Más concesiones: Retirar los cohetes Júpiter de
TUrquía e Italia (III)
Pocos minutos antes de las nueve de la mañana Radio Moscú anunció que en una hora daría a conocer una importante declaración. Los hombres que rodeaban al Presidente esperaban la respuesta de Kruschev.
Efectivamente, esa mañana Kruschev responde, a través de la radio de Moscú, aceptando el ofrecimiento de Robert Kennedy sin mencionar, cumpliendo lo que Kennedy había solicitado, la inminente retirada de los Júpiters. Saldrán los cohetes de Cuba. Terminará la cuarentena. Un esplendoroso triunfo de ese joven adalid del mundo occidental. Sorensen explicará que los Kennedy estaban ofreciendo a Kruschev sólo un modo de salvar la cara que, de hecho, fortalecerá la posición norteamericana.
Los Estados Unidos se ha rendido. Es una de las más bochornosas claudicaciones de la política exterior norteamericana. Pero se le oculta a la nación el precio pagado. El desmantelamiento de los cohetes norteamericanos que, desde Turquía e Italia, amenazaban y contenían a la Unión Soviética, no será conocido.
CRONOLOGÍA DEL
SÁBADO 27 DE OCTUBRE 1962.
EL SÁBADO NEGRO
6:00 AM: Información de la CIA compilada a las 6:00 AM muestran que 3 de los 4 emplazamientos de cohetes MRBM en San Cristóbal y los 2 en Sagua la Grande parecen estar completamente operacionales.
9:00 AM: Radio Moscú comienza a transmitir un mensaje del Premier Kruschev. Pide el desmantelamiento de los cohetes en Turquía a cambio de la retirada de los misiles en Cuba (Cuando se está transmitiendo este mensaje, la copia original de la última carta de Kruschev al Presidente Kennedy es entregada en la Embajada Americana en Moscú).
10:00 AM: Se reúne el Excomm en la Casa Blanca, McNamara informa sobre los buques soviéticos moviéndose hacia Cuba. Recomienda que se aborde al Grozny que está, ahora, a unas 600 millas. El Presidente Kennedy pide que se le informe al U-Thant donde está trazada la línea de cuarentena.
Empieza a recibirse el segundo mensaje de Kruschev. Se recibirá completamente a las 11:03 AM.
10:15 AM: Se conoce de un avión U-2 que ha entrado por error en el espacio aéreo soviético pero pudo salir sin ser atacado.
12:00 M: Un avión U-2 de reconocimiento es derribado sobre Cuba. Su piloto, Comandante Rodolf Anderson, murió.
2:30 PM: Varios miembros del Excomm se reúnen para considerar las posibles opciones.
3:41 PM: Cuatro aviones norteamericanos F8U de reconocimiento vuelan sobre San Cristóbal y Sagua la Grande y son atacados con armas convencionales. Todos regresan.
4:00 PM: Los miembros del Excomm son llamados con urgencia para reunirse en la Casa Blanca. El Presidente Kennedy envía un inmediato mensaje a U-Thant solicitando urgentemente si puede lograr que el gobierno soviético estará dispuestos a detener las construcciones en las bases (de cohetes) mientras se continúan las negociaciones para buscar una solución a la crisis. En ese momento el Gral. Taylor informa que el U-2 fue derribado por un cohete SAM. El Presidente Kennedy, sin embargo, decide no tomar medida de retribución.
La mayor parte del tiempo se emplea en redactar la más reciente proposición de Kruschev. El Presidente Kennedy durante toda la tarde expresa su posición en favor de intercambiar los cohetes americanos en Turquía por los soviéticos en Cuba como ha ofrecido Kruschev. El Gral. Taylor expone la recomendación del Pentágono de iniciar un ataque aéreo y una invasión.
Va emergiendo la idea de responder la primera carta de Kruschev e ignorar la segunda. Robert Kennedy y Sorensen redactan el borrador. Se acuerda entregar la carta de Kruschev con un mensaje oral a través del Embajador Dobrynin: si los cohetes son removidos los Estados Unidos se comprometen a no invadir y a retirar los cohetes Júpiter de Turquía tan pronto como se resuelva la crisis. Que se mantenga esto secreto y que no se informe, siquiera, a los demás miembros del Excomm.
4:15 PM: A petición de Rusk John Scali y Fomin vuelven a reunirse.
