Capítulo XII
Por J. A. Albertini, especial para LIBRE
-Te regaño porque trabajas muy chapucero -el enterrador contraataca.
-No empiecen a pelear como perro y gato -Candelaria ataja.
-Por lo menos bautícenla con el nombre de Susana Patricia -Aquilino insiste.
-Si es macho que el padre o los padrinos escojan el nombre. Pero si nace niña se llamará Inmaculada. Mi hija será pura; ¡muy pura! -Juana responde y los ojos le brillan de esperanza.
-Pues se llamará Inmaculada, porque hembra es el ser que llevas en las entrañas -Aquilino reitera la profecía.
-Macho o hembra, lo importante es que nazca saludable -Tiburcio estima y propone un brindis. Al unísono levantan los vasos y beben lo que resta de cocaleca.
Felipito contempla a su mujer y con entonación cariñosa le pide.
-Prepara otro jarro de cocaleca, pero escoge uno grande y échale el hielo que queda.
-El hielo que quedaba se derritió hace rato. Y la tienda de don Pío Otero cierra los domingos por la tarde -Juana contesta.
-¡Cómo ayuda tener un refrigerador! -Felipito sopesa.
-Pues mira -Candelaria opina -cuando Juana para van a necesitar uno, aunque sea chiquito y de uso.
-Cuesta mucho dinero -Felipito dice y menea la cabeza.
-Una cocaleca sin hielo no sabe bien -Generoso interviene.
-A mí lo que me importa es el ron o el aguardiente. Lo que le echen al trago para que sepa mejor no me interesa -Aquilino simplifica.
-Si petróleo te dan, petróleo tomas -Tiburcio lo mortifica.
-Compré los cocos de agua para la cocaleca. Con hielo o sin hielo hay que tomárselos -Felipito impone.
-Dos callejones más abajo vive Cucurucho. Es el único que por aquí tiene refrigerador y vende hielo -Candelaria les recuerda.
-Ya había pensado en él -Juana dice -pero es muy difícil que a esta hora tenga. Estando la tienda de don Pío cerrada todo el barrio pasa por su casa.
-Cucurucho siempre guarda hielo para su familia, algunos amigos y clientes de todos los días. Su mujer me debe favores; si yo voy ella me vende un poco -Candelaria asegura.
-¿A qué esperas…? ¡Arranca de una buena vez! -Generoso la conmina.
-Dame una peseta que el hielo no es gratis -exige y tiende la mano.
-El sepulturero frunce el ceño. Se incorpora del taburete y busca en los bolsillos del pantalón.
-Aquí está la peseta -Tiburcio se adelanta. Ella toma la moneda y asegura. -Regreso enseguida. -Te acompaño -Juana decide.
-No se demoren que tenemos el pico caliente -Generoso exclama de buen humor.
Las manos de los hombres, sobre la mesa, revuelven las fichas del dominó e inician una nueva jugada.
La radio, desde la sala, continúa emitiendo la voz melodiosa de Barbarito Diez que, acompañado por la orquesta de Antonio María Romeu, interpreta “Ausencia”.
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