El Ganges: Río Sagrado  de la India

Written by Libre Online

22 de agosto de 2023

Por GORDON COOPER (1954)

Millones de peregrinos acuden todos los años a bañarse en las aguas purificadoras de este río que nace en el Himalaya, y en el cual desean que arrojen sus cenizas, para que la arrastre al mar. En sus márgenes surgieron dos grandes religiones y se desarrollaron espeluznantes dramas. Y se alzaron las capitales de poderosos imperios a tiempo desaparecidos.

De todos los grandes ríos de la superficie de la tierra, ninguno puede compararse en santidad con el Ganges, o Madre Ganges, como le llaman afectuosamente los devotos hindúes. Desde su fuente en la cordillera del Himalaya hasta su desembocadura en el golfo de Bengala sus orillas son tierra sagrada. Cada punto de confluencia de un tributario con la corriente principal tiene su pretensión especial a la santidad. Empero la lengua de tierra de Allahabad, donde el Ganges se junta con su gran hermano el Jumna (de ochocientas millas de longitud), es el verdadero Prayag, lugar de peregrinación donde acuden millares de devotos hindúes para lavar sus pecados en las aguas santificantes. Muchos de los otros ríos sagrados de la India toman prestada su santidad de una supuesta conexión subterránea con el Ganges.

Como ocurre con frecuencia, especialmente en la India, bellas fábulas se refieren a los sitios de santidad. En el caso del Ganges una antigua leyenda cuenta que Ganga, o Ganges, la hermosa hija del rey Himalaya y su esposa, la ninfa del aire Menaka, fue persuadida, tras largas súplicas, a derramar su influencia purificadora sobre la pecadora tierra. La caverna tachonada de carámbanos de la cual salió ella es el enmarañado cabello del dios Siva, la divinidad hindú, que es el destructor en la trinidad en la cual Brahma es el creador y Vishnu el conservador. Encantadoras leyendas santifican cada parte del curso del río; y por los nombres de sus tributarios y de las poblaciones que están a lo largo de sus márgenes, pudiera formarse toda una mitología.

El estuario del Ganges no es menos sagrado que su fuente. La isla de Sagar en su desembocadura es visitada anualmente por un vasto concurso de peregrinos, en conmemoración de su acto de gracia salvadora; a fin de purificar los 60,000 condenados de la casa de Sagar, se dividió el río en cien canales, cerciorándose así de llegar a los restos de ellos con sus aguas purificadoras, y formó de ese modo el delta de Bengala. La peregrinación de 6 años desde su fuente a su desembocadura y regreso, conocida por pradak-shina, muchos la realizan todavía, y puede verse a unos cuantos devotos fatigosamente realizando la meritoria penitencia de “medir su longitud” a lo largo de ciertos puntos de la ruta. El bañarse en el Ganges en determinadas fiestas lava la culpa, y los que han sido de esta suerte purificados les llevan botellas con agua del sagrado río a sus parientes en provincias distantes. Morir y ser cremados en la orilla del río, y hacer que la corriente del mismo lleve sus cenizas al mar, es la última voluntad de millones de hindúes. Se dice que inclusive pronunciando como una jaculatoria las palabras “Ganga, Ganga”, a una distancia de cien leguas del río se pueden purgar los pecados cometidos en tres vidas anteriores.

Mas, aparte de su gran significado religioso, el Ganges ha ganado la reverencia del pueblo hindú por sus siglos de labor indefectible en favor de ese pueblo, por su gran importancia comercial y agrícola. El río y sus tributarios son los incansables portadores de agua para las provincias densamente pobladas de la India, y en sus valles el riego se ha practicado más extensamente que en ninguna otra parte del mundo. Grandes canales ligados a innumerables zanjas divierten las aguas de las crecidas. Literalmente millones de pozos tachonan el valle de los que se saca el agua laboriosamente con primitivas norias, operadas por bueyes. La tierra de aluvión del Río Sagrado imparte al suelo una continua y rica fertilidad. Ninguno de los otros ríos de la India, en realidad, se acerca al Ganges en los beneficios prácticos que proporciona. El Brahmaputra y el Indo tienen sin duda corrientes más largas, pero sus cursos superiores están allende la gran muralla montañosa, en las reconditeces desconocidas del Himalaya. Ningún otro río del mundo -no es exageración sostenerlo- tiene tan profundo significado para tantas gentes, porque en sus valles pululan ellas por millones: más seres humanos de los que pueden hallarse en cualquier región similar, salvo la del Yangtze Kiang.