7:45 PM: Dobrynin y Robert Kennedy se reúnen en el Departamento de Justicia.
8:05 PM: La carta del Presidente Kennedy al Presidente Kruschev se transmite a Moscú.
EN LA NOCHE: Sin que los demás miembros del Excomm lo sepan, el Presidente Kennedy y Dean Rusk preparan un plan de contingencia para facilitar un anuncio público del intercambio de cohetes de Turquía por los de Cuba. Siguiendo instrucciones del Presidente, Rusk dicta por teléfono a Andrew Cordier (antiguo Subsecretario de las Naciones Unidas) un mensaje que Cordier debe darle a U Thant cuando reciba nuevas instrucciones de Kennedy o Rusk. (El mensaje era una proposición que haría U Thant pidiendo el intercambio de los cohetes de Turquía por los de Cuba.
“RECIBO LA DECLARACIÓN DE USTED DE QUE NO HABRÁ ATAQUES A CUBA DESDE LOS ESTADOS UNIDOS NI DESDE OTRAS NACIONES”
La respuesta llegaba en una tercera carta (la décima que se habían intercambiado la Casa Blanca y el Kremlin en siete días: 5 en cada dirección). El tercer párrafo de la misiva informaba que, en adición a las primeras instrucciones dadas por el gobierno soviético de descontinuar el trabajo de la construcción de las bases, se había dado una nueva orden de desmantelar las armas descritas por el gobierno americano como ofensivas y devolverlas a la Unión Soviética. La carta continuaba en un importante párrafo:
“Yo recibo con respeto y confianza la declaración de usted en su mensaje de Octubre 27 que no habrá ataque ni invasión a Cuba y no sólo de parte de los Estados Unidos sino, también, de otras naciones del hemisferio occidental como usted dice en su mensaje. Entonces, los motivos que nos indujeron a prestarle ayuda de ese tipo a Cuba, desaparecen”.
Continuaba la comunicación enfatizando las razones para el desmantelamiento:
“Es por esta razón que hemos dado instrucciones a nuestros oficiales -porque estos medios, como yo le infonvé a usted antes, están en las manos de oficiales soviéticos- a tomar las medidas apropiadas para descontinuar la construcción de las mencionadas facilidades, desmantelarlas y devolverlas a la Unión Soviética. Como le infonné en mi carta de Octubre 27 nosotros estamos preparados para llegar a un Acuerdo que le permita al Representante de las Naciones Unidas verificar el desmantelamiento de estas bases así como en vista de las seguridades que usted ha dado y nuestras instrucciones de desmantelar, se cumplen todas las condiciones para eliminar el presente conflicto.”
Al mediodía, luego de una sesión de una hora con el Comité Ejecutivo, Kennedy redactó un rápido mensaje de aceptación que fue entregado a los periodistas y radiado a Moscú a través de La Voz de las Américas:
“Le doy la bienvenida a la decisión, propia de un estadista, del Premier Kruschev de detener la construcción de bases en Cuba, desmantelar las armas ofensivas y devolverlas a la Unión Soviética bajo la verificación de las Naciones Unidas. Esta es una importante y constructiva contribución a la paz.”
“Nosotros estaremos en contacto con el Secretario General de las Naciones Unidas en relación a las medidas recíprocas para asegurar la paz en el área del Caribe.”
Medidas recíprocas: garantizar la inmunidad de Castro. Garantizar su permanencia en el poder.
Habrá paz -una paz kenne-diana- en el área del Caribe.
Castro, mientras tanto, había emitido una declaración por su cuenta, ignorando completamente la decisión soviética de retirar los misiles bajo inspección de las Naciones Unidas. Por radio y televisión dio a conocer sus propios términos para terminar la crisis. Castro demandaba que los Estados Unidos hiciese lo siguiente:
1) Terminar el bloqueo y toda presión económica sobre Cuba. 2) Terminar todos los hostigamientos a su régimen realizados por exiliados cubanos.
3) Detener todos los ataques de grupos comandos de exiliados.
4) Detener los vuelos sobre territorio cubano.
5) Retirarse de la Base de Guantánamo.
