El entierro del enterrador

Written by José A. Albertini

3 de diciembre de 2024

Capítulo XII

Por J. A. Albertini, especial para LIBRE

La preñez de Juana transcurre normalmente, aunque en los primeros meses padece náuseas esporádicas y un deseo incontrolable de comer guayabas verdes con sal.

-Si no comieras tanta guayaba con sal, tendrías hambre. Debes controlar los antojos de la barriga y alimentarte como Dios manda -Candelaria no cesa de recordarle.

Algunos días más tarde, Generoso y Candelaria son designados como los padrinos de la criatura que nacerá.

Felipito lo anuncia en su casa un atardecer de domingo en que junto a Generoso, Aquilino y Tiburcio, comparte una mesa de dominó y tragos de cocaleca. Juegan en el patio de tierra que está detrás de la cocina. No lejos del excusado y bajo el follaje de un mamoncillo.

Aquilino se contraría y dice.

-Yo quería bautizarlo y de ser hembra ponerle Susana Patricia.

-No vamos a tener un solo hijo. El otro será tuyo. ¡A lo mejor éste sale macho!

-Será hembra y ya no tendré otra oportunidad -profetiza con inflexiones sombrías.

Generoso sonríe ampliamente. Contra la superficie de la mesa derrumba y oculta las fichas de su juego. Se arrellana en el taburete y volteándose hacia el interior de la vivienda llama.

-¡Candelaria!, vieja, ven acá.

-Si quieres algo párate y cógelo tú. En la cocina hay de todo -alza la voz-. Juana y yo estamos oyendo un programa de danzones y boleros, cantados por Barbarito Diez.

-No es para pedir nada. ¡Ven que te conviene! -insiste.

Tiburcio, que hace pareja con Aquilino, reclama.

-Generoso, acaba de poner la ficha y atiende al partido que la pollona no hay quien se las quite de arriba.

Candelaria se asoma al patio e interpela al marido.

-¿Qué es lo que me conviene?

Generoso la mira. El rostro le resplandece y suaviza la profundidad amarga de las arrugas.

-¿Y a ti qué te pasa…? -la mujer se extraña-. Nunca te había visto esa cara.

-Seremos los… -empieza pero, es interrumpido por Felipito.

-Primero pon la ficha, que si sigues así nos van a dar pollona de verdad.

-¡Cero pollona!, -levanta una ficha-. Aquí les suelto el doble nueve. ¿Qué les parece? -exclama triunfal.

Aquilino y Tiburcio se tornan serios y Felipito se suma a la risa del enterrador.

-¿Seremos qué…? -Candelaria se impacienta.

-Vamos a ser los padrinos del hijo de Felipito y Juana.

-O hija -lo corrige flemáticamante.

-¿No te alegras? -Generoso recela.

-Ya lo sabía.

-¿Te lo dijeron primero que a mí?

-Nadie me ha dicho nada. ¿Pero quién sino nosotros?

Juana surge junto a Candelaria e interviene.

-No hacía falta decir. Por ley ustedes merecen ser los padrinos. Han sido como mis padres. Y también de Felipito.

-A este viejo no lo quiero de compadre. Mientras más lejos de mí, mejor. Lo único que sabe es pelear -Felipito bromea.

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