Cosme de la Torriente y Peraza

Written by Libre Online

18 de junio de 2024

Por Jorge Quintana (1956)

Hoy LIBRE trae a estas biografías al coronel Dr. Cosme De la Torriente y Peraza.

En los últimos meses la figura del Dr. De la Torriente ha ganado, una vez más, los honores de la atención nacional. Con ese motivo, quienes no conocen su vida, le han hecho objeto de injustos ataques negándole al insigne mambí todos los méritos contraídos a través de una vida ejemplar, en función de servicio de la patria cubana. Para que tales detractores puedan tener una información adecuada de la vida fecunda del coronel De la Torriente, publicamos hoy esta biografía suya, en la que es justo consignar que no decimos todo lo que él ha hecho en beneficio de la síntesis con que estos trabajos han de realizarse, pero que sí les permitirá poder hablar en lo sucesivo con un conocimiento de causa que en el presente han evidenciado no poseer.

El 27 de junio de 1872, nació en el ingenio “La Isabel”, término municipal de Jovellanos, en la provincia de Matanzas, Cosme De la Torriente y Peraza. El ambiente hogareño no sabe de las penurias, sino de la esplendidez. Sus antepasados han logrado fomentar ingenios y ferrocarriles, acumulando con ello una excelente fortuna. Su padre había sido educado en Europa. 

Él mismo verá deslizarse los primeros años de su vida en la placidez del ingenio familiar, aunque desde luego no serán muy alegres estos primeros años, sobre todo porque ya estábamos en plena campaña de la Guerra de los Diez Años y Máximo Gómez con sus jefes camagüeyanos, orientales y villareños hacía esfuerzos por avanzar hacia Occidente. Desde su casa el niño verá como las llamas consumen el ingenio “Escorial”, también de su familia, situado a dos leguas del “Isabel”, al que le aplicó la tea revolucionaria un jefe del prestigio de Henry Reeve.

Huyendo de aquella campaña guerrera la familia viaja por Europa, retornando a Cuba, en 1878, después del Pacto del Zanjón. Para educar a los hijos del matrimonio Torriente y Peraza contrataron los servicios de dos institutrices irlandesas, las hermanas María y Catalina Cock. Después el maestro hondureño José Pérez afirmará más la instrucción. Más tarde será el matancero José García y finalmente, el patriota Guillermo Schweyer Lamar, que había sido condiscípulo del padre, preparará al joven Cosme De la Torriente para su ingreso en el Instituto Provincial de Matanzas, en el curso de 1887. En 1890 ya es Bachiller. Ingresa entonces en la Universidad de La Habana para cursar las carreras de Filosofía y Letras y Derecho.

En Matanzas los conspiradores actúan. Para facilitar los trabajos ingresan en la masonería controlando la logia “Libertad” de la que era Venerable Maestro Juan Peña Delgado. En ella habrá de iniciarse el joven De la Torriente. Más tarde esta Logia dará lugar a otra de los Caballeros de la Luz, en cuyo seno funcionará, secretamente, otra denominada, según unos, Los Caballeros del Silencio y según otros, Los Caballeros de la Noche. 

Finalmente, esta logia secreta será la que se transforme en el Club Revolucionario de Matanzas. Por ello, cuando en 1892 el Comisionado Gerardo Castellanos, enviado por José Martí, llega a Matanzas, encuentra entre los conspiradores más decididos al joven De la Torriente.

El 30 de noviembre de ese mismo año de 1892 obtiene la licenciatura en Filosofía y Letras. En enero de 1894 realiza los ejercidos para el doctorado. Continua sus estudios de derecho. La sublevación del pueblo cubano el 24 de febrero de 1895 le sorprende en el último año de su carrera. 

El fracaso de los matanceros para sublevarse en la fecha indicada, le hacen salir al extranjero. El 4 de abril de 1895, en el “City of Washington”, sale de La Habana llegando a la ciudad de Nueva York el 8. Inmediatamente se presenta a la Delegación del Partido Revolucionario Cubano, poniéndose a la disposición de la misma. Forma parte de la delegación cubana que visita en Central Valley a don Tomás Estrada Palma para pedirle que ocupara el cargo dejado vacante por la muerte de José Martí.

Ingresa en el grupo expedicionario que debería salir de los Estados Unidos a las órdenes del general Francisco Carrillo. El 30 de agosto de 1895 es arrestado en Wilmington, cuando iba a embarcarse con su jefe. Fue su primer fracaso. El 2 de septiembre es absuelto por la corte de Wilmington, del cargo de filibustero que le hacían. El 10 de octubre logra embarcarse con el general Carrillo en el “Delaware”. El barco debería cruzarse, en alta mar, con el “Laurada”. 

