Por María C. Rodríguez
OJO CON EL AZÚCAR QUE TE AMARGA
Inevitablemente, nuestro cuerpo necesita un tipo de azúcar, llamada glucosa. Sin embargo, no hay necesidad de añadir glucosa a la dieta, ya que nuestro cuerpo puede generar la glucosa que necesita al descomponer las moléculas de alimentos como los hidratos de carbono, las proteínas y las grasas.
El consumo de una o dos (o más) bebidas azucaradas por día aumenta el riesgo de padecer diabetes de tipo 2 en un 26%. El cuerpo se hace más resistente a la insulina y esto hace que otras formas de azúcar no puedan entrar a las células, acumulándose en el torrente sanguíneo. Este azúcar en la sangre conduce a la pre-diabetes, y la misma a la diabetes real.
El problema de la obesidad está íntimamente ligado al consumo del azúcar, el cual hace que como consecuencia se dispare la presión arterial. Las enfermedades cardiovasculares son el principal factor de riesgo de las personas con obesidad. El colesterol es un importante factor de riesgo para el desarrollo de graves afecciones cardíacas. Consumir grandes cantidades de azúcares añadidos es más propenso a tener niveles más bajos de colesterol HDL (bueno), y niveles más altos de colesterol LDL. (malo), así como también mayor cantidad de triglicéridos, o grasa en la sangre.
Una vida de mucho azúcar puede cambiar la piel paulatinamente a un aspecto más opaco y arrugado. Esto es causado por un proceso llamado glicación, que actúa sobre la dermis principalmente, y que se produce cuando las moléculas de glucosa reaccionan con las estructuras celulares, alterando la dermis. Esto se traduce en daños al colágeno y la elastina. También se desactivan las enzimas antioxidantes naturales del cuerpo.
Puesto que el consumo exagerado de azúcar añadido fomenta la producción de Ghrelina (hormona que induce apetito), si comienzas a elegir productos menos procesados y más naturales sentirás menos hambre y menos ansiedad por comer.
Comer y beber mucho azúcar también provoca trastornos en el sistema inmune, y es que puede inhibir la fagocitosis, proceso en el cual virus y bacterias o demás agentes patógenos son destruidos por los glóbulos blancos, y demás células protectoras.
Un hábito de azúcar desproporcionado reduce la producción de una sustancia química llamada factor neurotrófico derivado del cerebro (BDNF), responsable de ayudar al cerebro con los nuevos recuerdos y los del pasado. Los niveles de BDNF suelen ser bajos en personas con un metabolismo de la glucosa alterado, como diabéticos y pre-diabéticos. A su vez, un bajo BDNF se ha relacionado con el Alzheimer y la demencia.
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