Por José «Chamby» Campos

En el año 1987 la ciudad de Miami atravesaba una crisis deportiva. Los adorados Miami Dolphins, equipo de football americano, abandonaba su casa en La Pequeña Habana dejando atrás una estela de memorias y recuerdos.

El vecindario donde se encontraba el Orange Bowl, hoy en día es el sitio donde se encuentra el estadio de Los Marlins, había sido traicionado por ciertos políticos que se negaron a arreglarlo; El único refugio que Los Dolphins habían tenido dejaba de existir, dejando huérfana a Miami. 

La prensa anti-Miami se hizo eco de la situación y no dejaba pasar un día sin vociferar que, el único equipo profesional de la ciudad se marchaba al norte del condado.

Para dicha nuestra y gracias al esfuerzo que la comunidad, muy en especial la cubana, de convertir a Miami en una gran metrópolis; la liga profesional de baloncesto, la NBA, se encontraba contemplando la idea de expandir la competencia con tres nuevas franquicias. Querían ampliar su presencia en mercados adicionales. 

Su primer deseo era establecerse en el estado de Carolina del Norte por la calidad tradicional existente a través de sus prestigiosas universidades como Duke, North Carolina State, la universidad de North Carolina en Chapel Hill, en adición a otras; El hecho de que la ciudad de Charlotte siempre había sido taquillera básicamente le otorgaba una de las sedes al estado Azul. 

La segunda opción era el estado de Minnesota ya que en una época habían sido sede de dos equipos; el primero, Los Minneapolis Lakers que fue el precursor de Los Ángeles Lakers y el otro, Los Minnesota Muskies, que interesantemente cuando se fueron en bancarrota le dieron vida a Los Miami Floridians, en la fallida otrora liga profesional llamada American Basketball Association más conocida como la ABA.

Finalmente, la tercera franquicia sería otorgada a una ciudad en el estado de la Florida; el raciocinio de La NBA era atraer al público del sur de EE. UU. En ese momento el equipo más sureño de La Liga era los Halcones de Atlanta.

Inmediatamente que se dio a conocer el deseo de la NBA, las tres ciudades floridanas que salieron a buscar ser sede fueron Saint Petersburg, Orlando y Miami.

Cada una creó un grupo de empresarios y personalidades bien respetadas en sus campos y todos con grandes poderes económicos. El premio lo meritaba no solo porque representaba una gran influencia de capital a la zona, pero más importante era el prestigio que generaba.

Uno de los puntos que el grupo seleccionador buscaba era que la franquicia tuviera en su administración individuos con experiencia en el deporte.

El grupo miamense estaba compuesto por el magnate naviero Ted Arison, patriarca de la familia que son los actuales dueños; unido a él se encontraba el gran empresario teatral Zev Buffman. La experiencia en la industria del deporte estaba compuesta por el ex- jugador y ex-coach Billy Cunningham y el ex-Gerente General Lew Schaffel.

La campaña por asegurar que Miami obtuviera un equipo profesional unió a la ciudad de una manera impresionante. El joven alcalde, Xavier Suárez, amante y practicante del baloncesto no perdía una oportunidad para promover la situación.

Dos de los grandes obstáculos que la propuesta presentaba eran comprobar que existía un gran interés en la comunidad y el otro conseguir que respondieran comprando suficientes boletos. La NBA le dio un ultimátum que consistía en convertir 14,000 pedidos de boletos, acompañados con un depósito no reembolsable de $95, en no menos de 10,000 ventas para el final de diciembre 1987.

Como a través de los años el football americano había dominado el mercado, las estaciones de radio y televisión que se habían beneficiado de este no aparentaban ser las mejores fuentes para crear el entusiasmo y los dólares necesarios para el nacimiento de la nueva empresa.

Para esa época la radio cubana gozaba de una popularidad jamás vista en ningún mercado del área. Los presidentes de naciones, comenzando con EE.UU., eran presencia constante en sus micrófonos. Si los negocios querían florecer o expandir, esa radio era el camino. Los artistas peregrinaban por sus pasillos para que los entrevistaran o le tocaran sus canciones. 

Dentro de esa industria estaba el cardenense Amancio Suárez que era el propietario de Radio Mambí (WAQI 710 AM) una de las estaciones que dominaban el mercado. 

Ted Arison por sugerencia del alcalde Suárez le presenta la idea a Buffman de hablar con Amancio y promover la nueva aventura en el mercado en español. Para ese momento las ventas no estaban donde El Miami Heat necesitaban que estuvieran.

Amancio, empresario triunfador y el cual siempre fue un amante del baloncesto, le gustó la idea e inmediatamente puso su estación radial a disposición del grupo de Arison. 

Después de la reunión, Amancio les comentó que él estaba convencido que la comunidad hispana respondería; aceptando el reto le envió una carta de crédito personal a Ted Arison por $475,000 y la cual cubría los $95 no reembolsables para 5,000 órdenes de compras.

Finalmente, gracias al entusiasmo, la presentación del grupo miamense y la aseguración por parte del empresario cubano, de que la comunidad respondería; la NBA, que hasta ese instante se sentía más a favor por la ciudad de Orlando; tomó la decisión de aprobar ambas ciudades. Miami y Charlotte comenzarían la temporada de 1988-1989 y Orlando se uniría a Minneapolis en la campaña 1989-1990.

Cuando la noticia le llegó al industrial oriundo de la provincia de Matanzas, este se encontraba en un viaje de negocios fuera del país y comentó “Esto es tremendo, es la culminación de un sueño que tuvimos en Miami y estoy agradecido que pudimos poner nuestro granito de arroz para hacerlo posible”.

Como exitoso hombre de negocios que confiaba en el futuro añadió “Este es nuestro mañana. Es momento de apoyar al Football americano, al Baloncesto y ojalá que Béisbol profesional en un futuro”.

Cuando se hable de Los Miami Heat hay que mencionar al cardenense Amancio Suárez.