Cuba rindió a Nuestra Señora del Rosario de Fátima, a través de actos de la Semana Mariana uno de los homenajes más puros de mayor dimensión espiritual que se hayan celebrado a lo largo de toda su historia.
Y al igual que ha venido sucediento allí donde fuera honrada la embajadora divina, lo mismo en el Viejo como en el Nuevo continente, nuestra república ha estado sumergida en un deste-llo de gracia mariana, la tierra criolla recibiendo los frutos de esa jornada, traducidos en las conversaciones, en las curaciones repentinas (cuya calidad milagrosa habrá de sujetarse a severa investigación científica) y en los cientos de almas que después de un largo divorcio con la Fé, han vuelto al seno de la Iglesia y como San Pablo en el camino de Damasco, encontrado la ruta de la Verdad.
LA COVA DE IRIA
La Semana Mariana en honor de la Virgen de Fátima tiene su origen en una serie de hechos milagrosos asociados a nuestra propia época.
De esas apariciones de la Virgen que han dado lugar a la Semana Mariana la historia recoge y la iglesia testifica toda una serie de aconteci-mientos que hacen ver a las claras la mano de Dios.
Fue un 13 de Mayo, el de 1917 año de trágico resplandor en Europa asolada por la guerra, cuando da inicio en el desconocido villorrio de Fátima, pedregal con rara vegetación y escasa hermosura situado en la Extre- madura Lusitana a 100 kms de Lisboa, la historia de las apariciones de la Virgen. Son videntes, tres pastores sin zapatos ni letras, tres niños de Aljustrel; Lucía de Jesús, Francisco y Jacinta Marto, hijos de pobres labradores sin má que un pedazo de tierra de la Cova de Iria, con un rendimiento tan exiguo que apenas alcanza para el sustento de la prole y del rebaño de ovejas –una treintena- que los tres pastorcillos guían diariamente hacia las afueras de Fátima, en plan de pastoreo.
La mano de Dios sin embargo suele verse casi siempre a través de las cosas mínimas y humil-des. Y la providencia quiso esta vez también que fuese en ese escenario de bucólica sencillez, en ese pedazo de tierra yerta, seca, sin gracia de los pinos bienolientes, lejos de las cascadas y del verde frescor de los campos bien abonados don-de la Virgen se apareció milagrosamente al mundo conturbado de nuestra época y que fue-ran confidentes esos tres chiquillos de Aljustrel, Lucía, Francisco y Jacinta, niños de diez, nueve y siete años.
La relación de las apariciones, tal como decla-raron los pastores y certifica la Iglesia, constituyen en su conjunto uno de los hechos mas providenciales, consoladores y extraordinarios de nuestro siglo, ensangrentado ya por dos guerras con dimensión de universalidad, sacudido a diario por las convulsiones de carácter social, y político que están haciendo de nuestros días, época de zozobra intermitente.
LA PRIMERA APARICIÓN
Era el mediodía del propio 13 de mayo los tres pastores cuidando su rebaño, cuando la Virgen María hizo su primera presentación milagrosa en la Cova de Iria.
Fugaz y sonoro relámpago, como si fuera aviso del Cielo, anuncia la buena nueva, ciega y asusta por un instante a los tres niños portugueses.
Pronto el miedo sin embargo dará simultáneamente paso al asombro y del asombro al éxtasis ante la presencia de una doncella “toda hecha de luz” que Lucía, Francisco, y Juanita comtemplan a pocos pasos, colocada sobre la verde copa de diminuta encina. La narraración que los videntes, hacen horas después ante el pueblo incrédulo y desconfiado, sobre la extraña aparición, da a la blanca Señora una figura esbelta con edad entre los quince y los dieciocho años, vestida con manto de purísimo blancor que le cubre desde la cabeza a los pies.
El rostro, de una “nobleza de líneas irreprensibles, iluminado de resplandor, tenía un no sé qué de sobrenatural y divino. Sereno y grave dejaba traslucir una tenue sombra de tristeza. Las manos, más blancas que azucenas las tenía juntas, a la altura del pecho, en actitud de orar: de la derecha pendíale un rosario de cuentas nacaradas, terminando en una cruz como de plata bruñida. Sus pies rosados y desnudos. Envueltos en una nubecilla, rozaban apenas las tiernas ramas del arbusto donde se posaban”.
“No tengaís miedo que yo no os haré ningún mal” esas fueron según las declaraciones de los pastores las primeras palabras de la embajadora celestial.
El 13 de Junio también al mediodía y tal como en su primera aparición la Virgen de Fátima volvió a aparecer a los tres niños esta vez aconsejando a sus videntes la inclusión, después del rezo de cada ministerio del rosario de la siguiente súplica:
“Oh mi Jesús, perdónanos, líbranos del fuego del infierno, lleva las almas todas para el cielo, principalmente a las que más precisen”. Texto que según hace notar el destacado poeta Anteo de Figueredo es el exacto y no el que aparece impreso alterado indudablemente con la buena intención de hacerla más conforme con las formas teológicas para contar las almas del purgartorio.