La combinación falla y los expedicionarios se quedan en la isla de Inagua. Allí los apresan las autoridades inglesas, conduciéndolos a Nassau, donde los someten a un proceso. El 12 de diciembre resultan absueltos, pero Cosme De la Torriente constataba, al mismo tiempo, su segundo fracaso en el empeño de llegar a los campos de Cuba. El 24 de febrero de 1896 se embarca, por tercera vez, como expedicionario del general Calixto García en el “Bermuda”.

 Las autoridades norteamericanas una vez más interceptan a los expedicionarios arrestándolos. Al día siguiente son libertados. Fue el tercer fracaso. Al fin, en el cuarto intento logran su propósito. Fue el 15 de marzo de 1896 cuando abordaron nuevamente al “Bermuda” en Filadelfia. El 24 desembarcan felizmente en la Ensenada de Maraví, en Baracoa, Oriente.

Apenas si se habían descansado de la operación de desembarco cuando el joven Torriente emprende marcha acompañando al general García hacia el campamento del general José Maceo adonde llegan el 13 ya incorporado al Batallón de Infantería de Guantánamo del Regimiento Hatuey. 

El 18 ya actúa defendiendo al coronel Bejerano en un Consejo de Guerra. El 24 los generales García y Maceo le autorizan para marchar a Occidente, saliendo ese mismo día. El 23 de mayo cruza la trocha do Júcaro a Morón, incorporándose al general Gómez que lo destina a la División de Remedios mandada por el general Francisco Carrillo, quien a su vez le encarga de la Auditoría de la División. Al ascender al general Carrillo a jefe del Cuarto Cuerpo hizo ascender, al entonces comandante Cosme De la Torriente, al cargo de Auditor de Cuarto Cuerpo.

En agosto de este mismo año de 1896 le encontramos en Camagüey, cerca del Consejo de Gobierno, interviniendo para solucionar algunos de sus conflictos, especialmente el surgido con el general Javier de la Vega. El 1º de septiembre se reúne con el general Máximo Gómez en La Yaya. Al día siguiente, por orden del general Gómez partía formando parte del contingente invasor que conduciría a Occidente el mayor general José María Rodríguez. 

El 19 vuelve a cruzar la trocha de Júcaro a Morón. El 7 de octubre está presente en la acción del demolido ingenio “Colorado”, donde el general Rodríguez resulta gravemente herido. El 25 de noviembre, obedeciendo órdenes del mayor general Serafín Sánchez, se dirige a la zona de Colón, para abrir proceso contra el general Francisco Pérez. El 2 de diciembre da comienzo a sus actuaciones en la Brigada de Colón. El 17 se entera de que han muerto los generales Sánchez y Maceo. Suspende sus actuaciones y emprende marcha para el campamento del general Máximo Gómez a fin de recibir nuevas instrucciones. El 28 de diciembre alcanza al general Gómez en su campamento Santa Teresa informándole sobre las noticias que había obtenido. 

El general Gómez lo retiene a su lado, confiándole el estudio para redactar un proyecto de Ley Orgánica del Ejército Libertador. Allí se encontraba tocándole actuar como Auditor de Guerra en el proceso que se le instruyó al comandante José M. Villa, al cual el 

general le había hecho dar un cepo de campaña. El comandante De la Torriente condujo el proceso, logrando que se absolviera al comandante Villa, más que nada como una censura para la conducta del general Gómez que le había vejado con el cepo de campaña, dada la condición de jefe del acusado, y sobre todo, que los delitos de que se le acusaban no eran tan graves.

 El general Gómez supo aprenderse la lección en esa oportunidad. Poco después le pedía al comandante De la Torriente que le ayudase en el empeño de reorganizar la brigada de Trinidad, cuya jefatura había confiado al coronel Juan Massó Parra. Casi providencialmente y juzgando más que nada por los malos antecedentes del coronel Massó Parra, el comandante De la Torriente se percató de lo que sería su misión en aquellas fuerzas. Hasta protestó por escrito de aquella designación ante el general Gómez, quien insistió primero y al fin le autorizó para que se quedase en su cuartel general, pero el comandante De la Torriente, queriendo dar una muestra más de disciplina y acatamiento partió para Trinidad. La elección como Representante a la Asamblea de la Yaya le salvó de no encontrarse con el coronel Massó Parra cuando éste, desertando de las filas insurrectas, se presentó a los españoles.

