Actividades de algunas organizaciones. continúan las pugnas en otras (V)
Otro grupo lo forman Alberto Ponzoa, Nelson Iglesias, Alberto Beguiristaín, el Pibe Morejón, Cuco Lazárraga, Carlos Pascual, José Enrique Dausá y otros.
Estos combatientes, que a diario arriesgan su vida y su libertad, se sienten más vinculados a sus respectivos “case officers” que a la propia Agencia Central, con cuyos altos oficiales poco contacto mantienen. Distantes se sienten, también, del aparato civil. Del Consejo Revolucionario Cubano.
EL CONSEJO
REVOLUCIONARIO LUCHA EN DISTINTOS FRENTES
Luego de Girón, Miró tiene que enfrentar críticas y retos. La última -importante por la recia personalidad del discrepante, pero no la más seria que ha tenido que encarar el Presidente del Consejo le llega de Carlos Prío Socarras, el ex-Presidente de la República.
Propugna el antiguo mandatario la creación de un gobierno en el exilio; pide que el Frente y el Consejo reconozcan “sus evidentes equivocaciones”; se considera a sí mismo “con autoridad para aconsejar”, y termina Carlos Prío calificando al Consejo Revolucionario de ser “un organismo inoperante”. Quién, por el Consejo, responde a los ataques es Tony Varona, que afirma que si el exilio está dividido es “por aquéllos que quieren ser jefes; por los que llegaron a última hora, que tratan de formar tienda aparte y luego piden unidad”.
Arrecia en aquel mes de octubre de 1961 la demanda de distintas organizaciones por la creación y el reconocimiento de un gobierno en el exilio. La Asociación de Funcionarios del Poder Judicial, con la firma de Alabau Trelles y Elio Alvarez expone los fundamentos constitucionales de “la proclamación del magistrado Julio Garcerán como legítimo Presidente Constitucional de Cuba”.
En igual sentido se manifiesta la Juventud Anticomunista Revolucionaria (JAR) con la firma de Danilo Baeza, Alberto Sánchez, Carlos Whitmarsh, Angélica Lavín y Enrique Pablo Rodríguez, y la Cruzada Auténtica Revolucionaria cuyo Directorio Ejecutivo lo componen Leopoldo Morffi, Oscar Díaz, Román Peña, Gabriel Méndez, Antonio López Coujil, Orquídea Marroquín, Elvira Corral, Miguel A. Ríos, Miguel Reigada, Gilberto Ondara y José M. Brito.
En este lamentable mes de octubre, otras organizaciones se enfrentan a problemas de distinta naturaleza. Justo Carrillo que, desde siempre, ha presidido la Organización Montecristi, anuncia el 3 de octubre que se separa del Consejo. Días después, el Comité Ejecutivo de esa Agrupación dio a conocer “a la Opinión Pública” un extenso y confuso documento, cuya esencia era que un representante de la organización continuaría en el Consejo. A su vez, el “Movimiento 30 de Noviembre” aboga por la constitución de un “Consejo Obrero Revolucionario”; y una de las facciones del Movimiento Demócrata Cristiano impugna la representación que en el Consejo ostenta el Delegado de la otra facción.
El Consejo Revolucionario pelea en distintos frentes. Miró Cardona y Tony Varona vuelven a Washington, en los últimos días de febrero, 1962. Temprano, en enero, Miró había hablado con Dean Rusk. Se dice que ahora habían venido en busca de definiciones, tarea difícil en la Administración de Kennedy. Se hospedan en el Hotel Raleigh, donde -comenta Bohemia Libre- “en 1898 murió el Gral. Calixto García cuando estuvo en esa ciudad en las infructuosas gestiones que le había encomendado la Asamblea de Representantes de la Revolución Cubana. ¡Mal augurio!”.
Se entrevistan con funcionarios de la Cancillería, visitan diplomáticos latinoamericanos y son recibidos por algunos senadores y congresistas. ¿Entrevistas con el Secretario de Estado Rusk o con el Presidente Kennedy?. Decididamente, NO!.
Ahora, en mayo 22 el Consejo tiene que salirle al paso a unas declaraciones de Teodoro Moscoso que, como Director del Programa Alianza para el Progreso, al dirigirse a una Convención de Mujeres del Partido Demócrata de los Estados Unidos, había afirmado que “Norteamérica se había ocupado demasiado de la situación cubana, ocasionando el mal funcionamiento de la Alianza para el Progreso”. Ignoraba Moscoso, distinguido hombre público, que mientras existiera en el corazón de América un foco subversivo estaría condenada al fracaso la Alianza para el Progreso. Así le respondía la organización cubana al Asesor Presidencial.
