De Girón a la Crisis de los Cohetes: La segunda derrota El pacto de la embajada (II)

Written by Enrique Ros

27 de mayo de 2025

EL SÁBADO NEGRO. DERRIBAN EL AVIÓN U-2

Sábado, octubre 27. Dos hechos importantes se van a producir este sábado en que se encuentra reunido el Comité Ejecutivo redactando esa mañana la respuesta al Premier Soviético. Su labor es interrumpida al conocerse que la radio de Moscú estaba difundiendo una nueva carta del Premier y Secretario General del Partido Comunista. Hay sorpresa. Inquietud. Todos los cálculos optimistas del viernes se evaporaban. Kruschev, elevaba ahora su precio.

Si Kennedy deseaba que los rusos retiraran sus cohetes de Cuba, el presidente norteamericano tenía que retirar los proyectiles de sus bases en Turquía. La radio de Moscú estaba transmitiendo las declaraciones de Kruschev cuando un avión U-2 piloteado sobre Cuba fue destruido. Era claro que había sido derribado por técnicos soviéticos.

Al conocer la noticia, los Jefes del Estado Mayor Conjunto urgieron al Presidente a responder al incidente iniciando un ataque aéreo seguido de una invasión a Cuba. El Presidente vacila. Temprano en la semana el Ex-com había decidido que “Si un U-2 era derribado, los Estados Unidos retaliaría de inmediato contra un emplazamiento de SAM”. El sábado se produjo el hecho. La chispa que había provocado otras conflagraciones. El Álamo. El Maine. El Lusitania. Pearl Harbor. ¿Reacción? Olvidarse de la decisión tomada “temprano en la semana” y concentrarse en la respuesta a otra carta de Kruschev.

“CASI UN ACUERDO UNÁNIME 

DE ATACAR”

La Fuerza Aérea Norteamericana tenía preparado un plan de ataque y estaba lista para actuar de inmediato. El mismo Robert Kennedy afirmó que “había casi un acuerdo unánime de que debíamos atacar temprano al día siguiente”. Pero, como siempre, al momento de tomar las decisiones y poner en práctica los planes acordados, las dudas del Presidente vuelven a surgir… “No es el primer paso el que me preocupa”, dice “sino que ambos lados vayan ascendiendo al cuarto y quinto paso…Debemos tener presente que estamos embarcándonos en un curso muy peligroso”. Por encima de agudos desacuerdos, y ante el asombro de muchos miembros del grupo, Kennedy descartó la decisión anterior, posponiendo la acción otro día más… “tal vez el avión se estrelló accidentalmente”, … “debemos realizar una revisión más cuidadosa de las implicaciones de los distintos cursos de acción”.

En el Pentágono, especialmente en la Oficina del Jefe del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas, la orden de detener el ataque fue recibida con incredulidad. Se repetía la fatídica decisión tomada en las horas, casi minutos, anteriores al desembarco del 17 de Abril.

LA “SEGUNDA CARTA 

DE KRUSCHEV”

El temor en estos momentos cruciales hizo presa también de Robert Kennedy. Al regresar la discusión al cómo responder la segunda comunicación de Kruschev que ahora, orientado por la sugerencia de Robert Kennedy al Embajador Dobrynin, proponía retirar los cohetes de Cuba a cambio de la retirada de los cohetes norteamericanos en Turquía, el Fiscal General, comprensiblemente, lo veía como “algo razonable que no representaba una pérdida para los Estados Unidos o para nuestros aliados de la OTAN”, según relata el propio Kennedy en entrevista con Ronald Steel.

En esa reunión el propio Dean Rusk, tan pusilánime, mostró más coraje y decisión que el Presidente y el Fiscal General y, con la colaboración de Ball y Thompson, redactó un borrador para que el Presidente lo enviara a Kruschev rechazando el intercambio de los cohetes en Turquía y demandando que de inmediato terminaran los trabajos en las instalaciones de cohetes en Cuba. Ignoraba Rusk la sigilosa visita de Robert Kennedy al diplomático soviético en la noche del viernes 26.

Robert Kennedy se opuso con actitud tanto al contenido como a la redacción del borrador y sugirió ignorar la segunda carta del Premier Soviético y responder a la primera proponiendo algo más. Mucho más. Proponiendo, en ese momento crucial para el futuro de Cuba, el compromiso norteamericano de no invadir ni permitir acciones contra el gobierno de Cuba a cambio de la retirada de los misiles en la isla. Sería el convenio formal, público, escrito. El informal, secreto, el de los misiles en Turquía, no se mencionaría.

Siguiendo la idea del Fiscal General, el EX-COM decidió responder la primera carta de Kruschev llegada por cable y al intercambio de Scali-Fomin del viernes, sin mencionar el segundo mensaje de Kruschev del sábado en la mañana.

Arthur Schlesinger, confirma en su libro “Robert Kennedy and his Time”, que el Presidente le pidió a su hermano preparar el borrador de una respuesta a la primera carta de Kruschev. “En 45 minutos Robert Kennedy y Sorensen produjeron una nueva carta ofreciendo garantías de no invasión, a cambio de la retirada de todas las armas ofensivas de Cuba; todo esto sería acompañado por la terminación de la cuarentena y una inspección de las Naciones Unidas”. Era el acuerdo formal ya expuesto al embajador Dobrynin.

En su obra “Kennedy”, Theodore C. Sorensen amplía la información. Expone el asesor presidencial que “el Presidente nos solicitó al Fiscal General y a mí” … que redactáramos el borrador de la versión final y que la estudiáramos con Stevenson, quien le hizo dos pequeñas modificaciones que fueron aceptadas por el Presidente. Por el acápite b) del punto 2 de la carta, los Estados Unidos se comprometían a no invadir a Cuba.

La respuesta de Kennedy mencionaba como elementos llaves de la proposición de Kruschev los siguientes:

1) Usted aceptaría remover esos sistemas de armamentos de Cuba bajo apropiada supervisión y observación de las Naciones Unidas; y poner en efecto, con convenientes garantías, la detención de futuros embarques letales de armas a Cuba.

2) Nosotros, por nuestra parte, aceptaríamos -sobre el establecimiento de acuerdos adecuados a través de las Naciones Unidas para asegurar que se lleven a efecto estos compromisos:

a) Remover prontamente las medidas de cuarentena o bloqueo ahora en efecto y

b) Darle seguridad en contra de una invasión a Cuba. Yo confío que otras naciones del hemisferio occidental darán a usted la misma seguridad.”

Continuaba en uno de sus párrafos la carta del Presidente:

“El efecto de esta decisión para disminuir las tensiones mundiales nos permitirá trabajar en arreglos generales relacionados con otros armamentos, como usted propone en su segunda carta que ha hecho pública”.

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