Por José “Chamby” Campos
Existe una gran diferencia entre diáspora y exilio. Según el diccionario, EXILIO implica una separación forzosa del lugar de nacimiento por cuestiones de supervivencia. Por su lado DIÁSPORA significa la manera que el individuo elige en buscar nuevas tierras, que en el mayor de los casos es libremente escogida por razones favorables a él.
Este es básicamente el caso de muchos de los peloteros cubanos que en los últimos años han decidido abandonar la isla en búsqueda de un contrato con un equipo profesional de Grandes Ligas. La gran mayoría no llega a realizar su sueño, pero le da la oportunidad de continuar en el profesionalismo en diferentes ligas alrededor del planeta.
La fuga de jugadores desde principio de este siglo sobrepasa los 600 y solamente han podido tocar La Gran Carpa menos de 90. Al mismo tiempo hemos visto sus esfuerzos en multitud de países como Japón, Corea del Sur y Taiwán en el lejano Asia, así como México, República Dominicana, Colombia y otros más en la cercana América Latina. Europa también ha sido testigo de las actuaciones de los caribeños a través de las competencias en España, Italia y Holanda, por mencionar algunos.
La inmensa mayoría de estos atletas es parte de una diáspora. Una migración buscando un mejor sustento y futuro. Este pelotero no tiene intención de integrarse a una sociedad que busca el derrumbe del sistema que acabó con la grandeza de Cuba. Es incapaz de denunciar los atropellos de la dictadura férrea que esclaviza la patria.
Lo único que le interesa es la parte económica e incluso en muchos de los casos no se avergüenza en regresar y hasta hacer negocio con sus propios opresores. Bloquea el dolor de un pueblo e ignora a aquellos que permanecen en las cárceles por el mero hecho de pedir, ni siquiera exigir, libertad.
Este jugador busca aceptación y justifica toda su acción basada en la libertad de un país que le da el privilegio que le negó el suyo.
Ahí vemos los casos de aquellos que han declarado que se sienten orgullosos de poder integrar el equipo cubano que participará en el próximo Clásico Mundial ha llevarse a cabo en el 2026 y que tendrá a la ciudad de Miami como anfitrión de los partidos semifinales y la gran final. Existe la posibilidad que la escuadra cubana participe de nuevo aquí en esta comunidad.
Al mismo tiempo estos atletas corren el riesgo de que a pesar de la invitación a que sean parte del conjunto, están a la merced de un aparato represivo que le puede negar su inclusión en cualquier momento.
El pelotero exiliado es aquel que tuvo que marcharse como única posibilidad de poder salvar su vida. He ahí el ejemplo del almendarista Leo Posada que fue perseguido por los sicarios castrocomunistas por ser familiar de Plinio Prieto y gracias a la ayuda de Monchy de Arcos pudo escapar.
También está el hecho de Manuel Hernández Gazmuri más conocido como “Amorós” Hernández, uno de los mejores prospectos del beisbol cubano a principio del desastre que acabó con la isla; que gracias a los esfuerzos de Mario “El Olímpico” González que lo transportó desde un terreno en Santa María del Mar a su natal Matanzas, a Pipiolo Marcote que lo protegió y convenció a Argelio Martínez que lo sacara de Cuba en barco. ¿Su delito? Ridiculizar a Fidel en un supuesto juego de pelota frente a Los Barbudos.
A través de los años nos enorgullecimos viendo a Camilo Pascual enarbolarse en la bandera cubana en el Yankee Stadium y denunciar al mundo la tragedia de nuestro pueblo.
Incontables son las historias de Octavio “Cookie” Rojas manifestándose en contra de la opresión cubana. Rafael Ávila y Tony Pacheco se encargaron de propagar los crímenes que ocurrían en la otrora Perla del Caribe a través de los países latinoamericanos donde dieron cátedra de conocimiento de béisbol.
También es de aplaudir la actitud de aquellos como Eddy Oropesa que crecieron bajo el comunismo y decidieron salir por convicción y jamás han sido parte del juego macabro de la tiranía.
Amigos lectores he ahí la diferencia entre EXILIO y DIÁSPORA.
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