CUBA EN LA MEMORIA DE MANUEL C. DÍAZ

Written by José A. Albertini

12 de noviembre de 2025

Por J. A. Albertini

El recuerdo es la

presencia invisible.

Victor Hugo.

El escritor y periodista Manuel C. Díaz, ex prisionero político cubano y exiliado en Estados Unidos, desde 1979, ha residido y desarrollado, hasta el presente, toda su obra literaria y periodística, en la ciudad de Miami. 

Por más de 30 años, ha escrito para el periódico  El Nuevo Herald  reseñas literarias, crónicas de viajes y artículos de opinión. Asimismo, comentarios sobre música y temas de actualidad.

A su pluma, debemos las novelas El año del ras de mar y Subasta de sueños (Ediciones Universal, 1993- 2011)  y La virgen del malecón (Ediciones Baquiana, 2013). En cuentos los volúmenes: Un paraíso bajo las estrellas (Ediciones Universal, 1995) y Cuentos cubanos: Isla y exilio (Amazon Books, 2022).

Siempre activo, haciendo honor a su inveterada pasión por visitar países de diferentes continentes, y deseoso de compartir, permanentemente, con sus lectores algunas de las crónicas de viaje, que a lo largo del tiempo redactó para  El Nuevo Herald, realizó una  acertada selección de las mismas. Bajo el sello de Ediciones Universal en el año 2016 salió a la luz el libro: De Cádiz a Normandía. 

Manuel C. Díaz, amante de la historia y conocedor de la enorme influencia que la literatura, libre de ataduras e intimidaciones, tiene en la existencia de pueblos y estados, durante su desempeño creativo, ha puesto énfasis en comentar obras que  —al margen de la nacionalidad del autor —él ha considerado importantes. Por supuesto, un sitio significativo en las reseñas literarias, incluyendo todos los géneros, lo ocupan las escritas por cubanos exiliados. Sin temor a errar digo que gracias a sus cultas y atinadas crónicas se puede seguir, hasta los días presentes, el aporte valioso —legitimo patrimonio cubano —que narradores, poetas, ensayistas, historiadores, filósofos, de ambos sexos, contemplando un amplio etc, han ido desgranando a lo largo de este largo exilio. ¿Acaso verbo y pluma del desterrado José Martí no reposan en las entrañas de la patria? 

Y, en este rápido presente, Manuel C. Díaz, siguiendo pisadas antecesoras, en su más reciente libro —de sugestiva y bien diseñada carátula —titulado: Cuba en mi memoria, cuyo subtítulo es: República – castrismo – exilio, (Editorial El Ateje, 2025)  agrupa 37 crónicas de temas variados, cuyo enfoque  central es Cuba y el desguace sistemático que el castro-comunismo ha realizado en la población, recursos naturales, vivienda y economía nacional, tomando, muy seriamente, en cuenta el rosario interminable de víctimas que por más de 65 años han nutrido la permanencia del régimen nefasto. Y como el contenido se puede leer sin seguir un orden establecido, las disfruto y comparto—no todas —tomando de aquí y de allá.

 En Conrad Hilton en La Habana,  relato que aviva el recuerdo, Manuel C. Díaz, nos dice que con 16 años de edad y siendo uno de los empleados más jóvenes  del Hotel Habana Hilton, el 19 de marzo de 1958, día de la inauguración oficial del edificio, en horas de la mañana, libro de vistas en mano esperó erguido  —aunque tenso —a que la primera dama de la República Marta Fernández Miranda de Batista llegase al edificio y firmara el libro para dar inicio a los festejos. En un lujoso Cadillac negro, rayando las 10 A.M., llegó la Primera Dama y estampó su firma.

Triste reflexión despierta: La entrada de Fidel Castro a La Habana y la toma, el 8 de marzo de 1959,  por el caudillo y secuaces, de la totalidad del piso 23 del lujoso inmueble.

