Por María C. Rodriguez
Aunque la afirmación más aceptada es la que dice que “nunca existió realmente y que solo se quedó en una idea, boceto o proyecto, hay quienes dicen que sí existió, incluso hay diversos documentos de entre los siglos XVI y XIX que mencionan y/o describen el instrumento llamado “piano de gatos”.
El piano de gatos, u órgano de gatos, es un instrumento musical que consiste en una hilera de gatos encerrados con las colas colocadas debajo de un teclado, de manera de cuando una tecla es presionada aplasta la cola del gato y este grita de dolor. Los gatos están colocados siguiendo el orden del tono natural de sus maullidos.
En el 1650, Athanasius Kircher escribía: “Para levantar el ánimo de un príncipe italiano agobiado por las preocupaciones de su puesto, un músico creó para él un piano de gatos. El músico seleccionó a varios gatos cuyas voces naturales tenían diferentes tonos y los colocó en jaulas adyacentes, de manera que cuando se presionaba una tecla del piano un mecanismo elevaba una punta afilada hacia la cola del gato correspondiente. El resultado era una melodía de maullidos que se iba haciendo más fuerte a medida que los gatos se iban desesperando más. ¿Quién no iba a reírse con esa música? Así fue como terminaron con la melancolía del príncipe”.
Jean-Baptiste Weckerlin ofrecía en su libro Musiciana, extraits d’ouvrages rare ou bizarre (1877) otra descripción curiosa:
“Lo más curioso estaba en un carruaje que transportaba alguna de la música más singular que uno pudiese imaginar. Había un oso que tocaba el órgano; en lugar de tubos, se veían dieciséis cabezas de gatos cuyo cuerpo estaba encerrado; las colas sobresalían y estaban sujetas para tocarse como si fueran las cuerdas de un piano. Al presionar una tecla, esta tiraba de la cola correspondiente, generando un maullido lastimero.
El historiador Juan Christoval Calvete observó que los gatos estaban ordenados para producir una sucesión de notas desde la octava… (cromáticamente, creo). Esta orquesta abominable se colocaba en un teatro donde había monos, lobos, ciervos y otros animales que bailaban al ritmo de los sonidos de esta música infernal”.
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