Carlos Manuel de Céspedes: De Yara a San Lorenzo

Written by Demetiro J Perez

12 de septiembre de 2023

La Lealtad y la perfidia. El brigadier de Cambute. El Médico de Jiguaní

Esta obra aporta datos concretos sobre actos, algunos censurables; los más, admirables, de los hombres que participaron en aquella gloriosa gesta.

Deposición de Máximo Gómez 

(IV de V)

Es estrecha la amistad que ha surgido entre el presidente de la república en armas y el brigadier que lo acompaña. Es solícito el presidente con quien es uno de los pocos que le muestran lealtad en las solitarias semanas de San Lorenzo. El 8 anota que su compañero padece de jaqueca “y yo le conseguí algunos remedios”; el 12 hace mención a la gran llaga que tiene Jesús Pérez en un pie y que lo obliga a mantenerse en una litera.

Martes 6 de agosto: “El brigadier Jesús Pérez me mandó una pierna de venado”.

Jueves 8 de agosto: “Jesús Pérez padece de jaqueca y yo le jacilito algunos remedios”.

Lunes 12: “Jesús Pérez tiene una llaga en un pie”.

Viernes 16: “Se marchan Pérez, Bejotte y otros”.

Domingo 13 de septiembre: “He visto una carta de Máximo Gómez a Jesús Pérez, fecha 16 de mayo en la que para la operación sobre Gibara sólo le previene que lleve su fuerza bien pertrechada; en honor de la verdad, así la llevó Pérez”.

El 27 de noviembre, al conmemorarse un aniversario del fusilamiento de los estudiantes de medicina, Céspedes escribe que no había recibido la sanción moral que el bárbaro hecho merecía:

“Nueve meses han transcurrido desde el asesinato jurídico de los estudiantes de medicina de La Habana. ¿Qué les ha resultado a los españoles por este acto de feroz barbarie? ¡Nada!. ¿Quién les ha exigido la reparación debida a la humanidad ultrajada? ¡Nadie!. Del grito de horror universal, de las imprecaciones, de las amenazas, sólo queda la memoria”.

FRECUENTE 

CORRESPONDENCIA ENTRE CÉSPEDES Y JOSÉ DE JESÚS

Es frecuente la comunicación -y la correspondencia- entre el presidente Céspedes y el brigadier Pérez. El 27 de enero (1872) desde su campamento de Vega Ballaca el Presidente Céspedes le informa a José de Jesús que “el Ejecutivo, cumpliendo con un deber de estricta justicia, lo ha promovido a usted al grado de Brigadier… grado para el que ha había sido usted nombrado por el difunto General Donato Mármol”.

Días después, el 5 de febrero, vuelve a escribirse refiriéndose a la carta de José de Jesús de enero 23 y a comunicaciones anteriores de Melchor Agüero. La carta de marzo 30, mucho más personal, está dirigida a “Mi estimado amigo” acusándole recibo de su carta del 9 del propio mes y de distintas comunicaciones que le hacía llegar. El 10 de abril y el primero de mayo (1872) Céspedes se ha dirigido nuevamente a su fiel oficial. Por la segunda de estas cartas le recomienda que atienda a su buen amigo, el abogado Jorge Milanés y le anuncia la planeada visita del Presidente al campamento del Brigadier. Éste le responde el 20 de junio informándole que ya Milanés ha llegado y “se hace acreedor a las consideraciones que usted y yo le dispensamos. Es de buen carácter, ha servido, hasta ahora, a su Patria, y es probable que continúe trabajando con fruto en el extranjero en pro de nuestra causa”.

Amables expresiones de afecto aparecen en sus próximos intercambios de correspondencia: junio 20, junio 21, julio 19, agosto 27, agosto 29, septiembre 8 y noviembre 5.

La correspondencia muestra no sólo la muy estrecha vinculación del brigadier y el presidente sino, también, la aceptable preparación académica del antiguo capitán pedáneo.

Carlos Manuel de Céspedes y José de Jesús Pérez mantienen una copiosa correspondencia. El 16 de abril (1872) y, días después, el primero de mayo, el hombre de la Demajagua escribe al Brigadier amigo solicitándole información sobre «las buenas noticias que haya en aquella zona». José de Jesús le informa el 20 de junio que:

“Por aquí no ocurre novedad particular digna de mencionarse con relación al movimiento del enemigo, excepto en la costa que está plagada de soldados y campamentos con ocasión de la venida de la expedición de Agüero por dos veces…”

También le comunica al presidente que “por la comunicación del Coronel J.L. Pacheco se impondrá usted de lo ocurrido a la expedición de Agüero dos veces a corta distancia de estas costas; se procurará ver si en la tercera se anda más feliz…”.

Céspedes le ha pedido también a José de Jesús algunos convoyeros. El 11 de septiembre éste le responde que “respecto a la catorce convoyeros que debo enviar a ese gobierno para asistirlo, he dado las instrucciones más rectas para que a la mayor brem dad quede zanjado ese particular…”.

En la misma comunicación le informa al presidente que “procurará socorrer de la manera que usted me indica a los ciudadanos Mata, Escalona y Sánchez” que, aparentemente, solicitaba también algunos convoyeros.

