Cartas de un exiliado

Written by Libre Online

21 de enero de 2025

Yurina Fernández Noa

Cuando en el muelle de La Habana nos dimos el abrazo de despedida, te prometí comunicarte todas mis impresiones, tenerte siempre al tanto del rumbo que tome mi vida en esta mi nueva residencia y contarte con todos sus detalles los prósperos y adversos sucesos que en ella ocurran. Hoy, a los cuatro días de mi arribo a Mérida, inicio esta serie de epístolas…

Así comienza la primera de las once “Cartas de un exiliado” publicadas por primera vez entre el 30 de marzo y el 17 de agosto de 1952 en el Diario del Sureste, las cuales aparecen firmadas por Fernando en Mérida, quien le escribía a Joaquín, el destinatario de todas ellas en La Habana.

Encierran un contenido autobiográfico. Su verdadero autor, el Dr. Eduardo Urzaiz Rodríguez, se vale de una estructura propia del género epistolar para describir las experiencias de su primer viaje a tierras yucatecas, que realizó en 1890 con 14 años de edad en compañía de su padre.

Pedro Gamboa Guzmán era el más amable, servicial y simpático de los compañeros de viaje:bastante joven aún, algo gordo y de baja estatura, con la barba negra recortada en punta y los ojos brillantes y expresivos. Es yucateco y volvía de La Habana a donde fuera por negocios. En Mérida es dueño de una plaza de toros o, mejor dicho de un circo-teatro…

En esa misma misiva, a través de la descripción de algunos de sus compañeros de viaje, el autor presenta las relaciones frecuentes que se daban entre cubanos y yucatecos -migraciones políticas, matrimonios binacionales, intercambios comerciales, entre otras- que fueron tejiendo desde antaño la unidad histórica y cultural entre la Isla y la Península. Al tiempo que se observa el proceso de transculturación en aquellos que decidían establecerse en tierras yucatecas, concepto acuñado después por don Fernando Ortiz.

No hace aún un mes que me encuentro en esta simpática ciudad de Mérida y, si no fuera por la ausencia de los míos, pudiera decirte que me siento en ella como si hubiese sido la residencia de toda mi vida. El clima es exactamente igual al de Cuba; el carácter de la gente es muy semejante al nuestro y congeniamos con gran facilidad; sus costumbres son las mismas de nosotros o, mejor dicho, son como eran las de nosotros hace algunos años…

Le decía don Fernando a su amigo en la tercera de sus cartas, fechada en Mérida el 20 de julio de 1890. Había dejado una Cuba que tras la Guerra de los Diez Años (1868-1878), primero, y luego con la Guerra Chiquita (1879-1880), no logró independizarse de España; una Cuba donde se respiraba una atmósfera asfixiante para quienes simpatizaban con las ideas separatistas. El joven Urzaiz Rodríguez asistió a las primicias insurgentes de los cubanos emigrados en Yucatán contra el coloniaje español, convocado por Antonio Menéndez de la Peña en 1895, cuando tuvo lugar en Progreso (ciudad puerto peninsular) una de las primeras asambleas contestatarias al régimen imperante en Cuba y, posteriormente, -en el mismo año- engrosó las filas del Club Patriótico “Yucatán y Cuba”, perteneciente al Partido Revolucionario Cubano, fundado por José Martí en 1892.

Para completar la descripción de Mérida, te hablaré hoy de sus suburbios o barrios, que tienen carácter propio y no se encuentran semejantes en ninguna otra población fuera de Yucatán…

Y valiéndose de la palabra escrita, cual si se tratase del lente de una cámara,  el Dr. Eduardo Urzaiz continuó su acercamiento al Yucatán de las  postrimerías del siglo XIX: Mérida con sus barrios, costumbres, fiestas religiosas y particular nomeclatura de sus calles, así como un amplio panorama de su sistema educativo y tendencias políticas de la prensa, la intelectualidad y los artistas de la época.

Ya han transcurrido 72 años de que apareciera publicada la última de aquellas epístolas en el Diario del Sureste. Y resultaría una experiencia enriquecedora e interesante el dedicarle tiempo a la lectura de esa correspondencia en Cartas de un exiliado, una compilación de Carlos E. Bojórquez Urzaiz, editada por la Universidad Autónoma de Yucatán en 1990, como homenaje al Dr. Eduardo Urzaiz Rodríguez, el cubano-mexicano que fuera el Rector Primero del Alma Mater Yucateca.

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