De Girón a la Crisis de los Cohetes: La segunda derrota

Written by Enrique Ros

12 de agosto de 2025

En este libro se narra el increíble comportamiento y manejo de la situación 

creada por la militarización soviética de Cuba que culminó con la instalación de los misiles de mediano alcance. El autor señala con el dedo acusador a los hermanos Kennedy y destruye el mito falsamente creado por los apologistas. Ros pone al desnudo ese mito y leyenda, para que se conozca la angustiosa y 

sangrante realidad.

Las dos etapas de la crisis de octubre (I)

La crisis de los cohetes presenta, con absoluta claridad, dos bien definidas etapas. La primera, siempre ignorada por los panegiristas de John F. Kennedy. La segunda, glorificada por éstos, sus colaboradores y admiradores.

LA PRIMERA ETAPA

La primera etapa se inicia cuando comienzan a llegar evidencias de la repentina, y siempre creciente, introducción en Cuba de equipo electrónico y personal soviético que, tan temprano como agosto 10, fue calificada por la comunidad de inteligencia de los Estados Unidos (en reuniones con los Secretarios de Estado y de Defensa y funcionarios del Pentágono, y otros) como de posible uso contra Cabo Cañaveral. También detectan equipo militar que incluye cohetes balísticos de mediano alcance.

Distintos mítines como éste se celebraron, discutiendo el mismo tema, entre miembros de los organismos encargados de verificar y calibrar la presencia de armamentos ofensivos en el área cercana a los Estados Unidos. El Presidente, que personalmente participó en muchas de estas reuniones, estaba perfectamente enterado de la progresiva introducción en Cuba de tales armamentos.

En la sesión de agosto 23 se le dio a conocer al Presidente un plan de acción sobre Cuba por considerar que:

“Si estuviese dominada por Moscú, Cuba serviría de una posible localización para cohetes balísticos de mediano alcance MRBMs, bases para inteligencia electrónica (ELINT) y bases para inteligencia de comunicaciones (COMINT), dirigidas contra actividades de los Estados Unidos, muy particularmente Cabo Cañaveral y, también, como una estación que pudiera afectar adversamente nuestro espacio y nuestro trabajo contra misiles.”

Termina con esta clara y definitiva advertencia:

“Por tanto, me parece que está indicada una acción más agresiva que cualquiera de las que hasta ahora hemos considerado”.

Y se hacen tres recomendaciones: la primera, intrascendente (alertar a los países latinoamericanos y al mundo libre los peligros inherentes a la presente situación cubana). La segunda de las acciones señaladas por McCone sigue siendo un secreto sensitivo. La tercera recomendación era drástica: utilizar de inmediato suficientes fuerzas armadas para ocupar el país, destruir el régimen, liberar al pueblo, y establecer en Cuba un país pacífico que fuese miembro de la comunidad de Estados Americanos. Siempre el péndulo de las discusiones yendo de un extremo a otro, pero detenido el reloj de la acción.

Se conocen hoy, por haber sido recientemente desclasificados, decenas de documentos en los que las agencias de inteligencia advertían, una y otra vez, el riesgo que representaba esa ya incesante introducción de equipos militares y personal soviético en Cuba. Mencionemos algunos de estos informes.

1962:

Agosto 10:  Reunión con Dean Rusk, McNamara, Gral. Taylor y otros, sobre el ingreso en Cuba de personal y equipos militares soviéticos. 

Agosto 21: Reunión con el mismo grupo sobre proyectiles SAM y cohetes de mediano alcance (MRBM) en Cuba.

 Agosto 22: Información directa al Presidente sobre personal soviético en Cuba. 

Agosto 23: Reunión con el Presidente y otros revisando lasituación de las instalaciones de cohetes en Cuba (SAM y MRBMs).

Septiembre 16:  Informe sobre la necesidad de mantener regularmente los vuelos de observación de los U-2.

Septiembre 20:  Memo de McCone advirtiendo que el establecimiento de una base ofensiva soviética en Cuba le ofrecería a los soviéticos una mejor posición para negociaciones.

Octubre 8:  Solicitando con urgencia vuelos de los U-2 sobre la parte occidental de la isla.

El propio Sorensen reconoce en su obra “Kennedy” que al momento en que él hablaba en septiembre 6 con el Embajador Soviético Anatoly Drobrynin, 42 cohetes balísticos de mediano e intermedio alcance -cada uno capaz de hacer blanco en los Estados Unidos con cabezas nucleares 20 ó 30 veces más poderosas que la bomba de Hiroshima- se encontraban en ruta hacia Cuba.

En septiembre 6, hasta el Consejero Especial del mandatario norteamericano tenía la información del envío a Cuba de cohetes “con cabezas nucleares 20 ó 30 veces más poderosas que la bomba de Hiroshima”. Mes y medio después, los que habrán de crear el mito de “las excepcionales cualidades de liderazgo mostradas por Kennedy”, “su visión”, su consolidación “como defensor del mundo libre”, expresarán una “inesperada sorpresa al conocer -en octubre 16-, que la Unión Soviética hubiese colocado en Cuba tales cohetes”.

LA SEGUNDA ETAPA

Es, precisamente, en octubre 16 que comienza la segunda etapa. La etapa a la que, alegando una falsa ignorancia sobre lo que en Cuba estaba ocurriendo, se refieren, sistemáticamente, los autores liberales que por años han mostrado como victoria lo que fue una vergonzosa claudicación.

Por meses, el Presidente y sus voceros -ante la incontenible avalancha de información, ya de dominio público, de la “presencia de cohetes en Cuba-, se esforzaban en restarle importancia a esos proyectiles calificándolos de “armamentos defensivos”. Desvirtuando informes de prensa que mencionaban una clara demarcación entre las armas ofensivas y defensivas, el propio Director de la Agencia Central de Inteligencia informaba que “no podría diferenciar entre proyectiles de tierra a aire (defensivos) y proyectiles ofensivos de tierra a tierra que pueden recorrer 350 millas”. 

Las fotos tomadas sobre Cuba por el avión U-2 de reconocimiento mostraron, al ser reveladas al día siguiente, el emplazamiento de cohetes masivos de mediano alcance. Los mismos proyectiles, exactamente los mismos, sobre cuya existencia la comunidad de inteligencia de los Estados Unidos le había informado al Presidente Kennedy desde hacía varias semanas. Enseguida los miembros de la Junta de Inteligencia de los Estados Unidos (USIB), sus inmediatos superiores y los miembros del Consejo Nacional de Seguridad, se reunieron con el Presidente, el Vicepresidente, el Fiscal General y algunos de los miembros que habían participado en estas discusiones en el pasado. La reunión se celebró en la Casa Blanca.

Las fotos le pusieron fin a la primera fase de la que nunca hablan los que mantienen el culto kennediano.

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