 Pena  provoca leer: El hotel Habana Hilton y sus obras de arte, cuyo subtitulo es: Una historia poco conocida. Era  el Viernes Santo del año 1960, cuando el gran mural, que adornaba la fachada del hotel y una sección de la piscina, obra de la artista plástica Amelia Peláez, a causa de los vientos de cuaresma se desprendió y pedazos de escombros ligados con filosos cristales de cerámica acabaron con las vidas de Zita Coalla, conocida bailarina del cabaret  Tropicana y su novio. Ambos, en trajes de baños, se solazaban junto a la piscina. El relato, antes de abordar el fatídico incidente, hace un repaso sobre la totalidad de las valiosas obras pictóricas y escultóricas —en el presente desaparecidas, (robadas por los nuevos colonizadores de la Isla)— hechas por afamados creadores  cubanos, que por entonces engalanaban el inmueble.

Mi amigo René y sus, para mí como lector, dichosas pegatinas, resulta una  narración llena de humor crédulo, con mueca de disgusto final  que demuestra lo engañado que estuvo el pueblo cubano sobre el verdadero plan de gobierno totalitario que animaba pensamiento y desempeño de Fidel Castro: Our revolution is not communist…is humanistic…

Los fusilamientos en Cuba y el terror como política de estado retrata la   temprana artimaña que el creciente totalitarismo  empleó —7 de febrero y 29 de junio, 1959 —para promulgar leyes que permitían aplicar, de manera arbitraria, la pena de muerte por fusilamiento, a la par que  injustificadas y largas condenas carcelarias. En esta crónica, de tropelías vigentes, se mencionan varios nombres de víctimas y victimarios. La lista total aún no se puede contabilizar porque la vesania calculada sigue, día tras día, enriqueciéndola. 

La Guerra del Escambray y sus héroes, El Éxodo del Mariel, Los rostros de los fusilados  —denuncia pictórica, desde Barcelona, España, que el artista plástico  y escritor cubano, Juan Abreu realizó como homenaje permanente a los patriotas ejecutados  por el castrismo— así como El hundimiento del remolcador 13 de marzo,  con su  rosario de fríos y calculados asesinatos de hombre  y mujeres, incluyendo 10 niños, llenan las 134 páginas de Cuba en mi memoria, donde repito, se agrupan estas 37 crónicas, de palpitante actualidad e intrínseca memoria histórica.

 También, en olor de barbarie, el libro cuenta con artículos tales como: El Periodo Especial y la Nueva  Coyuntura, Los cubanos enfrentan la pandemia, La Habana no aguanta más, Cuba y su Museo del Horror y De vuelta al cepo.

Imposible, a pesar del espacio limitado, dejar de mencionar los artículos de opinión: Francisco, el Pontífice de las sorpresas y El socialismo del siglo XXI, sin omitir el escrito, lleno de sentimientos, titulado: La muerte de Celia Cruz.

Otras lecturas referentes a determinados sucesos  y etapas de nuestra era Republicana, entre las que se encuentran La Tremenda Corte, José Ángel Buesa: el poeta del amor y Enrique Caruso en La Habana, arrancan sonrisas matizadas de jovialidad.

 La rica diversidad de asuntos que han marcado y siguen influyendo —con presencia de laceración abierta— en el prolongado exilio cubano se describe en: Cubanos por el mundo, La radio cubana de Miami, El PEN Club de Escritores Cubanos en el Exilio y Cubanoamericanos en Viet Nam.

No obstante, como la  evocación es padecimiento de exilio y el hogar que,  por imposición ajena, tuvimos que abandonar, ya no conserva el sabor que nos despidió,  recomiendo la lectura del relato: Mi hermano Ricardo regresó a La Habana. Ya nada es igual, nada será igual. El tiempo jamás retrocede, pero  eso no impide que Cuba en mi memoria sea una constante, como lo es en el pensamiento del escritor Manuel C. Díaz a quien felicito por la acertada selección de estas crónicas que,  más allá de la desaparición del castro comunismo de nuestra Isla, seguirán siendo memoria viva. Texto de consulta. 

NOTA: Cuba en mi memoria y demás obras de Manuel C. Díaz se encuentran en Amazon libros.

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