Las organizaciones revolucionarias (XIV)
El IV Congreso Latino Americano de Estudiantes (CLAE) se celebra en Natal, Brasil, de octubre 16 al 19 de 1961. Había sido convocado por la Unión Nacional de Estudiantes del Brasil, dominada por marxistas quienes escogieron Natal como sede por ser una ciudad cuyo alcalde era de filiación comunista y está situada en un área donde Juliao, el extremista líder de las Ligas Campesinas, ejercía gran influencia.
Ricardo Alarcón, jefe de la delegación castrista al congreso estudiantil, pronto se percata que está en minoría. Denuncia la “reunión preparatoria celebrada en Guatemala” como “un intento del imperialismo norteamericano para preparar la división del Movimiento Estudiantil Latinoamericano”. Se sabe perdido y apela a todas las artimañas asamblearias que ha practicado en la Colina Universitaria de La Habana. Grita Alarcón que “no existen condiciones para la celebración del Congreso”.
Se le enfrentan los jóvenes del DRE, respaldados por las Delegaciones de Chile, Honduras, Guatemala, Costa Rica, Bolivia, Panamá, Ecuador, El Salvador y otras.
Impugna Alarcón al jefe de la Delegación de Chile, y pide su expulsión. Se trata de Patricio Fernández, quien, tan solo 16 meses antes, en la primera semana de junio de 1960, había sido “huésped de honor del Gobierno Revolucionario” en su visita a La Habana. Encabezaba Patricio en aquel momento, como Presidente de la Federación de Estudiantes Universitarios, la delegación de estudiantes chilenos que fue objeto de innumerables homenajes y halagos por Osvaldo Dorticós, Fidel Castro, Armando Hart, Carlos Olivares y otras relevantes figuras del régimen, durante su estadía de una semana en la capital cubana. Ayer, “digno representante del estudiantado latinoamericano”. Hoy, “miserable instrumento del imperialismo norteamericano”.
Pero de nada le valen las argucias al representante castrista. En número mayoritario las delegaciones respaldan la posición de los cubanos exiliados, y el Congreso condena severamente al régimen castrista enumerando en un acuerdo denominado “La Revolución Cubana”, las razones en que fundamentaban su repudio.
La delegación castrista optó por retirarse, derrotada, no sin antes calificar al “ilegal congreso” que “reunía a grupos reaccionarios al servicio del imperialismo”.
La delegación estudiantil de los cubanos libres estuvo compuesta por Luis Fernández Rocha, y por Fernando García Chacón. Participan, también, Luis Boza, Antonio Abella, José Ignacio Rodríguez, Joaquín Pérez, Eduardo Muñoz y Miguel César Rodríguez. En el informe que se rinde se encontrarán Elio Más y Oscar Rodríguez que se había fugado de una cárcel cubana luego de haber sido apresado junto con Alberto Muller.
Casi simultáneamente, en otro punto del continente se está celebrando otro congreso de estudiantes.
En San José, Costa Rica, repiten “los dirigentes estudiantiles de la juventud socialista” la misma estrategia con el mismo negativo resultado. Viéndose derrotados en el congreso de estudiantes de enseñanza secundaria que se celebraba en la capital tica acusan al evento de “aprobar medidas antidemocráticas”, y se retiran, de nuevo derrotados. Antes “denuncian” los acuerdos de los congresos estudiantiles de Guatemala, de Brasil y, por supuesto, de éste que recién se ha celebrado. Eran tres las derrotas sufridas por los jóvenes extremistas.
Siguen activos los jóvenes cubanos. En mayo de 1962 Manolín Guillot se infiltra nuevamente en Cuba para reorganizar el movimiento clandestino. También se infiltró, una vez más, Julito Hernández Rojo, Secretario Ejecutivo del Directorio Revolucionario Estudiantil. Llevan -manifestará el General Fabián Escalante años después- “extraordinaria cantidad de armas” destinadas a los alzados. “Bandidos que operaban en nuestras montañas” los llamará el Gral. Escalante. Poco después, se infiltrará en la zona de La Habana, Fernández Rocha.
Será ésta la penúltima gran actividad clandestina que realizará el Directorio partiendo del territorio norteamericano. Más adelante nos referiremos a la última de estas operaciones.
RESCATE
REVOLUCIONARIO
El desembarco del 17 de abril de 1961 toma de sorpresa a los integrantes de Rescate Revolucionario en Cuba.
Aunque la organización que había estructurado Manuel Antonio de Varona con la participación de militantes del autenticismo mantenía, en la isla, a través de sus radio-operadores estrecho contacto con la dirección en el exilio, nada supo de la inminencia de la invasión. Ocupaba en aquellos momentos la Coordinación Militar de Rescate Revolucionario, el antiguo Coronel Manuel Álvarez Margolles. En pocos meses estará complicado en la conspiración del 30 de agosto a la que nos referiremos más adelante.
La Coordinación Nacional de Rescate Revolucionario había sido ocupada por distintos dirigentes: Mario del Cañal, Lomberto Díaz, Alberto Recio, Alberto Cruz y Raúl Méndez Pírez.
MOVIMIENTO
DEMÓCRATA
CRISTIANO
El Movimiento Demócrata Cristiano (MDC) sufría, desde antes, sus propias divisiones. El planteamiento de lo que se conoció como Tesis Generacional, que era un serio enjuiciamiento de la forma en que se conducía el Frente Revolucionario Democrático (FRD), produjo un cisma dentro de la organización que llevó al presidente de la misma, José Ignacio Rasco, a presentar su renuncia a ese cargo. Renuncia que no le fue aceptada pero que condujo a una asamblea general del Movimiento el 11 de mayo de 1961, a menos de un mes de la debacle del 17 de abril.
Con la retirada de la asamblea de algunos de los asistentes, la organización se dividió en dos bandos reclamando cada uno haber obtenido la mayoría. Aquella división fue de corta duración. Pero ya vendrían otras.
Ya para el primero de julio de 1961, estaba superada aquella escisión designándose, por acuerdo unánime de ambas facciones, en la presidencia del MDC a José Angel Ortega, que había sido miembro del Comité Ejecutivo.
Impugnado por los dirigentes obreros de las distintas tendencias dentro del movimiento, (José Antonio Hernández, Raúl Amieva, Dionisio Fajardo) y por distintos miembros del anterior directorio que rechazaban la composición del comité designado por Ortega, éste estructura un comité gestor que, a su vez, conduce al nombramiento de un nuevo Comité Ejecutivo. La presidencia recae en Guillermo Martínez (Ramiro) quien fuera Subcoordinador General Nacional en Cuba.
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