Arturo O’Farrill y Theye, conocido siempre como Chico O’Farrill (el Chico se lo puso Benny Goodman) fue arreglista, trompetista, compositor y director de orquesta, que nació en La Habana el 28 de octubre de 1921. Su padre era un eminente abogado y descendiente de José Ricardo O’Farrill fallecido en 1842, fue Alcalde de La Habana y en su honor existe en la Víbora la calle O’Farrill que se extiende desde la Calzada de Vento hasta 10 de Octubre y corre paralela a Patrocinio y a la Avenida de Acosta. Chico es su tataranieto. Su madre era de origen alemán.
Conocido como “el arquitecto del jazz afrocubano”.
Entre 1936 y 1940 escuchó jazz de Big Band por primera vez y aprendió a tocar la trompeta mientras cursaba sus estudios en la Academia Militar Riverside, en la ciudad de Gainesville, Georgia (57 millas al Noreste de Atlanta), en esta Academia estudiaron también, James E. Carter el padre del expresidente de EE.UU y el actor Patrick O’Neal.
Sus padres, horrorizados de que se juntara con músicos negros en lugar de dedicarse a la abogacía, no compartían su entusiasmo, aunque su padre hizo arreglos para que Arturo estudiara en el Conservatorio de La Habana con el compositor cubano Félix Guerrero.
Luego en Nueva York estudió con Bernard Wagennar, Stephan Wolpe y Hal Overton en la Julliard School y poco a poco se fue introduciendo en el jazz neoyorquino.
Al regresar a La Habana, empezó a estudiar Leyes y en ese entonces ya figuraba como músico en orquestas de cabaré, pero a escondidas de su padre.
En 1941 ingresó en la orquesta de René Touzet (1916-2003) tocando en el cabaré Montmartre, en P y 23, luego en la orquesta Bellamar de Armando Romeu, donde coincidió con los jóvenes Leopoldo “Pucho” Escalante y Mario Romeu.
Se sumergió en la vida nocturna de La Habana, que rebosaba de jazz americano, y tocó la trompeta con varias bandas de baile, entre ellas los Lecuona Cuban Boys de Armando Oréfiche y Los Newyorkers. En esa época, lo que más le interesaba era el jazz.
En 1944 Chico viajó a México y allí fue trompetista, de la Orquesta del compositor mexicano Luis Arcaráz (1910-1963). Después formó la que debió ser su primera propia banda, con excelentes músicos cubanos y de aquel país, donde hizo todos los arreglos mientras duró la temporada en que fueron contratados.
En 1946 con la Havana Cuban Boys de Armando Oréfiche se fue de gira por Europa, que incluyó Bruselas, Milán, Estocolmo y París, entre otras ciudades donde fueron muy aclamados.
Al regresar a Cuba, abandonó la Universidad y la trompeta y decidió viajar a Nueva York para abrirse paso como arreglista para importantes orquestas de jazz y de música cubana.
De no haber tomado Chico esta decisión, el historial del jazz afrocubano hubiera sido algo muy diferente. Quizás no hubiera ni existido. Por más de medio siglo, este genial creador musical estuvo a la vanguardia de un estilo innovador que muchos conocen hoy como latín jazz, o jazz latino. En sus inicios este género tuvo varias etiquetas, tal como cubop, mambo jazz y afro-cuban jazz; sin embargo, el título que actualmente lleva es el que lo ha colocado en un plano de popularidad a nivel mundial. Si alguna vez el Latín Jazz tuvo musa, su nombre tendría que ser Chico O’Farrill.
En una de las historias de recuperación profesional más felices de la música popular, O’Farrill recibió más reconocimiento en los últimos 6 años de su vida que nunca, gracias a una serie de álbumes producidos por su representante y productor discográfico, Todd Barkan, para el sello Fantasy.
A medida que su Big Band de 18 miembros, dirigida por Chico O’Farrill con su hijo al piano, se convirtió en un éxito, con un concierto semanal en Birdland en Manhattan durante los últimos tres años, su nombre saltó a la fama.
La oscuridad de Chico O’Farrill se debía a su personalidad modesta, pero también a su perfeccionismo. En los años 40 y 50 estuvo dispuesto a trabajar como compositor y arreglista para el trompetista Dizzy Gillespie (1917-1993), el pianista Count Basie (1904-1984), el saxofonista Stan Getz (1927-1991) y “Machito” Gutiérrez Grillo (1909-1984), Machito fundó en 1940 la orquesta Afro-Cubans junto a su cuñado Mario Bauzá, su director musical, puesto en el que permanecería por 35 años. El hijo de Machito, Mario Grillo, sustituiría a Bauzá en el puesto. En su orquesta fue el director, cantante y tocaba las maracas. Fueron los primeros en realizar la fusión entre los ritmos afrocubanos como el son montuno y la improvisación jazzística. En 1983 ganó un Premio Grammy en la categoría de Mejor Grabación Latina por su álbum Machito & His Salsa Big Band 1982.
O’Farrill decía que la Big Band era su instrumento y si no podía hacer discos con ella, con el tiempo, el cuidado y el dinero adecuados, entonces no tendría una carrera como director de banda. Y casi no lo hizo.
Poco antes de morir, en una entrevista, recordó que la música cubana le parecía aburrida. “Sólo había una frase que se repetía hasta el infinito”, dijo. “Lo mismo una y otra vez. No había riqueza ni notas a las que recurrir”. No comprendió las posibilidades de fusionar el jazz con la música afrocubana hasta que llegó a Nueva York en 1948.
