Por Álvaro J. Álvarez. Exclusivo para LIBRE
Carlos Mario Nieto-Eiré nació en La Habana, el jueves 23 de noviembre de 1950.
Su padre Antonio Nieto Cortadellas era un destacado abogado y juez. Su madre María Azucena Eiré González, en La Habana se ocupaba en las labores del hogar.
Su único hermano Antonio J. (Tony) nació el 25 de noviembre de 1947 y falleció el 21 de octubre de 2018, poco antes de cumplir 71 años.
En sus libros habla un poco sobre sus memorias ya que su niñez en un hogar católico fue un poco diferente ya que su papá creía en la reencarnación y estaba rodeado de personas que creían en la santería; personas agnósticas.
Carlos recuerda aquel 1° de enero de 1959 cuando acababa de cumplir los 8 años y se pasaba las horas soñando con las tonterías con que suelen soñar todos los niños. Su padre, que guardaba un vivo recuerdo de su previa encarnación como “Luis XVI, rey de Francia”, tal vez soñaba con bailes de disfraces, la turba amotinada y guillotinas. Su madre, sin embargo, no recordaba haber sido “María Antonieta” y no podía compartir aquello.
Como siempre, la sirvienta trabajó ese día. Se llamaba Inocencia y era de piel oscura, cocinaba, limpiaba la casa y lavaba la ropa. Siempre estaba en la casa; parecía no tener familia propia. Vivía en un pequeño cuarto al fondo de la casa, con su propio baño que a veces él usaba cuando jugaba en el traspatio.
En cierta ocasión, mucho antes de aquella mañana en que el mundo cambió, abrió la puerta de aquel baño y se la encontró desnuda en la ducha. Todavía recuerda el grito que lanzó y el susto que se llevó. Quedó asombrado y aturdido a sus 4 años, sus ojos clavados en sus gigantescos senos africanos. Días más tarde, de visita en compañía de su madre en la Plaza de Marianao, señaló un estante lleno de berenjenas y gritó: ¡Tetas de negra!
Su madre le tapó la boca y lo sacó de ahí a toda prisa entre las risas y las bromas obscenas de los vendedores.
Inocencia se fue a los pocos meses después de ese primero de enero. En su lugar entró Caridad, una mujer flaca, ladrona, llena de odio, a quien sus padres terminaron despidiendo por lo mucho que robaba. Adoraba a Fidel y se pasaba el día escuchando en la cocina, aquellos discursos.
Su padre, el otrora Luis XVI, sólo permitía que se escuchara música clásica en la parte principal de la casa. Recordaba haber conocido alguno de aquellos compositores cuya música le gustaba escuchar, y añoraba aquellos conciertos en Versalles. En su casa, la música cubana estaba restringida a la cocina y al cuarto de la criada.
A Caridad le encantaba molestarlo cuando sus padres no estaban en casa. “Pronto lo van a perder todo”, le decía. “Pronto los veré barriendo el piso de mi casa”. “Pronto te veré en tu elegante club de la playa sacando los latones de basura, mientras yo nado en la piscina”. Y con una sonrisita de bruja, lo amenazaba de que le haría daño si le decía algo a sus padres.
“Sé mucho de brujería, Changó me oye. Le pongo mucho aguardiente y tabaco bueno. Te voy a echar una brujería a ti y a toda tu familia. Changó y yo les vamos a zumbar un montón de maldiciones”.
Carlos era un niño mimado, un niño malcriado que nadaba en piscinas azules, disparaba petardos chinos con entusiasmo con su hermano mayor Tony, corría a toda velocidad en la niebla de DDT detrás del Jeep con pesticidas; estudiaba con los severos Hermanos de La Salle, junto a los hijos del presidente Batista; robaba soldaditos de juguete en la juguetería y en tiempo tormentoso, su padre, juez municipal, metía a Carlos y Tony en su Buick Special de 1956 para hacer “Surf de Autos” al conducir entre las olas que rompían contra el Muro del Malecón.