Ninguno de los ríos de la India meridional es navegable en el verdadero sentido de la palabra, aunque en el norte el Ganges permite recorrer mil millas desde su desembocadura. Por consiguiente, el río ha desempeñado un papel preeminente en el desarrollo comercial de la India septentrional y muchas grandes factorías y ciudades se hallan en sus riberas. También, a diferencia de las del Brahmaputra y el Indo, muchas de estas ciudades son de gran interés histórico. Calcutta, Patna y Benarés se elevan en sus orillas; Agra y Delhi en las de su tributario, el Jumna; y Allahabad en la lengua de tierra donde se unen esos dos ríos. Muchos millones de seres humanos viven del comercio a lo largo de sus suburbios a ambos lados del río, contiene una población de cerca de dos millones y medio de habitantes. Es uno de los puertos más activos del mundo, y es también el centro educacional de la India.

 El lugar donde nace el Ganges está en los Montes Himalaya cerca de Gangotri, a diez mil pies sobre el nivel del mar, mientras que varios de sus tributarios septentrionales vienen de altitudes mucho mayores; las fuentes del Gogra, de cerca del Nanda Devi (25,465 pies); el Gadak de las cercanías de Dhaulagiri (26,291 pies); y el Kosi nace en el puesto avanzado tibetano de Gosai Than (26,291 pies), mientras que sus afluentes llegan inclusive a las laderas del Kinchinjunga (28,146 pies), y de la más alta de todas las montañas,  el Everest (29,002 pies). Puede sostenerse, pues, que las aguas del Ganges surgen de las tierras de las nieves perpetuas, la morada de los dioses, entre los helados picachos del Himalaya.

Una vez que ha dejado su fuente montañosa el Ganges no tarda en entrar en los llanos, y a través de su valle corre hacia el este en un declive muy suave, rumbo al mar. A doscientas millas del mar el río se divide formando su delta en abanico, una de las más extensas del mundo, que cubre una región de ochenta a doscientas millas de ancho de este a oeste, comprendiendo como la tercera parte de la provincia de Bengala. La porción inicial de este vasto delta contiene tierra fértil, pero se trueca más tarde en pantanos, guarida de tigres y otros animales salvajes, y finalmente en bajíos de barro resbaladizo, allende los cuales está el mar.

Muchas otras corrientes fluviales además del Ganges vierten sus aguas en ese delta incluyendo el Brahmaputra, cuyo volumen es con mucho el mayor de todos. Durante la crecida los ríos combinados proporcionan un aporte de agua con un volumen de 1,800,000 pies cúbicos por segundo, que es mayor que el máximum alcanzado por el Mississippi.

Históricamente el Ganges tiene gran interés. Dos grandes religiones del mundo, el hinduismo y el budismo, surgieron en su valle. A lo largo del mismo valle también han penetrado ejércitos invasores, infligiendo con frecuencia a las ciudades por donde pasaban, bárbaras brutalidades. Además de las poblaciones antes mencionadas, hay otras de considerable interés histórico en las orillas del Ganges: Cawnpore y Lucknow han estado particularmente relacionadas con la ocupación británica de la India. Igualmente, rico en remembranzas históricas es el Jumna, sitio de varias conquistas mahometanas y asiento de sus capitales, de las cuales Agra y Delhi son las más destacadas.

A fin de proporcionar un fondo a la historia del Ganges, voy a tomar tres poblaciones de interés histórico que están en sus orillas -Hardwar, Cawnpore y Benarés- y haré un breve relato de cada una de ellas.

