en el ámbito público la pretensión de autoridad de la dictadura comunista.
Por Julio M. Shiling
La celebración emblemática del castrocomunismo es, irónicamente, un ataque fallido, mal planificado y peor ejecutado, contra la segunda guarnición militar de Cuba. Fue un fracaso total. Quizás este fiasco sea realmente la mejor personificación del régimen que produjo. El chapucero y bárbaro ataque al Cuartel Moncada del 26 de julio de 1953, que Fidel Castro dirigió, pero que misteriosamente logró evitar su captura, cumple 69 años. Cuba, bajo el sistema tiránico que exhibe este golpe fallido como su punto de partida moral, se desmorona y, paradójicamente, acoge la ofensiva socialista del continente.
Cuba estaba impresionantemente avanzada, medida por los índices y estándares socioeconómicos mundiales, cuando los hermanos Castro, apoyados por la URSS, eliminaron los elementos democráticos del movimiento antibatistiano y consolidaron el poder en 1959. A partir de ahí todo fue cuesta abajo. Hoy, la Cuba comunista está inmer-sa en la penuria y compite por ser el lugar más miserable del continente para vivir. El dengue, una dolencia anterior al siglo XX, ha encontrado, de nuevo, un terreno fértil en la isla. Los apagones son habituales. A pesar de que La Habana controla la producción y distribución de petróleo venezolano, los cubanos, salvo la élite conectada al polit-buró, viven sin electricidad durante largas horas en muchas partes del país.
La escasez de alimentos alcanza niveles épicos. A menos que se tengan conexiones políticas, amigos o amantes extranjeros, o dólares escondidos para adquirir los artículos disponibles en el mercado negro o en los supermercados estratificados de Castro, comer para los cubanos es un desafío existencial. Teniendo en cuenta la catastrófica situación económica en la que se encuentra, gracias al régimen comunista, uno pensaría que las prioridades estarían en orden. Pero no es así.
La dictadura marxista, a través de sus megacorporaciones capitalistas estatales, está invirtiendo en hoteles, campos de golf y otras instalaciones de amenidad para los turistas de alto nivel. Lo curioso es que los hoteles en Cuba están actualmente llenos al 50% o por debajo de su capacidad. Los vuelos a la isla, llenos de pasajeros, están en mínimos históricos. ¿Por qué este derroche de recursos? Muchos creen que estas “inversiones” son meras maniobras de blanqueo de dinero para encubrir los bene-ficios del negocio de la droga del régimen castrista.
La tiranía
El castrocomunismo es, y siempre ha sido, ampliamente tiránico. El terrorismo de Estado, la domesticación social y otras formas de represión política han sido fundamentales en los sesenta y tres años de reinado dictatorial de la isla. El le-vantamiento cubano del 11 de julio (11J) marcó decididamente un punto de no retorno en Cuba. El pueblo cubano, especialmente los jóvenes nacidos en el cautiverio, está harto del comunismo y dispuesto a expresarlo públicamente. Además, reclaman libertad y derechos naturales.
El régimen castrista ha recurrido a sus payasadas habituales: una brutal represión, largas penas de prisión para los manifestantes, una estratagema para facilitar el éxodo dirigido por el Estado y promesas de una vida mejor bajo el socialismo. Con más de 1,000 cubanos detenidos o que ya están cumpliendo penas de prisión injustas relacionadas con el 11J y más de 13,000 presos existentes en la cárcel por “delitos” potencialmente vinculados a causas políticas, el régimen castrista no ha demostrado su voluntad de disminuir su brutalidad.
Rebelión
Los apagones en Cuba están facilitando la ge-neralización de las manifestaciones en la isla, lo que hace que la policía política y las fuerzas especiales tengan una presencia muy visible. Las pali-zas y los tiroteos están siendo filmados por teléfonos móviles y expuestos para que el mundo los vea. No pasa un día sin que los cubanos desafíen en el ámbito público la pretensión de autoridad de la dictadura comunista. El terror preventivo es la única respuesta del régimen, y está alcanzando cotas nunca vistas desde los años 60.
Lo importante y la señal más clara de que Cuba está en proceso de liberación es que el descontento masivo y el desafío abierto se producen a pesar de la aplicación de dos de los mecanismos más fiables y probados del castrocomunismo: (1) las bárbaras sentencias de prisión política; (2) una política de emigración abierta para todos los que quieran y puedan permitirse salir. El pueblo cubano quiere la salida sistémica del comunismo.
Imperio colonial
La dueña del poder del socialismo latinoamericano, gracias a la práctica irresponsable de la democracia por parte de los países libres, es la Cuba comunista. Venezuela, Nicaragua y Bolivia son colonias castrocomunistas. Actualmente, Argentina, México, Chile, Colombia, Perú y Honduras tienen gobiernos vinculados umbilicalmente a La Habana. Los recursos de todas estas naciones, las decisiones que tomarán y la fidelidad al prototipo dictatorial del Foro de São Paulo (y del Grupo de Puebla) irán en función del capricho del comunismo cubano.
Asombrosas paradojas tendrá la situación este 26 de julio en la tercera dictadura mar-xista-leninista más antigua del planeta (después de China y Corea del Norte). Cuba se encuentra en la condición económica más endeble de su historia (incluyendo el período colonial). La represión se ceba con los cubanos, como si acabaran de obtener el poder. El régimen castrista se enfrenta a una rebelión popular interna sin parangón. Todo ello mientras, conmovedoramente, tiene un imperio socialista en expansión en el hemisferio occidental. Con todo este brebaje, maduro y necesario para una efectiva campaña de li-beración desde el exterior, ¿dónde está Estados Unidos y el mundo libre?
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