Capítulo XII
Por J. A. Albertini, especial para LIBRE
La preñez de Juana transcurre normalmente, aunque en los primeros meses padece náuseas esporádicas y un deseo incontrolable de comer guayabas verdes con sal.
-Si no comieras tanta guayaba con sal, tendrías hambre. Debes controlar los antojos de la barriga y alimentarte como Dios manda -Candelaria no cesa de recordarle.
Algunos días más tarde, Generoso y Candelaria son designados como los padrinos de la criatura que nacerá.
Felipito lo anuncia en su casa un atardecer de domingo en que junto a Generoso, Aquilino y Tiburcio, comparte una mesa de dominó y tragos de cocaleca. Juegan en el patio de tierra que está detrás de la cocina. No lejos del excusado y bajo el follaje de un mamoncillo.
Aquilino se contraría y dice.
-Yo quería bautizarlo y de ser hembra ponerle Susana Patricia.
-No vamos a tener un solo hijo. El otro será tuyo. ¡A lo mejor éste sale macho!
-Será hembra y ya no tendré otra oportunidad -profetiza con inflexiones sombrías.
Generoso sonríe ampliamente. Contra la superficie de la mesa derrumba y oculta las fichas de su juego. Se arrellana en el taburete y volteándose hacia el interior de la vivienda llama.
-¡Candelaria!, vieja, ven acá.
-Si quieres algo párate y cógelo tú. En la cocina hay de todo -alza la voz-. Juana y yo estamos oyendo un programa de danzones y boleros, cantados por Barbarito Diez.
-No es para pedir nada. ¡Ven que te conviene! -insiste.
Tiburcio, que hace pareja con Aquilino, reclama.
-Generoso, acaba de poner la ficha y atiende al partido que la pollona no hay quien se las quite de arriba.
Candelaria se asoma al patio e interpela al marido.
-¿Qué es lo que me conviene?
Generoso la mira. El rostro le resplandece y suaviza la profundidad amarga de las arrugas.
-¿Y a ti qué te pasa…? -la mujer se extraña-. Nunca te había visto esa cara.
-Seremos los… -empieza pero, es interrumpido por Felipito.
-Primero pon la ficha, que si sigues así nos van a dar pollona de verdad.
-¡Cero pollona!, -levanta una ficha-. Aquí les suelto el doble nueve. ¿Qué les parece? -exclama triunfal.
Aquilino y Tiburcio se tornan serios y Felipito se suma a la risa del enterrador.
-¿Seremos qué…? -Candelaria se impacienta.
-Vamos a ser los padrinos del hijo de Felipito y Juana.
-O hija -lo corrige flemáticamante.
-¿No te alegras? -Generoso recela.
-Ya lo sabía.
-¿Te lo dijeron primero que a mí?
-Nadie me ha dicho nada. ¿Pero quién sino nosotros?
Juana surge junto a Candelaria e interviene.
-No hacía falta decir. Por ley ustedes merecen ser los padrinos. Han sido como mis padres. Y también de Felipito.
-A este viejo no lo quiero de compadre. Mientras más lejos de mí, mejor. Lo único que sabe es pelear -Felipito bromea.
0 comentarios