Por Herminio Portell Vilá (1955)
La colonia cubana de Tampa, aumentó con los emigrados de la Guerra de los Diez Años y allí se establecieron las primeras tabaquerías como el medio de vida de los recién llegados. Los “chinchales” se acreditaron y hubo una mayor demanda por los tabacos de Tampa, por lo que surgieron las fábricas de Martínez Ibor, de Haya, de Condoya, de Hidalgo y de otros emprendedores cubanos, después de 1869, que llegaron a convertirse en la principal fuente de ingresos para la población.
Alrededor de la amplia bahía surgieron otros caseríos, a veces fundados por emigrados cubanos, como Ibor City. Los emigrados adoptaron la ciudadanía norteamericana, participaron de la política del Condado de Hillsborough, donde está Tampa, y fueron alcaldes, concejales, magistrados, alguaciles, etc., mientras la ciudad crecía. Hasta los periódicos en español tenían mayor circulación que los impresos en inglés y dos de ellos, “La Crónica”, y “La Traducción”. Las mejores revistas ilustradas de Tampa se publican en español. Allí se fundó por la emigración el “Liceo”, como en las ciudades progresistas de la Patria lejana, y se le pudo llamar “Liceo Cubano”, y hubo Club Nacional Cubano y otras agrupaciones que recordaban a Cuba.
Era natural, que Tampa fuese uno de los centros de actividad patriótica preferido por Martí, mientras organizaba el Partido Revolucionario Cubano. En sus sociedades, en sus teatros, en los salones de las fábricas de tabacos y en las casas amigas, se escucharon sus discursos y sus exhortaciones en favor de la unidad de la emigración para ayudar en la empresa de hacer que Cuba fuese libre. Tampa dio más, por cápita, por Cuba Libre, que cualquiera otra ciudad, y sus tabaqueros contribuyeron con más recursos, proporcionalmente, para la independencia de Cuba, que el más acaudalado de los hacendados de la época. Fue en el “Liceo Cubano” de Tampa que Martí pronunció su famoso discurso sobre los “pinos nuevos” La orden para la Revolución del 95 salió oculta en uno de los tabacos torcidos en las fábricas de Tampa.
La fundación oficial de Tampa data del 15 de diciembre de 1855, cuando la Asamblea Estatal convalidó la existencia de su ayuntamiento. En este año, pues, los tampeños celebran su primer centenario y la exposición o “Feria del Progreso”, que durará del primero al dieciséis de julio, es el primero de los actos conmemorativos de la ciudad, en la que hay unas sesenta mil personas de entre las ciento veinte mil de la población, que son oriundas de Cuba y mantienen vivos sus tradiciones cubanas. Los viernes, cuando se vende Bohemia en Tampa, la revista se vocea por las calles como si se tratase de una ciudad cubana. La «Greater Tampa» o distrito metropolitano de Tampa llega a medio millón de habitantes, con los pueblos vecinos, y una quinta parte de ellos entiende el español, tienen recuerdos familiares cubanos, están al tanto de la última noticia de nuestro país y mantienen tenazmente, al cabo de varias generaciones, el vínculo que tenían los fundadores de sus familias cuando emigraron de Cuba para no vivir bajo el despotismo.
Las industrias cubanas van a estar representadas en la “Feria del Progreso”, de Tampa, gracias a los esfuerzos de la Sociedad Colombista Panamericana y de la Comisión Cubana Organizadora del Centenario de Tampa. Cuba también enviará colecciones de libros, de cuadros, de esculturas, de música grabada e impresa, de periódicos, de fotografías, de películas descriptivas, de documentos históricos, etc., para llegar al corazón de los tampeños, los más cubanos de todos los norteamericanos, y demostrarles cómo les quieren y les recuerdan sus hermanos del otro lado del Estrecho de la Florida, que hace más de cuatrocientos años, cuando ni siquiera había Jamestown ni Plymouth, ya habían enviado a la bahía de Tampa a Gómez Suárez de Figueroa y a otros cubanos de la primera generación de criollos que hubo en esta Isla.
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