Hardwar es una ciudad bastante pequeña, pero muy vieja, muy celebrada como centro de festivales religiosos, y a través de la historia ha ostentado muchos nombres. Es el primer lugar de importancia que encuentra el Ganges en su curso, y se halla en las márgenes del río donde éste deja la cadena de montañas y penetra en el gran llano de la India, habiendo pasado por una enorme garganta. A decir verdad, uno de sus nombres comunes es Gangadwara o la puerta del Ganges.

Pintorescamente situada a orillas del río, Hardwar tiene una sucesión de templos. El más sagrado de todos los santuarios es el har-ki-pairi o ghat de baño, llamado así por la impronta de los pies de Vishnu en una piedra que forma parte de la pared. Originalmente este ghats era muy pequeño, pero después de un terrible desastre en que 430 peregrinos murieron aplastados al tratar de llegar a la rebalsa ha sido agrandado considerablemente. En la actualidad más de dos millones de peregrinos visitan anualmente este sitio formado por la corriente del Ganges para bañarse en sus aguas sagradas.

 Junto al Har-ki-pairi se halla el templo de Gangadwara, el más grande y más importante de todos los santuarios de Hardwar. Cada doce años un festival especial de baño conocido por Kumbh-Mela se celebra en Hardwar, atrayendo a más de 500,000 peregrinos de todas partes de la India, cuando el bañarse en el río se convierte en un acto de mérito peculiar.

En lo pasado en algunas de estas reuniones han ocurrido motines y sangrientos encuentros entre rivales.  En 1750 las muchedumbres rivales de los Goshains y Bairagis libraron una batalla campal, en que se dice resultaron muertas 1,800 personas, mientras que en 1795 los peregrinos Sikhs mataron a 500 de los Goshains. La epidemia del cólera ha causado también con frecuencia gran número de bajas, y ocasionalmente las autoridades han tenido que dispersar a la vasta muchedumbre de gente allí congregada para impedir la difusión del mal.

Mucho más abajo en las márgenes del Ganges se alza Cawnpore, importante enlace ferroviario y centro industrial. Pero su notoriedad se debe principalmente a la matanza de soldados británicos y familias europeas perpetrada allí en 1857 durante el motín de los cipayos. Es un relato que ha sido contado muchas veces.

Había a la sazón en Cawnpore unos 750 europeos -hombres, mujeres y niños- incluyendo 175 soldados británicos. Había también allí cierto número de tropas nativas de disposición incierta. El oficial británico que ostentaba el mando era mayor general Sir Hugh Wheeler, hombre con una gran hoja de servicios distinguidos y gran experiencia, aunque contaba a la sazón más de setenta años.

El maharajá local que lo era el de Bithur, más conocido con el nombre del Nana Sahib, era un hombre descontento, dedicado constantemente a intrigas y rodeado de una legión de cortesanos dudosos y maquinadores. Sin embargo, exteriormente el Nana Shib parecía ser amigo de los ingleses y por la mayoría, incluyendo a Wheeler, estaba considerado como un leal partidario y apoyador del gobierno. Se le permitía hasta conservar un pequeño contingente de servidores armados.

Aparte las tropas nativas de dudosa lealtad, había en Cawnpore también una considerable chusma urbana, que contenía un gran número de criminales fugitivos de la justicia que estaban de paso para Uudh, donde se hallarían fuera del alcance de las autoridades británicas. Cuando se esparció el rumor referente a un nuevo tipo de cartucho que iba a dársele a las tropas, y que se decía estaba untado de grasa animal -cosa contraria a sus creencias religiosas- la excitación sediciosa fue fácilmente fomentada.

Para entonces ya se hizo evidente el peligro, de suerte que todos los civiles europeos fueron trasladados a los cuarteles, y el general Wheeler telegrafió pidiendo refuerzos a Lucknow, que llegaron en forma de cincuenta hombres. Sin embargo, el general dependía aun implícitamente del Nana a quien se le encomendó la custodia del tesoro. Se tomaron ciertas medidas para fortificar el cuartel que era a la vez un fortín, pero se abandonó el arsenal, medida que ha dado pábulo a las críticas desde entonces. Habría podido sostenerse por tiempo indefinido contra casi cualquier fuerza y contenía abundantes provisiones de todas clases.