Pero a Castro no le ofenden las negociaciones. Lo que le irrita, porque lo humilla, es que éstas se hayan o se estén llevando a efecto sin su propia participación. Para tratar de subsanar esta incómoda -y para él, peligrosa- situación, el dictador cubano apela a quien le ha servido lealmente en foros internacionales: Carlos Lechuga.
Lechuga se encuentra en esos momentos desempeñándose como Embajador en México. El 28 de octubre, cuando se dio a conocer la respuesta de Kruschev en que afirmaba que “han desaparecido los motivos que nos indujeron a prestarle ayuda de ese tipo a Cuba”, Castro se alarma aún más y llama de inmediato a su embajador en México. Lo recibe personalmente en el aeropuerto y le informa que ha sido nombrado embajador en las Naciones Unidas. Su misión: Tomar todas las avenidas necesarias para integrar a Cuba en las negociaciones que la Unión Soviética y los Estados Unidos están efectuando para resolver la crisis.
Cuatro funcionarios de la Administración norteamericana se dirigían ahora a Nueva York para entrevistarse con U Thant y persuadirlo de que se iniciara de inmediato la inspección. Los cuatro funcionarios eran los siguientes: Michael Forrestal, del personal de la Casa Blanca; Joseph Charyl, Subsecretario de la Fuerza Aérea; Abram Chayes y Joseph Siscoe, del Departamento de Estado. U Thant se negó a implementar la inspección inmediata porque consideraba que esto excedía sus poderes.
LOS “COMPROMISOS CONTRAIDOS” COMIENZAN A EJECUTARSE
Esa tarde, el Presidente Kennedy preparó y envió a Moscú una respuesta más formal a la carta de Kruschev del domingo en la mañana, reafirmándole que los compromisos contraídos serían prontamente ejecutados. Muy pronto comenzarán a ejecutarse “los compromisos contraídos”.
El aparente rigor de la cuarentena impuesta a Cuba por el Presidente Kennedy, y la rapidez con que se logró la retirada de los cohetes rusos, dejó a los norteamericanos con una falsa impresión. Dice David Lowenthal que,
“sólo en contraste con la debilidad de nuestra previa política cubana fue ésta una decisión fuerte y vigorosa. Dada la circunstancia, fue la más débil respuesta abierta a nosotros… en el proceso hizo concesiones que van a contribuir al crecimiento de un poder militar comunista y a la subversión en este hemisferio”.
Fueron palabras proféticas las que en enero 29 de 1963, exactamente a los tres meses de concluida la crisis creada por la imprevisión de Kennedy, expusiera el distinguido profesor de ciencias políticas. Con conocimiento de evidencias ciertas de los emplazamientos de cohetes y de los propios proyectiles, Kennedy no tomó medida alguna para detener el flujo de armamentos hacia Cuba. Y por virtud de la distinción entre armamentos “defensivos” y “ofensivos”, permitió que continuara sin interrupción, el fortalecimiento militar soviético en Cuba.
Ese domingo 28 de Octubre todo era alegría en la Casa Blanca. Sorensen describe en su obra el profundo sentimiento de alivio y alegría con que el pequeño grupo cercano al Presidente se reunió para celebrar que la confrontación había terminado y los cohetes serían retirados. El Presidente había recibido la noticia con “tremenda satisfacción”, y, “mostrando la misma precisión conque en los 13 días había determinado cuanta presión aplicar…, suspendió los vuelos de reconocimiento para ese domingo y ordenó a la Marina evitar detener cualquier barco ese día”.
En esa demostración de «decisión que mostró durante estos 13 días» el Presidente, recuerda Sorensen, dio otra orden:
“pidió que se tomaran las precauciones necesarias para evitar que unidades de cubanos exiliados, con uno de sus ataques comandos que realizan en busca de publicidad, afectaran el acuerdo a que se ha llegado». Tan sólo días atrás su hermano había expresado al Grupo de Trabajo la irritación del Presidente porque estas “unidades de cubanos exiliados” no estaban realizando suficientes acciones comandos. No las calificó, entonces, como acciones “en busca de publicidad”. Ahora, que creía haber logrado el nuevo Pacto de Munich, había que impedir toda acción de las “unidades de cubanos exiliados”.
Al terminar la reunión, Sorensen va a su oficina, le lee a su secretaria una cita del libro “Profiles in Courage” y le dice: “Él nunca podrá exceder lo que ha hecho hoy”. Difícilmente podría hacerlo.
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