DOS ABRAZOS: CÉSPEDES Y AGRAMONTE, CÉSPEDES Y GÓMEZ

Céspedes quería hacer llegar la revolución hasta el extremo occidental de la isla. Pensó, dice Herminio Portell-Vilá, en varias de las grandes figuras de aquella gran contienda: En Manuel de Quesada, e Ignacio Agramonte y, más tarde en Máximo Gómez y Calixto García; también en Antonio Maceo. Desechó a “otros jefes que pretendían hacer la guerra sin salir de sus comarcas nativas, a excepción de Manuel Calvar y de aquel Jesús Pera que debía de serle fiel en su desgracia al caudillo de Yara». Igualaba el respetado historiador Portell-Vilá al Brigadier José de Jesús Pérez con las más grandes figuras militares de la Guerra Grande

En Camagüey, Agramonte se cubrirá de gloria en la toma del fuerte “La Llamada” junto a Quesada; en el ataque a la ciudad de Camagüey (19 de julio) donde penetra hasta el centro de la población; en el rescate del general Sanguily (8 de octubre); en el asalto a la Torre Óptica de Colón; en Uretania enfrentándose a las fuerzas del teniente coronel Báscones. En Imías. Punta Pelón, La Redonda, Palmarito, La Matilde.

El 10 de mayo (1872) con el beneplácito de Céspedes es nombrado Agramonte Jefe del Ejército de Las Villas. Había terminado el enfriamiento de las relaciones de estos dos grandes hombres. Nueve días antes había ascendido a Calixto García a mayor general.

Ya se han superado las serias diferencias que distanciaban a Bayardo de la Revolución del Padre de la Patria.

¿Cuáles habían sido aquellas diferencias? Desde el inicio de la épica lucha no había reinado la armonía entre estos grandes de la nación cubana. En Guáimaro, ausente Céspedes, había triunfado la tesis de Agramonte -respaldada por Rafael Morales y Zambrana, entre otros, de la formación del gobierno y la conducción militar de las operaciones. Luego, poco después de Guáimaro, el prócer camagüeyano había renunciado a su alta posición por discrepancias con distribución de las armas llegadas en la expedición. El desembarco se había realizado por “Nuevas Gracias” en las costas del territorio camagüeyano. Protesta Agramonte enérgicamente porque días atrás, en el combate de “Alta Gracia” donde con sólo 300 hombres haba derrotado dos columnas compuestas de 3,000 soldados comandado, por los brigadieres Lesea y Goyeneche lo han dejado sin pertrechos. Y de la expedición no ha recibido ni una sola arma.

Por tercera vez se produce una desavenencia cuando Céspedes, de visita en uno de los talleres del mando camagüeyano, dispuso calzar a su escolta con zapatos rústicos que allí se producían, lo que produjo seria queja de Agramonte por no haberle sido comunicada esta decisión.

Un cuarto incidente motiva un reto a duelo del camagüeyano al bayamés. ¿Razón? Separado Agramonte del mando de sus fuerzas había cesado la asignación a su futuro sueldo por lo que Céspedes ordenó que de los haberes que, un día se le abonaría a él (Céspedes), se le pagase a la familia del Mayor General Agramonte que residía en Nueva York. El Bayardo lo consideró como una afrenta personal y retó a duelo al presidente de la República en Armas. Con altura e inteligencia. Céspedes respondió que el lance sólo podría tener lugar cuando concluyera su cargo. 

Comenzaba el año 1873.

En enero Carlos Manuel de Céspedes le envía al mayor Agramonte, con una muy amable carta, un informe sobre las acciones militares del año que recién terminaba. A este gesto responde con gentileza al Bayardo:

“Ciudadano Presidente: Lleno de satisfacción devuelvo a Ud. cordialmente el saludo de Año Nuevo que se sirve enviarme al terminar en su circular número 27-B la reseña de los acontecimientos de la guerra que tuvieron lugar el pasado año. Los hechos citados no pueden menos de robustecer la fe de todos los buenos en el triunfo de nuestra bandera, y si algún obstáculo pasajero se presenta, él solo sirve para hacemos redoblar nuestros esfuerzos. Grato me es asegurar a Ud. Que las fuerzas del Camagüey se hallan en el mejor espíritu, siempre dispuestas a cooperar en la obra de nuestra redención, sosteniendo el prestigio del gobierno de la República”.

Superadas sus diferencias con el Presidente de la República continúa Agramonte su espectacular campaña. Najasa, San Ramón de Pacheco, Santa Ana, El Salado (donde es herido); el Cocal del Olimpo.

En Buey Salado se enfrenta Agramonte el 5 de enero (1873) a una columna española. El 21 detiene en el Jobo el avance del coronel Macías y vuelve a chocar con esas fuerzas tres días después.

Siguen las acciones de Ciego de Najasa, y aquellas en que son gravemente heridos el Comandante Reeve (el Inglesito), el comandante Antonio Rodríguez (Madriñales), y el capitán José Miguel Párraga.

En mayo estará Agramonte en Jimaguayú. Días antes había sido citado para que concurriera el 25 de aquel mes a una reunión de jefes militares en Las Tunas donde se iba “a cubrir el cargo de General en Jefe de las tropas revolucionarias”.

¿Podrá ser él, lleno su expediente de espectaculares batallas, el designado? Así lo espera con ilusión.

Avanza Agramonte hacia Puerto Príncipe. Acampa, para reorganizar sus tropas, cerca de Jimaguayú. Se enfrenta, allí, a las tropas que componen la sexta compañía del Coronel José Rodríguez de León al mando del comandante español Secundino García Pastor.

Ha arremetido con tan súbito impulso que sólo lo han podido seguir sus cuatro ayudantes. Cae peleando como un titán, el Bayardo de la Revolución Cubana “que era el primero entre los primeros, y el más valiente entre los valientes”.

(Continuará la semana próxima)

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