El 7 de octubre de 1897 dio comienzo a sus labores la Asamblea de La Yaya. Al concluirse la misma el comandante De la Torriente partió con el general Calixto García para operar en la campaña del río Cauto. En enero y febrero de 1898 participa en las acciones de Rejondón de Báguanos, Mejías, San Francisco y La Caridad. El 24 de abril es ascendido a teniente coronel. En esos mismos días entraba en Bayamo con el general García, que le ordenó pasar a mandar la jefatura del Estado Mayor del general J. M. Capote. En este cargo hallábase cuando la campaña de Santiago de Cuba, tomando parte en todas las acciones de guerra libradas por el general Capote, que combatió a las órdenes del general Calixto García.

El 18 de agosto el general García le acepta la renuncia como jefe de Estado Mayor del general Capote, trasladándolo a su Cuartel General con el cargo de Ayudante-Secretario, proponiéndolo, al mismo tiempo, para el ascenso a coronel. 

Pocas semanas más tarde el general García le autoriza para trasladarse a La Habana, donde residía su familia. El 10 de octubre de 1898 llegaba a Batabanó donde le esperaba su padre. Inmediatamente se dirigió a La Habana donde abrazó a su madre. Era el primero de los hijos del matrimonio Torriente-Peraza que regresaba de la campaña. En la Universidad de La Habana preparó sus ejercicios de grado como licenciado en derecho. El 14 de noviembre obtenía calificación de sobresaliente en los mismos.

 Cuatro días más tarde partía para Washington acompañando al mayor general Calixto García, Junto al mismo vuelve a actuar como Secretario, pasando por la pena de ver morir al ínclito guerrero cubano el 11 de diciembre de 1898. Siete días después retorna a La Habana.

El 13 de enero de 1899 el general Lawton lo nombraba Secretario del Gobierno Civil de la Provincia de La Habana. Antes de aceptar el cargo se dirigió a la Comisión Ejecutiva de la Asamblea de Santa Cruz pidiéndole la correspondiente autorización. 

El 10 de junio asumió interinamente el cargo de Gobernador Provincial hasta el 2 de agosto en que lo renunció para aceptar el de Magistrado de la Audiencia de Las Villas. Desempeñaba este cargo judicial cuando, el 30 de mayo de 1900, se casó con la señorita Estela Broch y O’Farrill. Al año siguiente obtenía su traslado para la Audiencia de Matanzas. Allí permaneció hasta el 25 de julio de 1903 en que el Presidente Estrada Palma le nombró Secretario de Primera Clase de la Legación de Cuba en España, a la sazón prácticamente vacante por la enfermedad de su titular Merchán. Actuando como Encargado de Negocios el 19 de junio de 1906 protestó por la forma grosera y descortés en que la Reina Madre María Cristina le había tratado, con motivo de una recepción oficial en Palacio, donde se negó a saludarlo, tan sólo por los rencores que aún conservaba de la guerra de Cuba.

 Le enérgica actitud del coronel De la Torriente hizo que la reina madre le ofreciera una satisfacción pública, con lo que se liquidó el enojoso incidente. El 23 de enero de 1906 el Presidente Estrada Palma le ascendió al cargo de Ministro Plenipotenciario de Cuba en España. El 3 de marzo presentó sus cartas credenciales al rey Alfonso XIII. Pocas semanas más tarde estallaba la llamada Guerrita de Agosto de 1906, los liberales se sublevaron para protestar de las arbitrariedades puestas en práctica por el llamado Gabinete de Combate. Los cubanos se avinieron a un arreglo patriótico y la Segunda Intervención Norteamericana tomó las riendas del gobierno. 

El 30 de septiembre hallábase en Suiza el Dr. De la Torriente, cuando presentó la renuncia de su cargo. El Gobernador Magoon se negó a aceptarla, pero el coronel De la Torriente la reiteró el 5 de noviembre con una carta donde decía: “moriría de vergüenza si después del espectáculo que hemos dado ante el mundo, me viese obligado a volver a España a desempeñar mi cargo, y quien dice España dice con igual misión a cualquier otra nación”. El Gobernador Magoon le concedió una licencia entonces.