Un día en 1962, Carlos y Tony ridiculizaron a los jóvenes pioneros con boinas y pañuelos rojos, que desfilaban frente a su casa todos los días a la misma hora, coreando: “Uno, dos, tres, cuatro, Cuba sí, Yanquis no”. Los hermanos escondidos tras unos arbustos respondían: “Uno, dos, tres, cuatro, comiendo mierda y gastando zapato”.
Cuando su madre los escuchó, se asustó y por eso buscaron la forma de sacarlos del país.
Lograron conseguir dos visas de aquellas que enviaban desde Miami o hasta las podías conseguir en La Habana con Polita Grau.
El viernes 6 de abril de 1962 pudieron los dos hermanos subir a un avión de hélice de KLM con destino a Miami.
Sus padres les dijeron que pronto regresarían a casa porque Castro no aguantaría mucho tiempo.
Carlos tenía 11 años cuando abandonó Cuba en compañía de su hermano Tony (15 años) en la Operación Pedro Pan (14,048 niños solos salieron de Cuba por vía aérea entre diciembre de 1960 y octubre de 1962).
Carlos fue enviado a una casa de Florida City atendida por un matrimonio cubano y su hermano Tony al campamento en Kendall donde recogían botellas de refrescos en terrenos vacíos de Miami para canjearlas por caramelos.
Luego fueron reubicados en Bloomington, Illinois tras ser reclamados por un tío que vivía en ese estado.
En noviembre de 1965, llegó su madre, ella, Carlos y Tony vivieron en un apartamento en un sótano al norte de Chicago. Eiré nunca pudo encontrar la manera, durante las llamadas telefónicas monitoreadas de tres minutos que se les permitían, de preguntarle a su padre por qué permanecía en Cuba. “Nunca lo sabré”, dice. (La desconexión de su padre ha hecho que Eiré esté decidido a permanecer cerca de sus propios hijos. Se salta el congreso más importante para académicos todos los años porque cae cerca del cumpleaños de John-Carlos).
La llegada de su madre no trajo consigo un respiro de la pobreza, ella encontró trabajos esporádicos como modista, y por insistencia de una trabajadora social, Tony dejó la escuela secundaria para trabajar. Carlos lavaba platos por la noche y de día asistía al Nicholas Senn High School en 5900 N. Glenwood Ave, Chicago, una escuela pública tan dura que ir al baño de chicos significaba riesgo de sufrir algún daño físico.
Su padre se quedó en Cuba y murió en 1976, separado de su familia.
Carlos contó que, al llegar a EE. UU., el sistema le obligó a escoger un solo apellido (en vez de los dos hispanos).
Además, antes de una entrevista en un programa de radio, le dijeron no podía utilizar sus dos apellidos Nieto-Eiré.
Con el tiempo (sobre todo tras la muerte de su padre en 1976) decidió usar Eiré el apellido de su madre porque ella fue quien cargó con la mayor parte del esfuerzo para reunir a la familia en Estados Unidos y porque él estaba resentido con la pasividad de su padre. También menciona que no le gustaba que le llamaran “Nieto/Neato” en inglés.
Por cierto, que hay parientes suyos en Dallas, Texas que nunca le han perdonado ese cambio.
Carlos se naturalizó ciudadano estadounidense en 1972 y se licenció en Historia y Teología en 1973 en la Universidad Loyola de Chicago, a cinco cuadras de su casa.
Obtuvo su doctorado en la Universidad de Yale en 1979.
Luego enseñó durante 2 años en la Universidad de St. John en Minnesota y 15 años en la Universidad de Virginia.
Durante ese tiempo también pasó un año en Madrid gracias a una Beca Fulbright y 2 años en el Instituto de Estudios Superiores de la Universidad de Princeton.
