La Lealtad y la perfidia. El brigadier de Cambute. El Médico de Jiguaní
Valmaseda, Capitán general. Sobornos. Exterminio. (III de X)
Al iniciarse la campaña en 1868 Miguel Pérez ostentaba los grados de Capitán de Partida y se jactaba de haber destruido numerosos palenques de cimarrones. Su cuadrilla estaba compuesta, primordialmente, de hombres fuera de la ley o con antecedentes penales. Era aquella cuadrilla el principal obstáculo al que se enfrentaría Gómez en su propósito de invadir Guantánamo. Por eso al ordenarle a Guillermón Moncada iniciar la marcha le da las siguientes instrucciones:
“Va usted a recibir órdenes, Comandante Moncada, para invadir la zona de Guantánamo. Sepa que es una labor dura y difícil, pero conozca, que nuestro triunfo está ahí. Considero de gran efecto moral esta acción.
Usted irá al mando de la vanguardia: nuestras fuerzas irán detrás, y no olvide, que el aniquilamiento de Miguel Pérez, es para nosotros cuestión vital”.
Guillermón quiere provocar a Miguel Pérez. Lo hace aplicándole la tea incendiaria a los cafetales que Miguel Pérez debe defender y comienza, precisamente en Tiguabos, donde ha nacido Miguel. Ese mismo día sale el cuadrillero feroz a perseguir las tropas mambisas. Era eso lo que esperaba Guillermón. El encuentro se produce en Yateras.
Miguel Pérez, temido por tantos, había dirigido un reto a Guillermón:
“A Guillermo Moncada. En donde se encuentre: Mambí, no está lejos el día en que pueda, sobre el campo de la lucha, bañado por tu sangre, izar la bandera española sobre las trizas de la bandera cubana.
Miguel Pérez y Céspedes”
Guillermón responde al reto:
“A Miguel Pérez y Céspedes: En donde se hallare: Enemigo, por dicha mía se aproxima la hora en que mediremos nuestras armas. No me jacto de nada; pero te prometo que mi brazo de negro y mi corazón de cubano tienen fe en la victoria. Y siento que un hermano extraviado me brinde la triste oportunidad de quitarle filo a mi machete. Mas, porque Cuba sea libre, hasta el mismo mal es bien.
Guillermón”
El primero de septiembre comienza Gómez el incendio de varios ingenios empezando por Isla de Vano y los cafetales Visitación, San Sebastián, la Barbarita, el Oasis y otros. Guantánamo, en la oscuridad de la noche aparecía iluminada con los incendios de aquellos cafetales. La operación la describe así el New York Times:
“El tema principal es la invasión del distrito de Guantánamo, muy desastrosa para la propiedad, y que, ocurrida al tercer año de la insurrección, desacredita en alto grado al gobierno. Hasta la fecha, ha destruido Gómez 26 cafetales”.
Ha sido un triunfo total. El ejército español ha sido derrotado, los ricos cafetales destruidos y se ha diezmado la guerrilla del terrible Miguel Pérez y perdido éste la vida. Veámoslo:
El batallón de San Quintín ha quedado destrozado dejando, en los enfrentamientos de La Galleta y La Estacada, numerosas bajas. Muere, a manos de Guillermón Moncada, el tristemente renombrado Miguel Pérez. Lo comunica Gómez a Manuel Codina:
“Ya ha principiado la invasión a Guantánamo y en los primeros encuentros (los españoles) han perdido a sus principales jefes. Ya no existe González… y el famoso Miguel Pérez también cayó…”.
Así describe Regino Boti los últimos momentos del temido jefe de la escuadra:
“Miguel Pérez partió del pueblo de Tiguabos en busca de Guillermón con sus escuadras y una pieza de artillería. Abandonado inexplicablemente por el capitán español Cartajenera se vio copado en el corazón del monte, tras cinco horas de combate, por los insurrectos. Huyendo furtivamente, de uno en fondo, en la noche, fue detenido a los gritos de «¡Se va Miguel Pérez! ¡Qué se escapa Miguel Pérez!”. Después de una lucha desesperada, “a disparos, a machetazos a puñaladas, a golpes, a mordidas» cayó, con su asistente, su mulo y su perro, que no le abandonaron”.
La caída del jefe de las Escuadras fue valorada como un suceso notable por ambos bandos. Los españoles llevaron sus restos en hombros de los voluntarios hasta el cementerio de Guantánamo, donde usó de la palabra el teniente gobernador, mientras el periódico integrista La Quincena recogía la información (6-15-71) bajo el titular «Muerte de un héroe».
La prensa española informa la muerte del “Jefe de las Escuadras de Guantánamo, Don Miguel Pérez y Céspedes que en 71 años de edad, llevaba 54 de numerosos servicios a España”.
Mientras, en la emigración, José Joaquín Palma escribía a Hilario Cisneros, el 5 de junio, desde Kingston, Jamaica: “La muerte de Miguel Pérez en la jurisdicción de Guantánamo ha sido un gran triunfo para los patriotas pues ese era el jefe más importante que ellos tenían y tal vez el que más daño nos ha hecho en aquella demarcación”.
Gómez, por su parte, ascendió a Guillermón a teniente coronel.
Los españoles, dice Pirala, consideraron que ellos habían peleado con total desprecio a sus vidas salvando el honor del batallón ganándose así el alto prestigio, para España, de recibir “la Corbata de San Fernando” para su bandera que colocó el Gral. Martínez Campos el 13 de junio de 1871 en Santiago de Cuba con la debida solemnidad.
Esa fue la gran importancia que le concedieron las fuerzas españolas a la victoria de los insurrectos cubanos en la Galleta.
JOSÉ DE JESÚS PÉREZ IMPIDE EL AVANCE DE LAS TROPAS ESPAÑOLAS
Impresionantes son las fuerzas peninsulares a las que tienen que enfrentarse los insurrectos.
Para mediados de 1871, España mantenía en la isla de Cuba 62 batallones de infantería, 8 escuadras de caballería, 20 de milicias y voluntarios y dos regimientos de artillería .
En la jurisdicción de Cuba, el general español Carlos Palanca, jefe del Departamento desde el 26 de febrero de ese año, contaba con tres batallones de cazadores, tres de infantería de línea, uno de infantería de marina y uno de ingenieros. Además, disponía de los voluntarios de Vicana y Santiago, varias fuerzas de contraguerrillas y las Escuadras de Guantánamo.
Cada batallón tenía una plantilla de 750 hombres, la infantería de marina estaba constituida por 130, y el batallón de ingenieros lo formaban 8 compañías de 100 hombres cada una. Las tropas regulares eran, pues, 5,430 hombres por plantilla, a los que se sumaban más de un millar de integrantes de los diversos cuerpos de voluntarios. En total, posiblemente oscilaran en unos 7 mil hombres.
(Continuará la semana próxima)
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