El flamenco vuelve al Salón de Baile del Teatro Real

Written by Libre Online

5 de noviembre de 2024

’Flamenco en el Real’ lleva ya siete temporadas formando parte del compromiso del Teatro Real con la promoción y difusión de este arte, el flamenco. Cada una de estas ediciones nacionales se trasforman después en gira internacionales, conocidas como Authentic Flamenco, con un total de 500 actuaciones en 48 ciudades de 14 países de los cinco continentes, en especial los de Iberoamérica donde el flamenco mantiene poderosas conexiones.

Por Amalia González Manjavacas

Desde que en 2018 diera comienzo estas sesiones flamencas, el Salón de Baile del Teatro Real se convierte en un elegante y acogedor tablao flamenco en el que poder asistir a ese diálogo entre diferentes formas de expresión artística: baile, cante y guitarra. 

 Cada mes -de octubre a junio- el Real brilla y vibra por el taconeo del flamenco bajo un particular cielo estrellado donde celebrar la enorme riqueza y variedad de este arte. Y es cierto que el flamenco atraviesa fronteras para acabar siempre emocionando y cautivando al público allí donde esté. 

 Cada espectáculo es un encuentro único e irrepetible, porque en cada uno pasan cosas distintas, donde cada artista plasma inevitablemente su actualización del flamenco. En palabras de sus organizadores “El flamenco se reinventa en cada artista, con su herencia, su lenguaje, sus emociones, sus inquietudes… pero sobre todo con su creatividad. Cada espectáculo es un diálogo entre tradición y modernidad, en una permanente búsqueda que permite al público acompañar la evolución de este arte que nos atañe y nos transforma”.

Repiten en el baile, Eduardo Guerrero, Amador Rojas y El Yiyo que ya actuaron en pasadas ediciones y debutan Patricia Donn, Paula Rodríguez, Lucía Campillo y Paula Comitre.

Eduardo Guerrero presente en todas las temporadas 

Eduardo Guerrero presenta Códigos, un espectáculo que lleva al extremo la rítmica de su baile enérgico y poderoso, que se apoya en su gran fisicidad corporal y en esa tendencia por desbaratar la escena.

Guerrero, (Cádiz, 1983) se desgarra en cada baile, no lo puede evitar. Baila con rabia, “pero con esa rabia andaluza, que es la buena”, esa que es sinónimo de pasión y poderío. “Cuando bailo lo doy todo, no me guardo nada, lo echo todo, aunque acabe reventao…, tampoco sé hacerlo de otra manera, así que me digo, ¡ea!, ahí queda”, relata el bailaor gaditano, nada más finalizar su última actuación de esta séptima edición flamenca, después de hora y media de espectáculo, sin perder su afable y poderosa sonrisa con la que nos sigue cautivando. Y es que Guerrero posee un magnetismo natural, una elegancia en su porte de esa que no desaparece tras bajarse del escenario.

‘Códigos’ – resume- “hace referencia a ese mundo cargado de significados ambiguos y de comprensión irracional, porque así como en su origen Las leyes y códigos nos defendieron de la barbarie, aunque nos salvaron, también contribuyeron a amordazarnos. Pues esto mismo es llevado al flamenco: Muestro la intangibilidad de la danza, la irrealidad de un arte que conecta con el misticismo”, donde desnuda su propio código flamenco para desvelarnos un mundo irracional de significados ambiguos.

   “En el flamenco, -añade-, los códigos, las reglas flamencas hay que respetarlas pero no están exentas de llevarlas hacia otros aires, te abras a la vanguardia, a los nuevos tiempos…. Yo por ejemplo uso poco la percusión, pero en este espectáculo si la uso; al final, indagas y aprecias que todos los ritmos nos llevan al flamenco… Hay copla, bulería, tangos, una soleá que termina convertida en unos fandangos…” 

A este gaditano le gusta romper moldes, innovar… para ofrecer una estética renovada, pero mostrando a la vez un profundo conocimiento del flamenco. Su baile es una experiencia apasionante, vibrante, y al mismo tiempo llena de matices, donde tradición e innovación se encuentran en perfecta sintonia. 

