María C. Rodríguez
Durante la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), el régimen fascista italiano liderado por Benito Mussolini, era el principal aliado de Adolf Hitler; y tanto éste último como Mussolini tuvieron fines fatales y trágicos.
Al hacerse evidente la derrota alemana en la primavera de 1945, Mussolini no tenía claro qué camino debía seguir y dudaba entre retirase a una última defensa desesperada en Trieste o en la región alpina de Valtelina, o buscar refugio en Suiza; pero no había planes concretos para ninguna de esas posibilidades así que intentó negociar en vano con los Aliados una capitulación condicionada. Infructuosamente Mussolini trata de organizar una columna de 5 000 hombres para que lo defendiesen por miedo a acciones de la Wehrmarcht contra él, lo cual no logró debido a la escasa fuerza militar.
Finalmente decidió huir, hacia el norte y sin destino concreto, disfrazado de soldado en un convoy alemán al mando del teniente Schallmayer de la Luftwaffe. En Como se quedaron su esposa Rachele y sus hijos pequeños, aunque sí se llevó consigo a su amante Clara Petacci y a su hermano Marcello, que pretendían hacerse pasar por el cónsul español y esposa. También formaban parte de la columna otros líderes fascistas, como Alessandro Pavolini y Nicola Bombacci. El convoy fue detectado cerca de la localidad de Dongo a las seis y media de la mañana del 27 de abril por un grupo de partisanos comunistas de la Brigada Garibaldi dirigidos por Urbano Lazzaro.
La mañana del día 28 se reunió a Mussolini y a Clara Petacci en una casa campesina de Dongo y hasta allí llegó desde Milán un grupo de partisanos comunistas dirigidos por Walter Audisio, con la orden de ejecutarlos. Aunque Mussolini creyó en un primer momento que Audisio venía a liberarlos, en realidad los trasladó hasta la aldea de Giulino di Mezzegra donde, junto a la vía XXIV Maggio, y ante las puertas de Villa Belmonte fueron fusilados a las 16:10.
Una vez bajados de los vehículos, Audisio leyó una breve sentencia en nombre del pueblo italiano y a continuación levantó su ametralladora para dar muerte a Mussolini. Audisio ordenó, “¡Agáchate!”; Petacci abrazó a Mussolini e intentó interponerse. A pesar de que la ametralladora se encasquilló se realizaron disparos con otra prestada por Moretti, y Pettaci cayó muerta. Justo después Mussolini abrió su chaqueta y gritó “¡Disparame en el pecho!”. Audisio le disparó en el pecho con la misma ametralladora.
Ese 28 de abril de 1945, Mussolini cayó por cinco disparos pero no murió y estaba respirando con dificultad. Audisio se acercó con su revólver y lo remató con un certero balazo en el corazón.
Los cadáveres fueron trasladados en la tarde del mismo 28 de abril en un camión hasta Milán. En el trayecto no se permitió a nadie acercarse a los cuerpos, hasta que llegaron el día 29 a la plaza Loreto de esa ciudad. Allí fueron sometidos a toda clase de ultrajes por la muchedumbre. El servicio de policía colgó luego los cadáveres cabeza abajo en una gasolinera de la plaza.
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