El viernes 6 de enero de 1984 se casó con Jane Vanderlyn Ulrich (nacida en 1954) y tuvieron 3 hijos: John-Carlos (1988), Evelyn Grace (1990) y Bruno Rowan (1994).
En 1996 regresó a la Universidad de Yale, donde actualmente ocupa la Cátedra T. Lawrason Riggs de Historia y Religión.
Aunque evitaba el tema como académico, no podía escapar de las nubes con forma de Cuba que lo perseguían. Las “nubes de Cuba” aparecían sin previo aviso. Veía una persiguiéndolo mientras conducía a casa desde New Haven por la Interestatal 95. Las veía cuando viajaba, en Reikiavik, en Roma, en Kalamazoo. Parecían presagios, pero ¿de qué? Imaginó que una de las nubes lo atravesaba con un rayo y lo mataba. Pero esa no era su mente académica, así que mantuvo a Cuba a raya. Luego, en el 2000, tres acontecimientos coincidentes obligaron a Eiré a renunciar a una distancia crítica.
Su hijo mayor, John Carlos, había cumplido 11 años, la misma edad de Eiré cuando se convirtió en un niño Pedro Pan.
En el invierno de 1999-2000, la nación debatió acaloradamente si el naufrago-refugiado Elián González, de 6 años, debía ser devuelto a Cuba; en junio, el niño fue devuelto al lugar que Carlos llama, en su discurso reflexivo y deliberado, “el peor círculo del infierno”. Y en noviembre de 2000, Eiré cumpliría 50 años, una perspectiva que le provocó introspección.
Ese verano, cada noche, se sentaba en su escritorio de su casa en Guilford, Connecticut y regresaba al mundo que no había visto en cuatro décadas.
Durante cuatro meses, escribió lo que se convertiría en Esperando la Nieve en La Habana: Confesiones de un Niño Cubano.
Ese otoño, Eiré vendió su novela a Free Press, un sello de Simon & Schuster. “La escribí como novela y quería publicarla como tal”, dice. “Es curioso para un historiador, pero en parte fue que pensé que tendría mayor impacto como ficción que como memorias. Pensaba que la ficción es un arte y, de alguna manera, tiene un mayor poder transformador. Pero, en definitiva, no quería exponer mi vida al mundo”.
Entonces su editor lo llamó. “Me preguntaron: ¿Cuánto de esto es cierto? Dije: Bueno, un 98 %; me inventé un poco de diálogo. Dijeron: No podemos publicar esto como novela. No sería honesto. Estaban convencidos de que tendría mucho más impacto si la gente supiera que esto realmente había sucedido. Muchos críticos han elogiado el libro por su realismo mágico, lo que me hace reír a carcajadas. ¡No es realismo mágico: es la vida real!”
Todas las noches, antes de acostarse, Eiré leía el trabajo de la noche anterior a su familia: su esposa, Jane Ulrich, estudiante de posgrado en religión y literatura cuando se conocieron durante su segundo trabajo como profesor en la Universidad de Virginia.
El 19 de noviembre de 2003, sus memorias ganaron el Premio Nacional del Libro en la categoría de No Ficción. Eiré lo llamó “mi primer libro sin notas a pie de página”.
Su madre nunca pudo leer su libro, ahora, con 83 años y residente en Chicago, no hablaba inglés. Aunque el libro había vendido 16,000 ejemplares a mediados de noviembre y se había traducido al holandés, alemán y finlandés, “no tengo ni la más remota esperanza de que se publique pronto una edición en español. Es políticamente incorrecto”.
