Estalla la crisis (IV)
Discutían las diferentes opciones: cuarentena, ataque aéreo, invasión, no hacer nada. Aunque no habían llegado a ninguna decisión, Sorensen dijo que prepararía un borrador para el Presidente anunciando el bloqueo. Vale la pena anotar que nunca se le redactó al Presidente un borrador anunciando una invasión o un ataque aéreo.
De acuerdo a la opinión de Sorensen, el Presidente Kennedy había cambiado su decisión de un ataque aéreo al bloqueo en la mañana del jueves 18.
El Comité Ejecutivo se reunía esa mañana, pero el Presidente prefirió partir y continuar su campaña electoral dejando a su hermano Bob a cargo de la importante reunión. Uno de los más ardientes defensores del bloqueo era Robert Kennedy que lo consideraba como la alternativa más flexible. Ese viernes, “hablé (por teléfono) con el Presidente muchas veces”. Mientras el Presidente, haciendo campaña en Cleveland, se detenía en Springfield, Illinois para depositar una corona en la tumba de Abraham Lincoln, camino de Chicago, el Comité Ejecutivo permanecía sesionando todo el día en el Departamento de Estado.
El sábado 20 sigue el interés electoral imponiéndose a la seguridad nacional. Esa mañana Kennedy se encontraba en Chicago. Bobby llama al Presidente sugiriendo a que regresara a Washington. Así lo hace.
A las 2:30 P.M., en la Oficina Oval, el Comité Ejecutivo expone ante el Presidente las dos alternativas: Comenzar con un bloqueo naval y, si fuese necesario, ir ascendiendo paso a paso la escalera de respuestas militares; o comenzar con un ataque aéreo, que llevará, con casi absoluta seguridad, a una completa invasión de Cuba.
Se había discutido por el Comité Ejecutivo la imposición de un bloqueo total que incluiría petróleo y otros renglones. El bloqueo así establecido -afirmaban en las reuniones los que defendían este curso de acción- iniciaba una acción positiva que podría ser luego intensificada a “nuestra voluntad o podía relajarse de acuerdo a las circunstancias”. Consideraba que, así, “nosotros podíamos tener cierto control sobre la extensión de la reacción soviética y, en caso de una confrontación, podríamos negociar desde una posición de acción positiva que podía ser intensificada a nuestra propia discreción”.
Ese curso de acción -como aparece en el memorándum de octubre 19 del Director de la Agencia Central de Inteligencia- no representaba una opinión unánime. Las opiniones variaban desde los que consideraban que nada debía hacerse, hasta aquéllos que creían que la respuesta debía ser una inmediata acción militar. Dentro del Grupo de Trabajo o Comité Ejecutivo -y seguimos citando el documento de octubre 19 hasta hace dos años secreto existía diferencias de opinión sobre como manejar a Kruschev, Castro, la OTAN, la OEA y, separadamente, las distintas naciones latinoamericanas. Había, además, como antes habíamos expresado, diferencias sobre cuan extenso debía ser el bloqueo cuando éste se pusiese en vigor.
Todo hacía aparecer que el propósito de reunir a los miembros del EXCOM era el de buscar un consenso para una decisión que ya el Presidente había tomado. Aunque en sus notas sobre la crisis, al hablar del EXCOM Robert Kennedy dice que “de este grupo vinieron las recomendaciones en que Kennedy se basaría para seleccionar el curso de acción”, la verdad parece ser otra.
Es evidente que el Ex-Comm fue excluido en el proceso de tomar decisiones en los momentos más difíciles de la crisis, el 27 de octubre. Desconocido para ellos, Robert Kennedy le dio la seguridad al Embajador Anatoly Dobrynin de que los Estados Unidos Unidos retirarían los cohetes Júpiter de Turquía, una posición que nunca había considerado el Ex-Comm en sus discusiones. Ni éstos supieron de la «Maniobra Cordier» cuando se instruyó a Andrew Cordier, Decano de Asuntos Internacionales de la Universidad de Columbia, contactar al Secretario de las Naciones Unidas U Thant para que éste propusiera un intercambio público de los cohetes americanos en Turquía por los misiles soviéticos en Cuba. El Ex-Comm, como grupo, poco importaba.
Contrario a una idea generalizada de que Kennedy buscaba airear las opiniones divergentes de sus asesores en busca de la posición correcta, nos encontramos que el Presidente deseaba tener cerca a aquéllos que expresaban acciones prudentes y se mantenía distanciado de aquéllos que preferían optar por decisiones drásticas. Así pidió a Stevenson, famoso por sus moderadas posiciones, que se mantuviese en Washington durante la crisis. Igualmente solicitó de Charles Bohlen, que abogaba por soluciones no agresivas a que pospusiese su viaje a Francia. Pero le permitió, sin oposición alguna a John McCIoy, Subsecretario de Guerra que demandaba acciones drásticas, continuar con sus planes de salir para Alemania.
El Presidente -aún 4 días después de haberse confirmado por las fotografías del U-2 la existencia de proyectiles balísticos- se niega a enfrentar la realidad.
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