Para el 4 de junio estaban bien avanzados los preparativos en el atrincheramiento inglés, y ese día la caballería indígena se amotinó, seguida por otras tropas nativas. Sus primeros actos fueron saquear el tesoro, abrir la cárcel, y pillar la estación civil. Los cipayos marcharon entonces a Delhi; pero el Nana corrió tras ellos y los indujo a retornar y destruir a los ingleses, llegando a informar al general Wheeler de sus intenciones en una carta. Todos los europeos fueron presurosamente llamados al atrincheramiento tarde, porque a las 10 a.m. Del día seis se disparó el primer cañonazo contra la guarnición sitiada. Desde aquel momento hasta el día 26 la defensa estuvo sujeta a un incesante bombardeo con piezas de artillería pesada traídas por el Nana del arsenal. Tres botes cargados de fugitivos, en total unas sesenta o setenta personas, que bajaban por el Ganges a refugiarse en Cawnpore, encallaron y todo el grupo fue masacrado por orden del Nana Sahib.

Se hicieron varios asaltos al atrincheramiento, pero fueron rechazados, aunque las pérdidas experimentadas por la guarnición por el ataque de la artillería y por las enfermedades, eran subidas. Una dolorosa pérdida sufrieron los sitiados al incendiarse uno de los techos de paja del cuartel, dando por resultado no solamente la pérdida de todas las provisiones del hospital, sino privando al propio tiempo a muchos de los defensores de techo para guarecerse de los ardientes rayos del sol. No hay duda de que por esta época unos refuerzos por pequeños que fueran hubieran permitido a Wheeler propinar un golpe aplastante a un enemigo que estaba perdiendo el ánimo. Por desdicha, justamente antes del sitio, el general había debilitado seriamente sus propias fuerzas, enviando cincuenta hombres a Lucknow.  

El 25 de junio el Nana propuso condiciones a los sitiados que fueron aceptadas, y en la mañana del 27 la guarnición salió marchando bajo las armas a tomar unas embarcaciones en el Ganges. Nana, sin embargo, había incumplido su palabra y hecho ciertos arreglos que dieron por resultado que todos, con una sola excepción, fueran capturados. Hasta del único bote que logró escapar solamente sobrevivieron cuatro personas que fueron rescatadas por el leal rajah de Murarmau. Todos los hombres que iban en los otros botes fueron abatidos a tiros en la orilla del río, y las mujeres y los niños, en número de 125, llevados al cautiverio. Nuevas matanzas tuvieron lugar durante las próximas dos semanas y más mujeres y niños fueron agregados al cuerpo original de prisioneros. Al principio se mantuvo a éstos en un edificio, utilizado por el Nana como residencia durante el sitio, pero más tarde se les trasladó al Bibighar en el viejo acantonamiento, hasta el acto final de la tragedia que tuvo evento el 15 de julio en que el avance de Havelock sobre Cawnpore hizo ver al Nana su inevitable suerte.

Entre tanto el Nana habíase entronizado como Peshwa el primero de julio, aunque su soberanía era poco más que normal. Surgieron dificultades entre los hindúes rebeldes y los musulmanes, volviendo éstos últimos su atención a un líder que ellos mismos habían escogido, un tal Manhe Nawab. Este habíase hecho ya objeto de sospechas y fue por consiguiente encarcelado por el Nana, que al mismo tiempo trató de pacificar a los mahometanos. El gobierno del Nana era en realidad del tiempo más primitivo, basándose totalmente en la fuerza y el miedo. Se recaudaban fondos por medio de la extorsión a banqueros y comerciantes de la ciudad, que pronto desearon la vuelta de los ingleses. Pero había otros muchos adherentes -por algún tiempo- a la bandera del Nana y pronto otros muchos distritos estaban en abierta rebelión, hasta que prácticamente toda la comunidad de Rajput se unió a la insurrección.