De repente estoy hablando de Cuba todo el tiempo. Es una de las cosas más raras de este libro que he escrito, porque la gente ahora piensa que soy un experto en Cuba. Me hacen la misma pregunta dondequiera que voy “¿qué va a pasar?” Y tengo que decir, “No sé”. Nadie lo sabe. Pero lo más gracioso que ha sucedido con respecto a la dimensión política de todo esto fue que estaba en Miami dando una charla en la Universidad Internacional de Florida (FIU) y era la multitud más grande que había tenido, 500 ó 600 personas, la mayoría cubanos. Un hombre (cubano) se puso de pie y le preguntó: “¿Qué piensa nuestro liderazgo político exiliado sobre su libro? ¿Qué piensa fulano?” Y enumeró a unas seis personas y Eiré contestó “Lo siento, pero no sé quiénes son esas personas que Ud. menciona”. Y todos comenzaron a aplaudir y a reír, esta sala llena de gente; estos cubanos estaban tan felices de escuchar a alguien decir: “No conozco a esta gente”. Y creo que eso es lo que los cubanos encuentran tan refrescante en el libro: rompe con toda esta retórica.
La comunidad literaria ha ignorado este libro, el New York Times se negó a reseñarlo. Casi todas las reseñas de libros decían cosas como: “Eiré todavía parece desconocer las realidades sociales que llevaron a la revolución”. O peor aún, que no solo soy ignorante, sino egocéntrico y egoísta por negarme a aceptar la revolución como algo bueno. O que soy un escritor talentoso, ¡qué lástima haber escrito esta historia! Porque esta no es la historia correcta; habría sido mucho mejor si yo fuera el hijo de un cortador de caña de azúcar.
Ud. puede verlo y oírlo en YouTube-Wenceslao Cruz, durante la conferencia “Operación Pedro Pan: Una perspectiva de 50 años”, celebrada el 18 de noviembre de 2011 en el Miami Beach Resort and Spa.
En 2014 vino a Miami para recibir en el salón de conferencias de Casa Juancho (calle 8 y 24 Ave.) el premio de Educador del Año otorgado por NACAE (National Association of Cuban-American Educators.
Experiencia Profesional:
•Profesor TL Riggs de Historia y Estudios Religiosos, Universidad de Yale, 2000 – presente.
•Presidente del Programa de Estudios del Renacimiento, Univ. de Yale, 2006-2009; 2013-2021.
•Presidente del Departamento de Estudios Religiosos, Universidad de Yale, 1999-2002.
•Profesor, Universidad de Yale, Departamentos de Historia y Estudios Religiosos, 1996-2000.
•Profesor, Universidad de Virginia, Departamentos de Historia y Estudios Religiosos, 1994-96.
•Profesor asociado, Universidad de Virginia, Historia, 1989-94; Estudios religiosos, 1987-1994.
•Profesor adjunto, Universidad de Virginia, Departamento de Estudios Religiosos, 1981-1987.
•Profesor asistente, Universidad de St. John, Collegeville, Minnesota, 1979-1981.
•Profesor, Albertus Magnus College, New Haven, Connecticut, 1978.
Honores y Premios (Académico y Literario):
•Miembro de la junta directiva de la Academia Estadounidense de Ciencias y Letras, 2023-
•Premio Jaroslav Pelikan al mejor libro sobre religión, Yale University Press, 2018.
•Premio Grodin Family Fine Writers, Biblioteca Pública de Wilton, Connecticut, 2017.
•Premio RR Hawkins al mejor libro, Reformas, y Premio a la Excelencia en Humanidades.
•Premios de Historia Europea y Mundial, Editores Americanos para Profesionales y Académicos Excelencia (PROSA), 2017.
•Doctor en Letras Humanitarias, honoris causa, Universidad de Massachusetts, Dartmouth, 2015.
•Doctor en Letras Humanitarias, honoris causa, Univ. de Midland, Fremont, Nebraska, 2013.
•Beca, Proyecto de la Fundación Lilly en Teología Vivida, 2005-2009.
•Quién es Quién en el mundo; Quién es Quién en Estados Unidos; Quién es Quién en la educación estadounidense.
•Premio Nacional del Libro de no ficción, 2003.
•Becario del Centro de Humanidades Whitney, Universidad de Yale, 2002-2005.
