De Girón a la Crisis de los Cohetes: La segunda derrota

Written by Demetiro J Perez

16 de julio de 2024

Las organizaciones revolucionarias 

(X de XIII)

El fracaso de la invasión había forzado el asilo político de muchos dirigentes. Algunos (José Fernández Badué, del MDC; Rodríguez Espada, de Unidad; Fontanils, del Directorio Estudiantil; Julio Garcerán de Vals, del poder judicial) ingresaron en la sede diplomática de Italia. Desde la mansión diplomática se sigue conspirando. Será Jorge Sánchez de Villalba quien, en frecuente contacto con algunos de los asilados, comenzaría a reorganizar los cuadros del movimiento clandestino. Lo asistirán, entre otros, Emilio Llufrío (de la Triple A), Álvarez Perdomo, y Fuentefría. Pronto establece contacto con el Capitán Francisco Pérez Menéndez (Frank) que dirigirá el movimiento del 30 de agosto de 1962 al que nos referiremos más adelante.

El 8 de agosto, como ya relatamos, tocan a la puerta del apartamento de la madre de Barroso donde, tan solo por pocas horas, Octavio se había guarecido. Es arrestado. Sufrirá con estoicismo las peores torturas. No se quebrará. El dos de febrero de 1962 morirá ante el pelotón de fusilamiento. Lo habían procesado bajo la Causa #20 de 1962.

EL LARGO CALVARIO DE JOSÉ PUJALS 

MEDEROS

Pujals es uno de los héroes anónimos de esta gloriosa gesta. Sin pertenecer a ninguna de las organizaciones revolucionarias que tesoneramente se enfrentan al régimen, ofrece Pujals Mederos su valiosa colaboración a todas ellas. Algunos lo vinculan a Unidad (por su estrecha amistad con Octavio Barroso); otros al MRP (por ser sobrino de Elena Mederos); muchos, a la Agencia Central de Inteligencia (por sus estudios en los Estados Unidos y sus relaciones con funcionarios norteamericanos). Pujals trabaja con todos. Inclusive con el Directorio Revolucionario Estudiantil; con el MRR (tanto con el grupo de Artime como con el de Lorié, Yabor y Niño Díaz); también con el MDC. Pujals es, básicamente, un organizador; un planeador.

Ha entrado y salido de la isla repetidamente: antes y después de Girón.

En enero de 1961 el Departamento de Seguridad del Estado lo había involucrado en un traslado de pertrechos y explosivos en la finca de Capestany, en Cuatro Caminos. Es detenido su cuñado Juan Carlos Álvarez Aballi, “que no tenía que ver absolutamente nada con esto” y un militante del MRP, Carlos Manuel Matos García. Detenidos el 5 de enero, ya el 18 han sido juzgados y fusilados. Irónicamente, cuando el gobierno de Castro “hace el anuncio oficial de que como un gesto conciliatorio a la nueva administración norteamericana del Presidente Kennedy, va a suspender los fusilamientos”. Pujals tiene que salir de Cuba. Pronto regresará.

Reingresa a la isla a las pocas semanas. Trata de agrupar, en un frente común a las organizaciones de lucha. Junto a Barroso, prepara nuevos alzamientos que pudieran controlar y en una zona que fuese posible mantener. Con Izaguirre ha mantenido contacto en la recepción de equipo y materiales. Son ésas, insiste Pujals, sus tareas; sus responsabilidades. No otras. Sale nuevamente del territorio nacional el 12 de julio de 1961 y vuelve a la isla el 29 de aquel mes.

El 8 de agosto -a los diez días de haber regresado- está reunido con Octavio Barroso, cuando, como antes hemos narrado, es detenido. Se inicia el largo calvario de José Pujals Mederos.

Lo envuelven no en una, sino en varias causas. Es el primero en la causa 20 en la que aparecen, también, su gran amigo Octavio Barroso, José Antonio Muiño, Alfredo Izaguirre y Pablo Palmieri. También procesan en la Causa 20 a Santiago Echemendía, médico estrechamente vinculado al MRR pero no a Pujals; a Raúl Alfonso que ha trabajado con el MIRR; al médico Ramón Ibarra cuya casa, en la calle Gervasio o Escobar, servía de centro de reunión de conspiradores que, entre otros, frecuentaba Jorge García-Rubio; y a Gilberto Gil, jefe de monteros de la finca de Pujals en Camagüey, por donde el 3 de marzo se habían infiltrado Emilio Adolfo Rivero Caro, Jorge García-Rubio y Adolfo Mendoza.

Luego de tres meses de total aislamiento en las celdas sin ventanas, ni muebles, ni higiene, de los centros de tortura que llaman “las casitas” del Country, y otros tres meses en el G-2 de 5ta y 14 y en La Cabaña, pesa una sentencia a pena de muerte sobre Barroso, Muiño, Izaguirre y Pujals. Se la aplican a los dos primeros, Barroso y Muiño; a Izaguirre se la conmutan por una condena de 30 años de prisión, y Pujals es pasado a otra causa: La 31. Palmieri es sentenciado a 30 años de cárcel y Echemendía y los demás a distintos términos carcelarios. El 2 de febrero era viernes.

El lunes 5 Pujals ya está siendo juzgado en la causa 31. Le han surgido -en este sangriento fin de semana- nuevos compañeros de causa. A ninguno conoce. Con ninguno ha estado unido, jamás. Poco importa. La sentencia ya es conocida: pena de muerte para José A. Pujals Mederos, Juan Manuel Izquierdo Díaz y Orlando García Plasencia. Años de prisión para Orlando Castro, Bernardo Paradela y otros. Sólo se discute si se le permitirá a su esposa verlo unos minutos antes de la ejecución y la forma y momento en que la familia podrá disponer del cadáver. Pero, en el último momento le fue conmutada la pena capital por 30 años de cárcel.

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