En este libro se narra el increíble comportamiento y manejo de la situación
creada por la militarización soviética de Cuba que culminó con la instalación de los misiles de mediano alcance. El autor señala con el dedo acusador a los hermanos Kennedy y destruye el mito falsamente creado por los apologistas. Ros pone al desnudo ese mito y leyenda, para que se conozca la angustiosa y
sangrante realidad.
Actividades de algunas organizaciones. continúan las pugnas en otras (IV)
Parten en los primeros días de noviembre hacia el Punto Unidad (al lado del más conocido Punto Fundora en la costa norte de Matanzas). Sería una operación de exfiltración e infiltración. Van a recoger a Antonino Díaz Pou, que había salido de la Embajada de Venezuela y continuaba su labor clandestina; a Emilio Martínez Venegas (2521), que tan destacada participación había tenido en el entrenamiento y en la labor de los teams de infiltración, y a Ricardo Chávez (el Mexicano) que había participado en el temerario rescate de Bandín y, entre otros, en el atentado a Carlos Rafael Rodríguez en la Vía Blanca. Está planeado que se infiltrarán Chichi y Manolín.
Al acercarse la lancha, toda la costa se ilumina. Se oyen disparos de armas de distintos calibres. Cae herido, junto a la playa, Antonino Díaz Pou (2502). En diciembre será fusilado. Emilio y Chávez pueden escapar. Se frustra la operación. La primera. Ha costado una vida.
Pasan unos pocos días y vuelve a realizarse otra doble operación de exfiltración e infiltración. Saldría del territorio Emilio Martínez Venegas e ingresarían Guillot y Quintero. En tierra guía a Martínez Venegas un abnegado compañero, Juanín Pereira. El punto de desembarco será la Coloma, en Pinar del Río. Va de capitán del barco Manolín Gutiérrez. Se acerca la lancha. La luz del faro serviría de orientación. Hacia allá se dirige la embarcación, pero no era ese el faro convenido. Las autoridades cubanas habían cambiado las luces. El G-2 alertados por el traidor Mongo Bringuier tenía rodeado el punto de desembarco. Identifican a Juanín Pereira como el responsable de la operación y allí, en la playa, lo ejecutan. Emilio Martínez Venegas es arrestado. Cumplirá larga condena de cárcel. Nadie puede infiltrarse. La segunda infiltración frustrada. Ha costado otra vida.
En los primeros días de diciembre se hace el tercer intento. Vuelven, como en las oportunidades anteriores a comunicarse con la clave de Manolito Reyes el radio-operador. Con el código acordado informan fecha, lugar y hora para realizar la operación. El barco, bien armado, lo capitanea Leslie Nóbregas. Al acercarse a la orilla, dos barcos castristas los intercepta. Nóbregas dispara las ametralladoras y paraliza las dos embarcaciones. Se ha malogrado el tercer intento de infiltración. ¿Qué ha pasado?
Manolito Reyes había caído preso semanas atrás y Seguridad del Estado conocía el código utilizado para transmitir y recibir mensajes.
Se hacía ya imperativa la infiltración de Rafael Quintero y Manolito Guillot. Se dedice hacer “una operación en negro”; es decir, ejecutar la infiltración sin que haya equipo de recepción. Parten, a fines de diciembre -¡era la cuarta intentona!- hacia Paredón Grande, al norte de Camagüey. La lancha la dirige, esta vez, Félix I. Rodríguez. Se realiza el desembarco, con éxito, por uno de los cayos cerca de la Laguna de la Leche. Llevan, también, dos toneladas y media de armas. Pasarán los infiltrados a Morón. De allí a La Habana.
OPERACIONES CON LA COMPAÑÍA
Grayston Lynch, uno de los dos norteamericanos que, incumpliendo las instrucciones de sus superiores, desembarcó en Bahía de Cochinos con los hombres que había entrenado, comenzó a llamar, apenas dos meses después del desastre de Playa Girón, a muchos de los jóvenes a quienes había entrenado como hombres rana y que habían podido regresar. Y Gray continuó su labor hasta poco después de la Crisis de los Cohetes. Trabajaba bajo la supervisión de Ted Shackley.
En verdad, pocos cubanos tenían una relación oficial, identificada con la CIA; normalmente esa relación estaba basada en un entendimiento verbal. No se firmaban papeles, no se ofrecían contratos. “Por su parte, la CIA nunca reconocía sus propias operaciones. Todos sabían quién era quién y todo lo que estaba pasando”.
Desde una base en Big Pine Key, la mayor de las pequeñas islas que rodean Cayo Hueso, comenzó otra vez, el viejo y respetado agente, el entrenamiento de la nueva hornada de hombres ranas que estaría formada por muchos que habían desempeñado la misma tarea en la etapa que culminó el 17 de abril.
Allí se reunieron Amadito Cantillo, Carlos Font, Andrés Pruna (Pruna, el Cousteau cubano, como muchos lo conocían), Carlos Betancourt y otros. Luego tuvieron que moverse a Elliot Key. Mantenían distintas casas de seguridad en el área de Homestead, en Florida City. Estaban también dos hermanos que tendrían luego una notable participación en acciones que pronto se realizarían: Miguel y Ramoncito Orozco. También Jorge Navarro (el Puma) y Félix Sosa, que llegaría a Capitán del Ejército de los Estados Unidos y moriría con ese grado en Vietnam.
La CIA sigue incorporando más hombres. Para los primeros meses de 1962 un número apreciable de cubanos trabajaba con la Agencia. “En aquellos momentos contábamos con unos 355 enrolados en el grupo. Estaba lo que llamábamos la marina o unidades navales; el equipo de hombres ranas; los comandos y los teams de infiltración”. La persona designada para hacerse cargo de algunos teams de infiltración era conocida como “Principal Agent” (PA); todos los PA eran cubanos. Los oficiales de enlace de cada grupo eran denominados “Case Officer” (CO); todos eran norteamericanos.
Los equipos de infiltración eran parte importante de la Brigada 2506. Permaneciendo presos en La Habana los miembros de la Jefatura Militar de la Brigada, muchos de los hombres que integraban los equipos de infiltración continúan operando movidos por el elevado estímulo de ver liberada a su patria.
Están participando en esta nueva etapa Carlos Hernández (Batea), Nilo Alvarez Milián, Enrique Casuso, Jorge Gutiérrez Izaguirre; Diego L. González, Ramón Machado, Ernesto Esteban, Miguel Alvarez, Benito Clark, Enrique (Kikio) Llansó, Abel Pérez, y muchos más.
Muchos de ellos se mantienen en contacto con Gray pero, también, con William Robertson a quien llaman con familiaridad y camaradería “Rip”.
El grupo de estos jóvenes se va ampliando. Estará Pedro Acebo y Conrado Caballero, de Pinar del Río. Rafael Alvarez Contreras, Angel Hernández, y Pedro Vera Ortiz. También Orlando Arrazola, telegrafista, Reinaldo García Martínez (Chiqui), Miguel Penton quien, junto a su hermano Giraldo llegaría a los campamentos el primero de agosto de 1960; Rafael García Alvarez, Claudio Filpes, Mario Alberto Enrique (radioperador) y Angel Millán Díaz. Luis Sierra está como telegrafista.
Participan además: Rafael Usatorres, Lito González, Juan Hernández Medina, Juan Tamayo, Humberto Olivera, José González, Florencio Valdés, Orlando García, Nelson Torrado, Rodolfo Hernández, Manuel García Rubio, de Las Villas; Carlos López Oña, Néstor Izquierdo, Vicente Blanco.
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