Fue el momento decisivo para la fusión del Be Bop y la música afrocubana, o el Cubop, como llegó a llamarse. El Be Bop fue un estilo musical del jazz que se desarrolló en la década de los cuarenta, cronológicamente sucedió al swing y precedió al Cool y al Hard Bop, entre sus iniciadores estuvieron Dizzy Gillespie y Charlie Parker.
El director de orquesta Machito había estado en Nueva York desde 1938, tocando música cubana en Big Band, y estaba empezando, con la ayuda de los arreglistas René Hernández y Mario Bauzá, a añadir cada vez más jazz moderno.
O’Farrill, que había estudiado arreglos en Cuba, utilizó sus conocimientos en un trabajo con la banda de Benny Goodman, escribiendo “Undercurrent Blues”, un tema popular inspirado en el Be Bop. Pero la mayor parte del trabajo de Chico O’Farrill, como él recordaba, consistía en escribir para escritores fantasmas, escribir arreglos para arreglistas como Walter (Gil) Fuller, Quincy Jones y Billy Byers, que ya tenían demasiado trabajo entre manos.
El 10 de febrero de 1949 grabó con la orquesta de Machito Gutiérrez y Mario Bauzá, Afro Cuban Jazz Suite y la participación de Charlie Parker, Flip Phillips y Buddy Rich como solistas, con su fusión de jazz con ritmos afrocubanos, fue una verdadera revelación y la primera obra maestra de Chico O’Farrill. Para ellos Chico escribió una pieza titulada “Gone City” esa pieza llamó inmediatamente la atención del productor Norman Granz, quien le encomendó al músico la tarea de componer la primera pieza extensa de jazz afrocubano.
Ese fue el comienzo de otras grabaciones y los LP grabados entre 1951 y 1954, incluyendo el “Afro-Cuban Jazz Suite” original, así como una secuela más tranquila, “The Second Afro-Cuban Jazz Suite”.
Por esa época, en Nueva York, O’Farrill escribió “Cuban Episode”, para Stan Kenton y formó su propia orquesta, con músicos de la talla de Mario Bauzá, Doug Mettome, Jimmy Nottingham,Eddie Bert, Fred Zito, Lenny Hambro y Flip Phillips. Utilizando la sección rítmica de los Afro-Cubans de Machito (René Hernández, Bobby Rodríguez, Uba Nieto, Luis Miranda y José Mangual), la formación grabó para Norman Granz y se presentó en Birdland.
El 31 de enero de 1953 estrenó en Cuba, Obertura una de sus primeras piezas de concierto.
También trabajó con Dizzy Gillespie, escribiendo “The Manteca Suite”.
En 1955, O’Farrill dejó Nueva York, eludiendo problemas matrimoniales y legales, regresando a La Habana, donde grabó en Panart con Peruchín, Guillermo Barreto y Luis Escalante. Grabó “Chico’s Cha-Cha-Chá”, adaptando el ritmo propio de charanga al formato Big Band.
También realizó descargas para el sello Gema y arreglos para el Cuarteto D’Aida, para Bola de Nieve y para Aldemaro Romero. La orquesta Riverside tocaba su Cuban Blues.
Además, fue arreglista en los cabarés Montmartre y Tropicana.
En 1957 se fue para Ciudad México donde se casó con la cantante Lupe Valero y el 22 de junio de 1960 nació su hijo Arturo. Allí volvió a crear otra formación y se presentaba en la televisión como director musical del cantante Andy Russell. La familia se mudó a Nueva York en 1965.
Y se convirtió en arreglista de figuras tan disímiles como, Miguelito Valdés, La Lupe, Cal Tjader, Clark Terry, Count Basie, Gato Barbieri, Ringo Starr, David Bowie, Dizzy Gillespie, Celio González, Machito y Mario Bauzá.
De esa época son sus piezas: Mercurio, Oro, Incienso y Mirra y Three Afro-cuban Jazz Moods.
Luego compuso Sinfonía, Quinteto y Six Jazz Moods.
Se sintió frustrado porque, por lo general, solo lo llamaban para escribir o arreglar jazz afro-cubano cuando tenía un trabajo y comenzó a trabajar en el lucrativo campo de la música para anuncios publicitarios de televisión.
Trabajando para la CBS de arreglista y director musical. Sus obras más importantes de esa época están: Concierto de jazz para trompeta y orquesta, escrita para Art Farmer, quien la grabó bajo el nombre de Suite Azteca.
Otras de sus composiciones fueron: Panitis, Habana, Trumpet Fantasy y al piano Tres Danzas Cubanas.
En 1983 ganó un Premio Grammy en la categoría de Mejor Grabación Latina por el álbum Machito & His Salsa Big Band 1982.
En la década del ’80 residió en Europa y cuando regresó a EE.UU, luego de años sin grabar, lanzó nuevos discos con Milestone Records: Pure Emotion en 1995 ganando el prestigioso Premio Grammy y su último disco fue Heart of Legend en 1999 contiene 14 fabulosos temas, una formidable orquesta de 18 profesores y un elenco de artistas internacionales, tales como Paquito D’Rivera, Freddy Cole, Alfredo “Chocolate” Armenteros, “Puntilla” Ríos, Arturo Sandoval, Gato Barbieri, Israel “Cachao” López y Carlos “Patato” Valdés. La participación de todos estos baluartes logró que este disco fuera uno de los mejores de su carrera. De los arreglos se encargó el propio maestro Chico y la dirección musical se la encargó a su hijo, Arturo Jr., un formidable pianista, heredero del trono y la batuta de la Chico O’Farrill Afrocuban Jazz Orchestra.
El maestro Arturo O’Farrill falleció el miércoles 27 de junio de 2001 en Manhattan donde vivía.
El jazz afrocubano ha sido el legado más bonito que nos dejó el gran “Chico” O’Farrill.
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