De Girón a la Crisis de los Cohetes: La segunda derrota

Written by Enrique Ros

10 de diciembre de 2024

¿Quién plantea colocar cohetes en Cuba? (IV)

Se acercan a la costa frente a Guanabo y continúan bordeando la costa. La P.T. detiene su marcha, y solo avanza, frente al radar del Morro la rápida lancha con sus ocho estudiantes. Atraviesa la rada de la desembocadura el Río Almendares, frente a la Puntilla. Se acercan al objetivo. A las 11:30 de la noche, Manolo Salvat imparte la orden de disparar. El cañón de 20mm tronó más de 10 veces. Traspasó paredes y cristales. Las carabinas y fusiles de los tripulantes llenaron de plomo el edificio. Sus luces se apagaron.

Había sido atacado el teatro “Chaplin”, situado en el antiguo “Rosita de Homedo”, donde se alojan “técnicos rusos y checoeslovacos”. La responsabilidad del ataque la asume el Directorio Revolucionario Estudiantil, cuyo Secretario General, Juan Manuel Salvat, dirige la nave agresora.

Los que hoy condenan este tipo de acción lanzaban los y felicitaciones a la acción de aquellos jóvenes cubanos. El Miami Herald, en su editorial del martes 28 de Agosto de 1962, al referirse a los estudiantes que realizaron esta operación comando afirmaba que:

“Ellos dijeron en voz alta que la liberación de Cuba no está muerta sino en custodia de hombres ingeniosos y temerarios”.

“El ataque notificó a toda Latinoamérica, donde el gran gesto es apreciado, que el día de ajustar cuentas puede estar cerca. Para los cubanos en la isla, luchando en secretos lugares, y afuera, planeando para ponerte fin al exilio, fue esto un mensaje notificante para mantener en alto su coraje”.

“A los amigos de Cuba, de todas partes, la acción demostró que si se les suministrase las hemamientas, los cubanos están listos a darla sangre y el corazón para redimirá su patria”.

“El ataque puede ser llamado muchas cosas: fútil, sin objetivo, desafiante, aún ilegal y potencialmente embarazoso para el país que alberga a los que en él participaron. Todas esas cosas son ciertas, hasta un grado. Pero también es cierto que algún día, en el corazón de una Habana Libre, habrá un monumento a este grupo de temerarios”.

Habían participado poco más de una docena de jóvenes. Entre ellos, además de Salvat y Basulto, se encontraban Rodolfo Valladares, Bernabé Peña, Isidro Borjas que era el capitán del barco, Lázaro Fariñas, Lesly Nóbregas, Carlos Hernández (Batea), Albor Ruiz, Francisco García, Luis Camps, Julio Jo, Alfredo Fontanills y Francisco Blanco.

ATACA ALPHA 66

La presión de los grupos de acción del exilio no cesa. Dos semanas después, la radio de La Habana daba a conocer en tono alarmante, un comunicado del Ministerio de las Fuerzas Armadas. Informaban, histéricos, de la “agresión pirata a dos buques en Caibarién”. El comunicado del ministerio castrista decía que “a las 2:50 de la madrugada anterior (septiembre 10, 1962), una embarcación… de unos 40 pies de eslora y de dos motores, abrió fuego contra las embarcaciones cubanas “San Blas” y “San Pascual”, esta última de 350 pies de esolora, así como contra el carguero británico “New Lañe”, rociando las embarcaciones con balas trazadoras”.

Había sido la organización Alfa 66 la que había realizado el temerario ataque. Estropeaban así el largo discurso que esa noche pronunciara el “Primer Ministro y Secretario General de las Organizaciones Revolucionarias Integradas (ORI), Comandante Fidel Castro”.

En el discurso de aquella noche, Castro lanzó una velada amenaza de ataque nuclear a los Estados Unidos al tiempo que pretendía desvirtuar que ya se encontraban en Cuba proyectiles ofensivos.

“La Unión Soviética no necesita trasladar a ningún otro país, por ejemplo a Cuba, los medios de que dispone para rechazar la agresión. Nuestros recursos nucleares son tan potentes por su fuerza explosiva, y la Unión Soviética dispone de cohetes tan potentes para el transporte de esas ojivas nucleares, que no tiene necesidad de buscar un lugar para implantarlos en cualquier otro punto fuera de los límites de la Unión Soviética”.

Era un hombre solo, silbando en la noche. Castro, que ya había convenido con Kruschev la introducción de armas nucleares en Cuba, se permitía lanzar veladas amenazas. “Como es sabido, a petición del gobierno cubano y en vista de la amenaza de los círculos imperialistas agresivos, la Unión Soviética envía también a Cuba cierta cantidad de armamentos”. Respaldando las palabras de Castro, el Kremlin, a través de su agencia noticiosa TASS afirmaba que “una acción de Estados Unidos contra Cuba podría desatar una guerra nuclear”.

“El gobierno de Estados Unidos no está intimidado con estas amenazas” fue la respuesta transmitida a través de La Voz de las Américas.

Se peleaba también en las montañas. Osvaldo Ramírez, que había sobresalido por su incansable y prolongado batallar en el Escambray, y a quien Castro le había ofrecido una amnistía que el bravo guerrillero no aceptó, cayó, combatiendo, el 16 de abril de 1962. Estaba, en esos momentos, como señala Enrique Encinosa, tratando de vertebrar una extensa red de suministro, reclutando a simpatizantes de la zona.

Con grandes titulares de primera plana destaca la noticia la prensa oficial. Le conceden más espacio y mucho mayor destaque que al primer aniversario del desembarco del 17 de abril. Su segundo, el “Congo” Pacheco había sido herido y capturado en otro punto del Escambray. Meses atrás había caído Tondike. A estos hechos nos referiremos más adelante.

La efectividad y frecuencia de los ataques lo admitirá, años después, el Gral. Fabián Escalante, del Ministerio del Interior (MININT) y miembro del Comité Central del Partido Comunista de Cuba. “Entre enero y agosto de 1962, en esos 7 meses, se realizaron 5780 actos de sabotaje, terrorismo y destrucción de nuestro país”.

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