguen el deporte y el béisbol se consagra como el pasatiempo nacional.

Como aficionado de la pelota y amante de los Yankees de Nueva York le digo lo que todo el béisbol le debería de decir, GRACIAS SEÑOR STEINBRENNER.

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