De Girón a la Crisis de los Cohetes: La segunda derrota

Written by Enrique Ros

8 de julio de 2025

Más concesiones:  Retirar los cohetes Júpiter de Turquía e Italia  (V)

Pero a Castro no le ofenden las negociaciones. Lo que le irrita, porque lo humilla, es que éstas se hayan o se estén llevando a efecto sin su propia participación. Para tratar de subsanar esta incómoda -y para él, peligrosa- situación, el dictador cubano apela a quien le ha servido lealmente en foros internacionales: Carlos Lechuga.

Lechuga se encuentra en esos momentos desempeñándose como Embajador en México. El 28 de octubre, cuando se dio a conocer la respuesta de Kruschev en que afirmaba que “han desaparecido los motivos que nos indujeron a prestarle ayuda de ese tipo a Cuba”, Castro se alarma aún más y llama de inmediato a su embajador en México. Lo recibe personalmente en el aeropuerto y le informa que ha sido nombrado embajador en las Naciones Unidas. Su misión: Tomar todas las avenidas necesarias para integrar a Cuba en las negociaciones que la Unión Soviética y los Estados Unidos están efectuando para resolver la crisis.

Cuatro funcionarios de la Administración norteamericana se dirigían ahora a Nueva York para entrevistarse con U Thant y persuadirlo de que se iniciara de inmediato la inspección. Los cuatro funcionarios eran los siguientes: Michael Forrestal, del personal de la Casa Blanca; Joseph Charyl, Subsecretario de la Fuerza Aérea; Abram Chayes y Joseph Siscoe, del Departamento de Estado. U Thant se negó a implementar la inspección inmediata porque consideraba que esto excedía sus poderes.

LOS “COMPROMISOS 

CONTRAIDOS” COMIENZAN A EJECUTARSE

Esa tarde, el Presidente Kennedy preparó y envió a Moscú una respuesta más formal a la carta de Kruschev del domingo en la mañana, reafirmándole que los compromisos contraídos serían prontamente ejecutados. Muy pronto comenzarán a ejecutarse “los compromisos contraídos”.

El aparente rigor de la cuarentena impuesta a Cuba por el Presidente Kennedy, y la rapidez con que se logró la retirada de los cohetes rusos, dejó a los norteamericanos con una falsa impresión. 

Dice David Lowenthal que,“sólo en contraste con la debilidad de nuestra previa política cubana fue ésta una decisión fuerte y vigorosa. Dada la circunstancia, fue la más débil respuesta abierta a nosotros… en el proceso hizo concesiones que van a contribuir al crecimiento de un poder militar comunista y a la subversión en este hemisferio”.

Fueron palabras proféticas las que en enero 29 de 1963, exactamente a los tres meses de concluida la crisis creada por la imprevisión de Kennedy, expusiera el distinguido profesor de ciencias políticas. Con conocimiento de evidencias ciertas de los emplazamientos de cohetes y de los propios proyectiles, Kennedy no tomó medida alguna para detener el flujo de armamentos hacia Cuba. Y por virtud de la distinción entre armamentos “defensivos” y “ofensivos”, permitió que continuara sin interrupción, el fortalecimiento militar soviético en Cuba.

Ese domingo 28 de octubre todo era alegría en la Casa Blanca. Sorensen describe en su obra el profundo sentimiento de alivio y alegría con que el pequeño grupo cercano al Presidente se reunió para celebrar que la confrontación había terminado y los cohetes serían retirados. El Presidente había recibido la noticia con “tremenda satisfacción”, y, “mostrando la misma precisión conque en los 13 días había determinado cuanta presión aplicar…, suspendió los vuelos de reconocimiento para ese domingo y ordenó a la Marina evitar detener cualquier barco ese día”.

En esa demostración de “decisión que mostró durante estos 13 días” el Presidente, recuerda Sorensen, dio otra orden:

“pidió que se tomaran las precauciones necesarias para evitar que unidades de cubanos exiliados, con uno de sus ataques comandos que realizan en busca de publicidad, afectaran el acuerdo a que se ha llegado». Tan sólo días atrás su hermano había expresado al Grupo de Trabajo la irritación del Presidente porque estas “unidades de cubanos exiliados” no estaban realizando suficientes acciones comandos. No las calificó, entonces, como acciones “en busca de publicidad”. Ahora, que creía haber logrado el nuevo Pacto de Munich, había que impedir toda acción de las “unidades de cubanos exiliados”.

Tan solo días atrás su hermano había expresado al Grupo de Trabajo la irritación del Presidente porque estas “unidades de cubanos exiliados” no estaban realizando suficientes acciones comandos. No las calificó, entonces, como acciones “en busca de publicidad”. Ahora, que creía haber logrado el nuevo Pacto de Munich, había que impedir toda acción de las “unidades de cubanos exiliados”.

Al terminar la reunión, Sorensen va a su oficina, le lee a su secretaria una cita del libro “Profiles in Courage” y le dice: “Él nunca podrá exceder lo que ha hecho hoy”. Difícilmente podría hacerlo.

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