El Nana, sin embargo, no estaba destinado a sentarse mucho tiempo en su trono manchado de sangre, porque ahora tenía que contar con el ejército vengador de Havelock. Cuando sus tropas se enfrentaron con los ingleses y fueron derrotadas completamente, el Nana hizo asesinar cruelmente a todos sus inermes cautivos del Bibighar. Ya Cawnpore se hallaba sumida en la más absoluta confusión, y a pesar de la última resistencia hecha por las tropas del Nana, el ejército rebelde fue derrotado y su líder huyó presuroso al otro lado del Ganges sólo para tener según se cree, una muerte miserable, presa de la fiebre y la gangrena, en los pantanos de Nepal Tarai. De los acontecimientos ocurridos durante el motín de los cipayos en otras partes de la India no hay que hablar aquí, porque este es simplemente el relato de una página triste de la historia británica, bajo el acápite de “Cawnpore”, una de las ciudades que baña el Ganges.

Benarés, cuatrocientas millas al oeste-noroeste de Calcuta, es una de las ciudades más primitivos puestos avanzados de la inmigración aria, y todo señala para la existencia de una ciudad populosa en ese sitio en una época muy remota. Se dice que Buda predicó su primer sermón no lejos de aquí y que el budismo floreció por algún tiempo en esa ciudad, más desde hace ya muchos siglos la ciudad ha estado entregada al hinduismo Benarés es, en verdad, la Ciudad Santa de los hindúes y el objeto de constantes peregrinaciones. Es acaso la ciudad más esencialmente hindú de toda la península.

Benarés es naturalmente una ciudad de magnitud considerable, porque tiene una población de un cuarto de millón de habitantes, y mantiene numerosos mercados y bazares, donde el visitante puede apreciar la manufactura de brocados, filigranas de oro, juguetes laqueados, vasijas de latón batido, hilo de oro y plata y joyería. Pero es en el Ganges donde tiene su centro verdaderamente la vida de Benarés. La gente viene de palacios y junglas a morir en sus sagradas riberas, y aquí traen sus familias a los viejos y los enfermos para aguardar su fin. Con frecuencia los parientes no regresan a sus hogares en el camino después de morir los deudos, por lo cual la población de la ciudad crece constantemente. Para aquellos que sientan que su fin está cerca este es el sitio en que ávidamente desean hallarse.

“¡Oh, morir en Berarés! ¡Morir en las orillas del Ganges! ¡Hacerse bañar el cuerpo por última vez, y luego hacer arrojar las cenizas de uno al río!” (Pierre Loti).

Casi todas las calles de Benarés conducen al río, donde se tornan más anchas, porque la ciudad misma es un perfecto laberinto de estrechos pasajes. En la orilla del río magníficos palacios y la línea horizontal más fantástica del mundo, un friso de templos de granito, pirámides rosáceas, áureas chimeneas y toda la ciudad sagrada, extendida en terrazas, como para captar la primera luz y ataviarse con la gloria de la mañana. En total dícese que tiene 1,500 templos y grandes mezquitas, y también muchos lugares sagrados de baño, a los que se llega por los famosos ghats o escaleras de piedra.

Esta maciza serie de peldaños que se extiende a lo largo de la orilla y llega hasta el borde del agua aún en tiempos de sequía, donde templos caídos emergen de su limoso lecho, fueron edificadas en honor del Ganges, y en cada desembarcadero hay pequeños altares de granito, en forma de nichos, en los cuales se colocan diminutos dioses. Estas imágenes son como las de los templos, pero de construcción más sólida, a fin de que puedan resistir el embate de las aguas que las cubren durante las crecidas anuales.

A través de los años, decenas de millares de fieles pueblan esas escaleras, peregrinos de todas partes de la India. Algunos han medido su longitud a lo largo de la orilla del río desde sus fuentes en el Himalaya. En estado de éxtasis espiritual descienden a las aguas fangosas, se lavan la ropa, bañan sus cuerpos, y beben de la corriente “purificadora”. Acá y allá piras funerales (ghats de cremación) estallan en llamas, mientras que el humo desprendido de la carne quemada se eleva casi como un incienso continuo. Las cenizas son arrojadas a las aguas acompañadas de ofrendas florales. Los cuerpos de las vacas sagradas son también arrojados al Ganges cuando mueren, y en sus carroñas hinchadas pronto se posan los buitres para desgarrar la carne podrida. Por extraño que parezca no ocurren tantas epidemias como pudiera esperarse.