De regreso a Cuba se dedicó a la organización del Partido Conservador. En febrero de 1907 resultaba electo para ocupar la Secretaría General del mismo. En 1908 representaba a este núcleo político en la Comisión de Servido Civil. En 1910, en unión de Salvador Cisneros Betancourt, suscribió dos manifiestos protestando de que los guerrilleros 

continuasen desempeñando cargos en la Comisión de Servicio Civil para dedicarse a colaborar en el primer gobierno del general Menocal, quien, al asumir el poder, el 20 de mayo de 1913, le designó Secretario de Estado en su Gabinete.

Seis meses desempeñó el cargo. El 31 de diciembre renunció. Dos meses más tarde, el 24 de febrero de 1914, era elegido Presidente de la Asamblea Nacional del Partido Conservador. Su actitud de protesta por la ley del Dragado, formando con el senador Maza y Artola el dúo de los opositores y sus discrepancias con los métodos empleados por los conservadores, sobre todo para dirigir la campaña electoral de 1918, le hicieron perder, en esa ocasión, la oportunidad de ser postulado candidato a la Presidencia de la República. 

 Electo Senador por su provincia natal tomó posesión de su cargo el 4 de abril de 1917 siendo designado para presidir la Comisión de Relaciones Exteriores de la Alta Cámara. Donó sus sueldos como senador a los niños de las escuelas públicas de Matanzas, instituyendo el premio Torriente-Broch, merced al cual más de un estudiante logró terminar su carrera. Después figuró como Delegado de Cuba en las discusiones de la Conferencia de la Paz, en 1919, donde se proyectó la creación de Liga de las Naciones. Cuando se le menciona de nuevo como el posible candidato presidencial de los conservadores, en los comicios que se avecinaban, envió una carta al Cor. C. Mendieta director en aquella ocasión del “Heraldo de Cuba”, exponiéndole las razones por las que no aceptaría ni la postulación presidencial, ni la vicepresidencial. 

El presidente Zayas lo designó para presidir la Delegación Cubana en la Asamblea de la Liga de las Naciones. En 1922 publicó su trabajo “La Enmienda Platt y las Intervenciones”. En 1923 fue electo para presidir la IV Asamblea de la Liga de las Naciones. En octubre de aquel mismo año, cargado de prestigios nacionales e internacionales, el Presidente Zayas le llamó a Cuba para proponerle que aceptara el cargo de Embajador de Cuba en los Estados Unidos.  Fue el primer diplomático de este rango que desempeñó el cargo. Para ello tuvo que renunciar a su acta de Senador. 

El 13 de diciembre de 1923 presentaba sus cartas credenciales ante el Presidente Coolidge. Su misión comenzaba. Desde 1903 se encontraba pendiente de ratificación por el Senado Norteamericano el llamado Tratado Hay-Quesada por el cual los Estados Unidos reconocían la soberanía cubana sobre la Isla de Pinos. El embajador Torriente comenzó su labor inmediatamente, logrando que el Senado de los Estados Unidos ratificasen el tratado en cuestión. El 23 de marzo de 1925 firmaba, a nombre de Cuba, la ratificación del tratado y un pedazo del territorio cubano, sin violencia, por medio de buenas razones, había sido salvado para el patrimonio nacional. Dos días después presentaba la renuncia de su cargo y retornaba a La Habana.

El 20 de mayo de 1925 tomó posesión de la Presidencia de la República el general Gerardo Machado y Morales. Una dictadura brutal había de ser establecida como consecuencia de su carácter déspota y arbitrario. Un grupo de veteranos de la Guerra de Independencia, entre los cuales se encontraba el general Francisco Pereza y los coroneles Carlos Mendieta, Aurelio Hevia, Roberto Méndez Peñate y Cosme De la Torriente se dieron a la tarea de organizar la oposición a la dictadura, vertebrándola en una nueva organización política denominada Asociación Unión Nacionalista.

 El coronel De la Torriente inició lo que se conoce como la batalla legal contra la dictadura machadista. Llevó ante los tribunales de justicia los recursos pidiendo la anulación de las medidas dispuestas por la dictadura, entre ellas la Reforma Constitucional de 1928. Con ello logró ir socavando al régimen. Se opuso tenazmente a todo proyecto insurreccional y logró, merced a su tenacidad, que el gobierno de los Estados Unidos aceptase mediar en el conflicto cubano. El 12 de agosto de 1933 el dictador tenía que abandonar, precipitadamente, el país. 

Pudo entonces haber sido Presidente de la República en sustitución del general Herrera, pero una vez más el coronel Torriente demostró que sus esfuerzos en defensa de Cuba eran muy sinceros y muy ajenos a las ambiciones de cualquier clase, entre ellas las del honor de ser Presidente de la República.