En junio viaja Miró por México, Guatemala, Costa Rica y otras naciones. Busca apoyo para la causa cubana. Recibió palabras, pero poco respaldo.
Como para sanar las heridas que había dejado en el exilio la controversial huelga de hambre en el Parque Las Palomas a alguien se le ocurrió convocar para el 20 de mayo en el propio Bayfront Park a destacadas personalidades de distintas, y, a veces, opuestas corrientes ideológicas. Sería “un gran acto unitario”. Fueron invitados a participar Carlos Márquez Sterling, José Miró Cardona, Manuel Ray Rivera, Jorge García Montes, Manuel Antonio de Varona, Carlos Hevia, José Ignacio Lasaga, José Ignacio Rivero, Aureliano Sánchez Arango, Francisco Carrillo, Osvaldo Soto, Gregorio Escagedo, Tulio Díaz, Julio Garcerán, Juan Antonio Rubio Padilla. También los militares. Los coroneles Ramón Barquín, Eduardo Martín Elena, Angel Sánchez Mosquera, M. Várela Castro; los comandantes Niño Díaz, Pedro Luis Díaz Lans, Eloy Gutiérrez, Gabriel Abay; los capitantes Roberto San Román, Ernesto Despaigne, José López León, y otros. Pocos se dieron por citados.
Cansado de incomprensión y luchas comineras, Carlos A. Piad, que en Washington está al frente de la Delegación del Consejo Revolucionario pide ser relevado de la frustrante posición pero no le aceptan su petición.
Los Delegados del Consejo Revolucionario se mantienen activos. En Panamá labora Heriberto Corona que va a asumir otras responsabilidades y será sustituido por José Julio Fernández; en Colombia se encuentra Máximo Sorondo; en Chile, estará primero Jesús Valdés Crespo y, luego Max Azicri Levy; ambos recibiendo la muy valiosa cooperación de Lilia Duthil de Blanco. En Costa Rica funciona Francisco Ruiz; en El Salvador, Fermín Cross, y en Guatemala, Orlando Núñez. Como Delegado funciona en México, Carlos Fernández Trujillo; Raúl de Juan está en la Argentina, y, luego, José Julio Fernández ampliará su responsabilidad a toda la América Central.
Con el probable, pero no admitido, propósito de contrarrestar las continuas críticas a que el Consejo Revolucionario es sometido por la prensa local, esa organización comienza a transmitir el 20 de junio de 1962, en Miami, un programa radial dominical.
El Consejo continúa la publicación de su revista “Cuba Nueva” que, bajo la dirección de Angel del Cerro, había comenzado a editarse el 15 de marzo de 1962. Tiene en mayo de ese año una circulación de 35 mil ejemplares.
Regresaba Miró Cardona de un extenso viaje por Centro América y Panamá buscando la reafirmación del apoyo a la Cuba democrática que esas naciones habían expresado a principios del año en Punta del Este. Se había entrevistado con el presidente Francisco Orlich y el Embajador Gonzalo Fació, de Costa Rica; con el Presidente Ramón Villeda Morales, de Honduras; el Presidente Cordón de El Salvador; el Canciller Unda Murillo, de Guatemala; y el Presidente Roberto Francisco Chiari de Panamá. Venía Miró satisfecho de haber podido constatar “la solidaridad militante de Panamá y las Repúblicas Centroamericanas… que están unidas junto (a nuestra) Cuba”. Pero se encontrará en Miami una situación inesperada.
Con gran sorpresa para la comunidad exiliada que, en aquella época era extremadamente conservadora, en la edición de julio de Cuba Nueva aparecía, además de un extenso trabajo del Dr. Miró Cardona sobre el “Programa para el Gobierno Provisional”, una reseña que muchos consideraron elogiosa sobre “la apasionante y trágica historia del Movimiento Revolucionario 26 de Julio”, en la que se les prodigaba a sus miembros los más generosos calificativos: “ejemplar heroísmo”, “la abnegación y el valor excepcionalmente mostrados” y otros. Produjo estupor aquel artículo. Ya para la edición del próximo número “Vida Nueva” tenía un nuevo director: Fermín Peinado.
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