 ‘Códigos’ se apoya en el valor del cuerpo prodigioso de Guerrero para el baile, sus luces y sus sombras, su delicadeza y su valentía, con el apoyo de la guitarra de Víctor Franco, el cante puro de Pilar Sierra y Anabel Rivera, y la percusión como símbolo primitivo de Antonio Carmona. 

Patricia Donn y El Yiyo 

 El flamenco no entiende de fronteras como lo demuestra esta joven catalana nacida en Granollers (Barcelona, 1997), Patricia Donn que maneja como nadie todas las disciplinas de la danza española con el icónico mantón de manila. Su arte es como un torbellino de pasión y gracia que veremos en El Salón de Baile del Real en noviembre con En concierto, un viaje por los palos flamencos, desde las profundidades ancestrales y su raíces hasta la frescura contemporánea. 

Cada palo es una delicia, desde el poderoso martinete hasta los tangos que evocan La Habana. Y es que Patricia Donn y su compañía fusiona la tradición con la innovación hasta culminar, por ejemplo, en esta ocasión, con la festiva rumba, puente entre América y España. 

 Y para acabar el año, en diciembre, llegará el que está considerado la nueva estrella del baile flamenco actual, Miguel Fernández Rivas, más conocido como El Yiyo, un bailaor con eso que llaman magnetismo, esa una energía arrolladora que envuelve al espectador y lo transporta… 

 A este artista, también catalán, nacido en Badalona en 1996, en una familia gitana procedente de Jaén, el baile -dice- fue a buscarle a la cuna porque aprendió a bailar y a andar casi al mismo tiempo y con apenas 11 años ya hizo su primera gira internacional. En su ‘A mi aire’ refleja las múltiples facetas de un viaje emocional por sus vivencias y entornos, una mezcla de pasión, frescura e improvisación, donde se entrega al baile ensimismado en su danza y desde donde rompe las barreras entre el escenario y el público. 

 Cuenta con un arte en el escenario que ha cautivado a todos, y pese a que se recuerda a un joven Joaquín Cortés,“El Yiyo” se ha labrando una identidad propia, nutriéndose de otras músicas y estilos. Un hombre de porte muy elegante con todos los registros y géneros asimilados que no deja de sorprendernos, tanto, que su imagen también ha atraído a fotógrafos, firmas internacionales y diseñadores como Armani, para el que ha posado.

 ‘Flamenco en el Real´ 

continúa en 2025 

Siguiendo con el baile,- y ya en 2025- actuarán, (cada mes una artista) Paula Rodríguez, Lucía Campillo, Amador Rojas y Paula Comitre. De la gaditana Paula Rodríguez cautiva al espectador por su talento y su entrega en el espectáculo, “latir del mantón”, una prenda que le da vida y fuerza: “El mantón es mi eje, me protege, me cubre y me expande. A veces leal y manso, otras, rebelde y reacio”.

 Al mes siguiente, la murciana Lucía Campillo que fusiona la danza española con el baile flamenco en su espectáculo Stella un viaje a través de todos los ‘palos’ del flamenco, desde ese instante en el que la soleá nos atraviesa, al baile por alegrías, pasando por la farruca que nos transporta a los tablaos de principios del siglo XX. 

 Al sevillano Amador Rojas, se le reconoce por su fascinante presencia, gitana y racial, destaca por su eclecticismo, y su pasión por estar en «constante evolución», un visionario del flamenco con un talento único para saber transgredir las formas clásicas del flamenco gracias a una técnica extraordinaria donde tiene cabida la fusión de lo femenino y lo viril en uno. Mientras que la joven bailaora sevillana Paula Comitre será la encargada de cerrar, en junio, esta VII temporada de Flamenco en el Real. 

Un ciclo en el que el cante está representado por dos maestros: El Pele y Ricardo Fernández del Moral, ambos cante puro, sin estridencias. Fernández presenta en Esencias la poesía de Federico García Lorca y las andanzas de don Quijote de la Mancha y el Pele representa el latido del alma flamenca, de voz poderosa y pasión desbordante, este veterano cantaor nos brinda un viaje a las raíces del cante, desde los lamentos del cante jondo hasta las bulerías más enérgicas. 

En definitiva, el flamenco entendido como pura necesidad, algo vital del ser humano que empezó expresando el dolor, el sufrimiento, la pena, la rabia, o la rebeldía….. pero también esa alegría de vivir, ese saber compartirla y trasmitirla.

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