Por María C. Rodríguez
Voló como Matías Pérez
Matías Pérez (Portugal, principios del siglo XIX – Golfo de México, 28 de junio de 1856) fue un célebre aeronauta que desapareció para siempre en los cielos de Cuba.
A mediados del siglo XIX las ascensiones en globo se pusieron en boga, convirtiéndose cada ascensión en un espectáculo de entretenimiento.
Según se cuenta, el primer aeronauta de Cuba fue el francés proveniente de Nueva Orleans Eugenio Robertson, quien el 19 de marzo de 1829 se elevó en un globo aerostático desde la Plaza de Armas de La Habana, cercana al Castillo de la Real Fuerza. Su ascensión formaba parte del programa de festejos destinado a la inauguración del Templete, pequeña edificación de estilo neoclásico, por lo que no resultaba rara la presencia del Gobernador, don Francisco Dionisio Vives. Aunque las fiestas duraron tres días, desde el 18 hasta el 21, fue el 19, en horas de la tarde, cuando el globo del francés se elevó. Fue a caer horas después en un potrero cerca de Nazareno, un pueblito de apenas veinte casas alejado de la ciudad.
Las ascensiones en globo se hicieron cosa común en aquellos tiempos. Pero, aunque todos arriesgaban su vida, sólo uno de estos intrépidos aeronautas pasaría a la historia como el más famoso de los aventureros cubanos.
En realidad, no era cubano. Era portugués, pero con el tiempo había terminado aplatanándose en la Isla. Poseía un taller de toldos en la calle Neptuno. Le conocían por El Rey de los Toldos, ya que su habilidad en esa industria era notoria. Su nombre: Matías Pérez. Resultó ser un estudioso y un amante empedernido de la aeronáutica. Dicen que devoraba las publicaciones europeas sobre el tema y que tenía en su poder todo el material que al respecto había escrito Leonardo Da Vinci. Asistía a las tandas que Godard daba en el teatro Tacón y donde ofrecía charlas sobre el arte de volar. Matías Pérez anotaba cuidadosamente sus explicaciones y tampoco se perdía los vuelos de Godard, llegando a relacionarse con él. Su globo, llamado La Villa de París, se lo había comprado a Godard por el precio de 1 200 duros.
El 12 de junio de 1856 el pueblo habanero se reunió en el mismo sitio para decirle adiós al portugués. Su globo tuvo buenos vientos y fue a descender en una zona conocida como Filtros del Husillo, como a dos millas del Cerro. Pocos días después, obtuvo un permiso del general Concha para llevar a cabo una segunda ascensión, fijada para el 28 de junio, pero transferida después para la mañana del 29. Pasadas las siete de la noche, aún no se había elevado. Según los periódicos de la época, se observaba en Matías Pérez y en quienes lo acompañaban ciertas dudas relacionadas con el estado del tiempo, que no era favorable. Por fin, lo vieron volar sobre el Paseo del Prado y ser arrastrado hacia el mar por el viento, que lo hizo desaparecer tras las nubes. Nunca más se supo de él.
Desde entonces hasta la fecha, muchas han sido las teorías que intentan explicar su desaparición. La más sencilla (que cayó en el mar y murió ahogado) convive con la más disparatada (que fue abducido por los extraterrestres). Lo curioso es que, hoy, cuando alguien se va y dejamos de tener noticias suyas, lo más común es escuchar una frase que perpetua para siempre el nombre del héroe: “Voló como Matías Pérez”.
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