A esta segunda aparición, sucedieron otras muchas, todas en el día 13 en las cuales la Virgen María hacía de confidente a los tres pastores de consejos y mandatos, destacándose entre sus mensajes una premonizada narración de cada aparición que haría interminable este trabajo periodístico. La recomendación de la devoción a la Inmaculada Concepción de María, la oración persistente por la conversión de Rusia, el rezo lo más frecuente posible del Santo Rosario, el amor al Romano pontífice y la invitación a la penitencia como medio de desagravio y purificación.
FÁTIMA, LOURDES PORTUGUESA
Las aparciciones de la Virgen en Fátima, fueron conocidas inmediatamente en todo el mundo. Como reguero de pólvora las noticias de la Cova de Iria fueron pasando de boca en boca, respaldadas y confirmadas día a día por los milagros que comenzaron a obrarse por la Providencia a través, de la Intersección de la Virgen.
Paralíticos que caminaron, mudos que hablaron, ciegos que vieron, cancerosos que curaron con solo impetrar la gracia de María bajo su equivocación de Nuestra Señora del Rosario de Fátima, testimonios que la iglesia ha aceptado previa una intensa y fuerte investigación como suele hacerse siempre en los casos en que lo sobrenatural se impone a lo material.
El ralo pedregal, el desconocido terruño de Fátima, en la Extremadura comenzó a convertirse en sitio de peregrinación, Portugal comenzó a tener su Lourdes portuguesa. Miles de fieles provenientes de los cuatro puntos cardinales comenzaron a llegar a Fátima, fuente de milagros y escenario de intensa devoción mariana. El 13 de mayo de 1924, se decía la Misa en el lugar de las Apariciones, una “lluvía de rosas descendió del cielo”, fenómeno que afirmó haber presenciado, previa declaración jurada y entre muchas otras personas, el Vice Cónsul de los Estados Unidos en Lisboa, Mr. Reb Martins.
Hoy día, Fátima es uno de los puntos de peregrinación más destacados del orbe. Cada día 13, miles y miles de peregrinos van a postrarse ante el Santuario, de Fátima. El espectáculo que en esos días se presenta a la vista esta al margen de todo calificativo. Pocas veces la Fé toma expresiones tan hondas, y la devoción mariana se muestra con mayor calado que en esas peregrinaciones de Fátima en unión del Padre Felipe Rey Castro S. J. y del doctor Claudio Escarpenter. El 13 de Julio de 1915 el autor de este artículo tuvo la feliz e inolvidable oportunidad de constatar que Fátima atesora, la confianza sin límites que la humanidad ha puesto en ese pedazo de tierra privilegiada escogida por la pro-videncia para ser escenario de apariciones ma-rianas.
Pero ya no es Fátima tan sólo el lugar donde la Virgen del Rosario de Fátima hace milagros y recibe la ofrenda de miles de fieles. El cable nos viene trayendo en ese sentido día a día las más confortadoras informaciones sobre el paso de la Virgen de Fátima por los cinco continentes, y de las gracias que Ella, como reguero de luz va dejando por donde pasa.
Negros cintillos de prensa o los flashes nerviosos de las radios nos testifican los desbordamientos de Fé que la Virgen origina a su paso por España, por Italia, por el Canadá, por la Argentina. Y fue a Cuba cuando le tocó la hora de gracia de su ofrenda a María, mediante esa Semana Mariana que allá se realizó.
Labios cubanos, pechos cubanos, han estado musitando estos días como una gran plegaria nacional en honor de la Virgen, el campo Mariano en la Avenidad del Puerto, fue como un inmenso escenario natural donde se han efectuado, uno tras otro los actos solemnes de la Semana Mariana; desde la misa de comunión de hombres en la medianoche sabatina del 21 en que comulgaron cerca de 15 mil hombres, hasta el pontifical en honor de la Virgen del Cobre del día 20, pasando por esa conmovedora clausura de la Semana, en las primeras horas de la noche del domingo cuando doscientos mil pañuelos blancos agitados al viento en señal de homenaje a la Virgen, puntearon en la negrura de la noche lluviosa, los votos marianos de nuestro pueblo.
RESUMEN DE LA SEMANA MARIANA
Estos grandes acontecimientos espirituales, esas manisfestaciones devotas de todo un pueblo que muestra a flor de piel su solera cristiana no tienen resumen. Más bien son como antesalas que anuncian el porvenir seguro de una nación, que afincan esperanzas para el futuro, pincelado en lo social en lo moral; pero que cuenta como resguardo en la noche de lo incierto y de lo porvenir, con esos altos pañuelos desplegados el domingo en la Avenida del Puerto y que fueron mecidos, junto con la brisa marinera por el viento de la Fé y la esperanza mariana.
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