El 20 de enero de 1934 el Presidente Mendieta le designó, por segunda vez en su vida, Secretario de Estado. Había una nueva misión importante a realizar. En Washington actuaba como Embajador su amigo Manuel Márquez Sterling. La ocasión era propicia para negociar la abrogación de la Enmienda Platt. Unas inteligentes negociaciones llevadas a cabo, al amparo de las bondades de una política internacional americana desarrollada por los Estados Unidos con el lema de Buen Vecino, culminaron en la liquidación de aquel ominoso apéndice constitucional cubano. 

El 12 de mayo de 1934 redacta el proyecto inicial del Tratado de Relaciones Cubano-Norteamericano, mediante el cual se abrogaba la Enmienda Platt. El 29 se suscribía el mismo. El 9 de junio se efectuaba el canje de ratificaciones y el 11 se presentaba ante sus compañeros, los Veteranos de la Guerra de Independencia, para decirles, con sencillez y orgullo, que la Enmienda Platt había pasado a la historia y que podíamos celebrar elecciones para una Asamblea Constituyente libre y soberana.

El 24 de agosto suscribía otro tratado importante, el Tratado Comercial de Reciprocidad Comercial entre Cuba y los Estados Unidos. El injerencismo extranjero había sido sustituido en Cuba por el injerencismo de los militares en las actividades civiles de la República. Como protesta ya se había suicidado el coronel Méndez Peñate. Y como protesta por ello y porque no se convocaba a las elecciones para la Asamblea Constituyente, presentó su renuncia como Secretario de Estado el 25 de febrero 1935.

Se retiró definitivamente a la vida privada y a las actividades de su bufete. La Segunda Guerra Mundial le llevó a la presidencia del Fondo Cubano Americano de Socorro a los Aliados en agosto de 1940. Al año siguiente, en noviembre de 1941, presidió la II Conferencia Americana de Comisiones Nacionales de Cooperación Intelectual. El 1º de septiembre de 1942 fundó la Revista de La Habana, que mantuvo de su peculio durante varios años. Al plantearse la campaña presidencial de 1944 el candidato a la presidencia de la República del Partido Revolucionado Cubano Dr. Ramón Grau San Martin le ofreció la candidatura vicepresidencial. En carta que le enviara el 16 de marzo de 1944 el Dr. De la Torriente declinaba el honor que se le hacía. 

Y no hay dudas que los hechos posteriores le dieron la razón a su previsora actitud. Ese mismo año de 1944 ingresa en la Academia de la Historia como Académico de Número, leyendo su trabajo “Calixto García Estadista”. En 1945 es designado Presidente de la UNESCO. Se mantiene desde entonces en la línea de actividades cívicas, sin más ambición que la prosperidad de las instituciones republicanas y democráticas. Preside la Sociedad de Amigos de la República. En 1951 el pueblo cubano le rinde un homenaje nacional. 

El ejército de la República desfila ante él y se le impone la condecoración del Mérito Militar. En esa ocasión el entonces coronel Sosa de Quesada pronuncia un discurso enalteciendo sus virtudes patrióticas. Muchos de los que después lo han denostado, en aquella oportunidad, publicaron artículos y trabajos cargados de adjetivos elogiosos. En el Capitolio Nacional el develamiento de un busto en bronce de Sicre, dio fin a los festejos organizados en su honor.

Después del 10 marzo de 1952 ha vivido en constante actividad para lograr el restablecimiento de la normalidad constitucional, su única gran ambición en la hora presente. Imberbes que desconocen su historia le han atacado con saña apelando a la calumnia para manchar una limpia hoja de servicios a la República. Políticos a quienes perjudica su actitud le han llenado de vituperios. Nada le ha alterado sus finas maneras de “gran señor” como le llamara en aquella ocasión Octavio Costa. 

Con razón Evelio Álvarez del Real, el brillante periodista cubano, desaparecido hace pocos años, en 1951 escribió este párrafo que resume, mejor que nada esta vida fecunda: “Torriente representa dos épocas memorables de la vida nacional: la época 

constructiva de la gesta libertadora y la semi-constructiva de la era republicana”.

Temas similares…

Tiempo de emprendedores

Tiempo de emprendedores

Por Antonio Dopacio. Divulgadora, emprendedora y escritora, Natalia de Santiago también es ingeniera de formación y...

0 comentarios

Enviar un comentario

This site uses User Verification plugin to reduce spam. See how your comment data is processed.