De Girón a la Crisis de los Cohetes: La segunda derrota

Written by Enrique Ros

16 de septiembre de 2025

En este libro se narra el increíble comportamiento y manejo de la situación creada por la militarización soviética de Cuba que culminó con la instalación de los misiles de mediano alcance. El autor señala con el dedo acusador a los hermanos Kennedy y destruye el mito falsamente creado por los apologistas. Ros pone al desnudo ese mito y leyenda, para que se conozca la angustiosa y sangrante realidad.

Interpretaciones sobre la crisis (II)

SOLO UNA APARIENCIA DE FIRMEZA

Pero el Presidente adoptó una política de concesiones antes de que la crisis terminara ya que, innecesariamente, prometió no invadir a Cuba o derrocar por la fuerza a Castro y prometió retirar los cohetes de Italia, Turquía e Inglaterra. Para Malcon Smith el más grande error de su política de concesiones fue retirar su posición original de demandar una inspección en el terreno, en Cuba, después que los cohetes, aparentemente, habían sido retirados.

Kennedy dio sólo la apariencia de firmeza en su respuesta a la crisis ya que, considerando la extraordinaria superioridad militar de los Estados Unidos y la abierta provocación soviética, los Estados Unidos se inhibieron en el uso de su fuerza militar. Los Estados Unidos nunca amenazó con una acción más enérgica que, sencillamente, hacer más estricto el bloqueo o cuarentena. Por eso, de acuerdo a Crane, los soviéticos salieron de la crisis con no mayor respeto hacia la voluntad y determinación de los Estados Unidos que cuando comenzó esa crisis.

Hemos visto las conversaciones -con concretas proposiciones que Robert Kennedy sostenía con Dobrynin a espaldas de los miembros del Comité Ejecutivo (Ex-Comm). No sólo dichos miembros ignoraban estas conversaciones; desconocían también, con el resto de la población norteamericana, las motivaciones políticas que movían al presidente durante toda esta etapa.

En los meses anteriores se había permitido el ingreso en Cuba no sólo de cohetes nucleares sino, también, de bombarderos IL-28 y MIG-21. Dándole a la ciudadanía la impresión de firmeza, se había negociado en secreto y a un alto precio, la retirada de los cohetes en Turquía e Italia, sugerida, nada menos, que por el propio presidente. Tan vergonzoso era el acuerdo que el Fiscal General exigió, a través del Embajador Soviético, la más absoluta reserva.

LA FALSA CRISIS DE NOVIEMBRE

La nación -ignorante de las humillantes concesiones convenidas- aplaudió al joven presidente que, con su gallardía, había forzado a los soviéticos a retirar los misiles de Cuba. Terminaba octubre. Con tan impresionante victoria, tenía asegurado el triunfo en las elecciones que se celebrarán pocos días después, el 6 de noviembre. Aún había tiempo, aunque ya no era necesario, para montar otro teatro político. Para ello servirán los aviones IL-28 introducidos en Cuba desde muchos meses atrás y cuya verificación había costado la vida a algunos abnegados combatientes anticastristas y largos años de prisión a otros. Se exigiría, también con aparente firme carácter, el retiro de estos aviones. Será otra función teatral. Se extenderá más allá de las elecciones pero le servirá al Presidente para engrandecer su imagen de “paladín de inquebrantable fortaleza y firmeza”.

Durante los seis días de confrontación (o de negociación) de octubre 22 a octubre 28 no hubo referencia alguna a los IL-28. El domingo 28 ya se ha convenido el acuerdo de retirar los cohetes. Se da a conocer por la prensa el gran triunfo. El New York Times destaca en titular de primera plana que “los Estados Unidos han rechazado la pretensión soviética de que se retiren también los misiles norteamericanos en Turquía”.

Como no se conocía el precio pagado la victoria del joven mandatario lucía impresionante. Ya tenía prácticamente asegurado el triunfo en las elecciones que van a celebrarse en apenas 9 días. Pero es conveniente mantener la atención de la nación en “las excepcionales cualidades de liderazgo” del Presidente. Para esto servirán los IL-28.

En octubre 20 -antes de anunciar el bloqueo o cuarentena- el Presidente Kennedy había admitido privadamente a Schlesinger y a Bob Kennedy que los aviones IL-28 “no afectaban la balanza de poder” y que “no le preocupaban”. No tenía por qué. Los anticuados llyushim 28 “habían sido prácticamente removidos de servicio activo de la Fuerza Aérea Soviética”. Pero el lunes 29 Kennedy da instrucciones a Stevenson de incluir estos viejos equipos en la lista de “armas ofensivas”. Está montando una nueva obra de teatro. Aún los asesores del Presidente admiten hoy que “debido a su limitada capacidad (limited capabilities), Estados Unidos estaba dispuesto a aceptar la permanencia en Cuba de los IL-28”. Pero es conveniente insistir -para el juicio de la Historia -en una demanda contra la que sabe que no había mayores objeciones. El primero de noviembre, Stevenson informa que los rusos retirarán los IL-28 (2); tomará varios días más retirarlos, pero ya éstos han cumplido su cometido.

En la Conferencia de Antigua, que habrá de celebrarse casi 30 años después, Robert McNamara confesará, cándidamente, la naturaleza política de todo este andamiaje:

“La demanda de los Estados Unidos de la retirada de los IL-28 era de naturaleza política. El Presidente se estaba dirigiendo a un tema político, no a uno militar. Los aviones IL-28 eran obsoletos. Los MIG-21 en Cuba eran más peligrosos para los Estados Unidos que los IL-28”.

No era solo el antiguo Secretario de Defensa quien 29 años después ponía al desnudo todo este artificio. Arthur Schlesinger, Asesor Especial del Presidente Kennedy, expresó el 5 de enero de 1991 en la Sexta Sesión de la mencionada Conferencia de Antigua que:

“Hubo una fina ironía sobre los IL-28 porque el propio Kennedy no pensaba que eran muy importantes. Finalmente Kennedy dijo en una reunión del Excomm que no le preocupaban los bombarderos IL-28 que Moscú le había dado a Castro”.

Se retiran de Cuba los bombarderos IL-28 como, días antes, se retiraron los misiles. Quedan en la isla el dictador y su régimen. Más estables que antes de la crisis por las seguridades que les ofrece el convenio recién acordado. Kennedy va a intentar darle, aún, una mayor estabilidad. Lo admitirá, 30 años después, su asesor legal, biógrafo y panegirista, Arthur Schlesinger:

“La retirada de los cohetes hizo posible un movimiento hacia la eliminación de las tensiones entre los Estados Unidos y la Unión Soviética, y entre los Estados Unidos y Cuba… En relación a Cuba el resultado fue las discusiones en las Naciones Unidas entre el Embajador William Atwood y el Embajador (Carlos) Lechuga, en las que el Embajador Atwood, siguiendo las instrucciones del Presidente, trató de explorar las posibilidades de normalizar las relaciones con Cuba. La iniciativa avanzaba hasta que fue interrumpida trágicamente por el asesinato de Kennedy”.

Todo había sido una ficción. Los misiles soviéticos fueron retirados de Cuba pagando los Estados Unidos el alto precio de retirar los cohetes Júpiter de Turquía e Italia y garantizando la permanencia y estabilidad del régimen de Castro.

Fue una crisis artificialmente creada. Para los norteamericanos fue la celebración de una victoria que no se había alcanzado. Para Castro, la permanencia y estabilidad de su régimen. Para el cubano de la isla y del destierro la imposición de grandes limitaciones para seguir luchando por la libertad de su patria.

FIN

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