Muchos de los ghats tienen especial relación con alguna deidad mitológica. En el Assit-ghat, por ejemplo, uno de los cinco más sagrados lugares de baño, se cuenta la historia de que Durga después de haber alcanzado la victoria sobre Suma y Nisuma, dos demonios que habían disputado su autoridad durante un millón de años, descansaron en Durga Kund y allí dejó caer su espada, que cavó el canal del Assí, siendo en lo adelante la corriente bendecida por la diosa con el don de quitar los pecados de los que la cruzaban hasta Kashi.

En el famoso Dasaswamedh-ghat una empinada escalera conduce al agua desde la vía principal que atraviesa la ciudad, y el ghat recibe su nombre y santidad del sacrificio de diez caballos realizado aquí por Brahma, que de ese modo hizo a Benarés tan sagrada como Allahabad. El lugar es teatro de grandes ferias de baño, especialmente las que ocurren cuando los eclipses.

 Otro de los cinco lugares especiales de peregrinación es el Manikarnika-ghat. Deriva su nombre del pozo en que se dice cayó el arete de Parbati pues la palabra significa “joya de oreja”. Se cuentan otras historias en relación con su origen, pero en todo caso las aguas del pozo que han hecho fétidas los millares de fieles que han venido a lavar sus pecados allí, están consideradas las más eficaces para otorgar la salvación entre los baños de la India. Cuatro tramos de escalera conducen al agua, y entre el pozo y Ganges está el templo de Tareskawar, que ha sufrido mucho con la acción del río. Más arriba del templo hay una gran losa redonda de piedra, en el pavimento, y empotrada en ella un bloque de mármol con las huellas de los pies de Vishnu: es éste el sitio especial de cremación de los miembros de las familias nobles.

Es el amanecer cuando comienza la fe brahmánica, y en esta hora temprana es cuando resulta más gloriosa e impresionante la escena que se ve en el litoral del río. “Despertados por el beso del sol, todos los que han recibido almas de Brahma bajan corriendo gozosos los escalones de granito. Los hombres cuyos rostros resplandecen de calma serenidad, visten chales de Cachemira, unos rosados, otros amarillos, y algunos del color de la aurora. Las mujeres con velos de muselina a estilo antiguo forman grupos blancos a lo largo de la vía, y el reflejo de sus aguamaniles de cobre y sus vasos de beber, titila entre los destellos de plata, de sus muchos brazaletes, collares y las ajorcas que llevan en torno a los tobillos. Noblemente bellas de rostro y porte, caminan como diosas, mientras los anillos de metal de sus brazos y pies murmuran musicalmente”.

Todos vienen al río adornados con guirnaldas, cada uno trayendo la ofrenda de una corona. En muchos templos se rezan oraciones matutinas, se oye el redoblar de tambores, el lamento penetrante de las gaitas y el estruendo de las trompetas sagradas.

Mezclados con la muchedumbre hay niños desnudos, yogis, barbudos faquires, ganado sagrado, ovejas y cabras, perros y monos. El ganado avanza con paso lento, mientras el pueblo se aparta respetuosamente para ofrecerle nuevas coronas de juncos y flores.

Al pie de los peldaños los hombres se desvisten y se meten hasta la cintura en las aguas lustrales. Las mujeres, sin quitarse el velo de muselina que les cubre los hombros y el busto, simplemente introducen en el Ganges sus enjoyados brazos y pies hasta el tobillo; luego se arrodillan en el borde y se sueltan el cabello, dejándolo caer en el agua. En todas partes los fieles arrojan sus guirnaldas y flores sueltas en las aguas; todos rebosan sus vasijas e inclinados llenan de agua el hueco de las manos y beben. El sentimiento religioso reina supremo y todo pensamiento sensual y material parece desvanecerse. Estas aguas del Ganges, en verdad, parecen ser, “enviadas por el cielo”.

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