El accidente de Chernobyl, estigma de la energía nuclear, cumple 38 años. Se sigue considerando como la peor catástrofe nuclear de la historia.
Por Isabel Martínez Pita
A unos 100 kilómetros al norte de la ciudad de Kiev, capital de Ucrania, en la localidad de Chernobyl, el 26 de abril de 1986, su central nuclear sufrió el mayor accidente nuclear que se había conocido. En la actualidad, 38 años después, alrededor de la planta permanece acordonada una zona de 40 kilómetros y una ciudad de 100.000 habitantes vacía, como un pueblo fantasma.
Según el portavoz del área de Energías de la organización medioambiental Ecologistas en Acción, el accidente de Chernobyl sigue siendo el peor de la historia y “parece que lo va a seguir siendo. Todavía se viven las consecuencias. Está contaminada la tercera parte de Bielorrusia y, en buena parte de Ucrania, sigue habiendo radiactividad. La incidencia en casos de cáncer sigue siendo muy por encima de lo normal, aunque son difíciles de contabilizar”.
Según un informe del Comité Científico de la ONU sobre los Efectos de la Radiación Atómica (UNSCEAR) que se ha presentado recientemente en Viena (Austria), la dificultad de explicar el aumento del cáncer en Ucrania, Bielorrusia y Rusia se debe, según explicaba el experto en radiología y medicina nuclear, Fred Mettler, a que muchos tipos de tumores “no tienen una forma específica que permita establecer su origen en la radiación”.
Pero Mettler aclara que “no estamos diciendo que no haya efectos, sólo que actualmente, si existe un efecto, no podemos verlo, de acuerdo a las estadísticas que manejamos”.
“En Chernobyl , Ucrania se vertió mucho combustible, en forma de explosión, a la atmósfera y se depositó por toda la zona, donde se mantendrá la contaminación radiactiva por miles de años.
Hasta ahora, tres han sido los accidentes de dimensiones catastróficas en centrales nucleares del mundo: el primero ocurrido en Three Mile Island, cerca de Harrisburg en el estado de Pensilvania (EE.UU.), en 1979; el segundo el accidente en la extinta Unión Soviética de Chernobil (1986) y el último el de Fukushima, en Japón, provocado por la sucesión de dos desastres geológicos.
A partir las fugas radioactivas en Japón, la Comunidad Europea ha planteado la revisión a fondo y unos límites más estrictos a los años de vida de las centrales nucleares. También, los defensores y los detractores de la energía nuclear han manifestado más acaloradamente sus posturas. Mientras unos quitan importancia a lo sucedido, los otros advierten de las consecuencias que este accidente puede deparar y el peligro de que hechos como estos vuelvan a repetirse.
OCULTACIÓN DE INFORMACIÓN
Las autoridades soviéticas ocultaron al mundo la grave situación en la que se encontraba Chernobyl. No fue hasta que la expansión de la contaminación nuclear llegó a Europa, cuando el gobierno tuvo que admitir el accidente. En los sucesos de Fukushima puede haberse producido también ocultación de parte de la información, en un intento de minimizar los hechos, sin embargo, para el portavoz de Ecologistas en Acción, se trata de dos situaciones completamente distintas.
“El gobierno soviético ocultó totalmente los acontecimientos de Chernobyl, porque no querían que se enterara nadie, pero dos días después no tuvieron más remedio que reconocerlo porque las consecuencias del accidente se detectaron en Suecia. Hubo una opacidad informativa brutal”.
En Japón no ha habido la opacidad que hubo en la Unión Soviética ni mucho menos, aunque tampoco han informado claramente desde el principio. Aquí, un terremoto y un tsunami han dejado muchos miles de muertos. Creo que esperaron a asegurarse de lo que realmente pasaba y ver si era necesario alarmar más a la población con la catástrofe nuclear.
ERRORES QUE SE PAGAN MUY CAROS
“Lo de Chernobyl fue una cadena de irresponsabilidades, no realizadas por ignorancia porque sabían lo que estaban haciendo. Fueron órdenes irresponsables que los operarios obedecieron en un país en el que había que obedecer. El problema es que, con el tiempo, las irresponsabilidades se repiten, por ejemplo, siguen existiendo en Rusia once centrales iguales que la de Chernobyl que no tienen el edificio de contención que deben de tener todas la centrales nucleares y que fue una de las enseñanzas que se extrajeron de este gravísimo accidente”.
La central de Fukushima no se construyó a nivel del suelo, sino que se excavó para dejarla a nivel del mar -de tal forma que se abaratara el coste de bombeo del agua-, y delante se levantó un dique, “pero no se esperaba un tsunami. Si hubieran construido la central sobre el suelo, y el muro a partir de ahí, quizás no hubiera tenido lugar esta tragedia. Siempre se cometen errores, lo que pasa es que los errores en las nucleares se pagan muy caros”.
Esa es una de las causas por las que los movimientos ecologistas y antinucleares reivindican el cierre de las centrales porque errores al final siempre se van a producir y una catástrofe de este tipo es un peligro que no es necesario correr porque las nucleares ya no las necesitamos. Las centrales nucleares aparecieron para abaratar el coste de fabricación de la bomba atómica, no porque fueran necesarias para producir electricidad.
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