•Director del Seminario, Instituto Folger, Biblioteca Folger Shakespeare, otoño de 2000.
•Visitante, Escuela de Estudios Históricos, Instituto de Estudios Avanzados, Princeton, Nueva Jersey, 1992-93.
•Miembro de la Escuela de Estudios Históricos, Instituto de Estudios Avanzados, Princeton, Nueva Jersey, 1986-87.
•Beca de Asociados del Sesquicentenario, Universidad de Virginia, 1986-87.
•Beca del Programa Fulbright para Investigación en España, 1984.
•Becas de profesores para investigación de verano, Universidad de Virginia, 1983-91.
•Beca de la Fundación Educativa Exxon, Biblioteca Newberry, Chicago, 1982.
•Premio Memorial Carl Meyer, Conferencia de Estudios del Siglo XVI, St. Louis, 1980.
•Beca del Fondo Nacional para las Humanidades, Biblioteca Newberry, Chicago, 1980.
Enseñanza:
•Premio a la enseñanza Harwood Byrnes / Richard Seawall, Universidad de Yale, 2024.
•Premio a la facultad distinguida, Sociedad IMP, Universidad de Virginia, 1996 – Premio a la facultad Henry St. George Tucker, Universidad de Virginia, 1992.
•Premio a la docencia de la Junta Directiva de Antiguos Alumnos de la Univ. de Virginia, 1990.
Servicio Público:
•Premio Nuevo Americano, Arquidiócesis de Miami, 2014.
Publicaciones:
•Volaron: una historia de lo imposible (Yale University Press, 2023) Versión de audio 2024.
•La vida de Santa Teresa de Ávila: Una biografía (Princeton University Press, 2019).
•Reformas: El mundo moderno temprano, 1450-1700 (Yale University Press, 2016). Versión en audio 2018; y traducción al chino próximamente en 2024.
•Una muy breve historia de la eternidad (Princeton University Press, 2009). Traducción al portugués, 2013.
•Aprendiendo a morir en Miami: Confesiones de un niño refugiado (Free Press, 2010). También publicado en español como Miami y Mis Mil Muertes.
•Esperando la nieve en La Habana: Confesiones de un niño cubano (The Free Press, 2003).
•Judíos, cristianos, musulmanes: una introducción comparativa a las religiones monoteístas, con J. Corrigan, M. Jaffee y F. Denny (Prentice-Hall, 1.ª ed. 1997; 2.ª ed.).
•De Madrid al Purgatorio: El arte y el oficio de morir en la España del siglo XVI.
•Estudios de Cambridge sobre la historia moderna temprana (Cambridge University Press, 1995).
•Guerra contra los ídolos: La reforma del culto desde Erasmo hasta Calvino (Cambridge University Press, 1986). Traducción al portugués próximamente.
Artículos y Ensayos Académicos sobre Cuba:
•Gritos de guerra en Cuba, First Things, 15 de julio de 2021.
•Cuba al límite: Rechazando al Gran Hermano y la Gran Mentira, National Review, 14 de julio de 2021.
•La abdicación de Raúl Castro no traerá cambios a Cuba en el corto plazo”, Washington Post, 20 de abril de 2021.
•Bernie Sanders, maestro de la ceguera voluntaria, Washington Post, 27 de febrero de 2020. “El sello postal irlandés del Che y la nueva, mejorada y poscolonial carga de la gente blanca”, The Burkean Journal, (burkeanjournal.com). Trinity College, Irlanda, 15 de octubre de 2017.
•Pie mojado, pie seco, pie equivocado, Washington Post, 14 de enero de 2017.
•Adiós al brutal Gran Hermano de Cuba”, Washington Post, 26 de noviembre de 2016 “Réquiem por un déspota”, First Things, 2 de diciembre de 2016 “Cuando el Papa Francisco llegó a Cuba”, First Things, 24 de septiembre de 2015 “Como exiliado cubano, me siento traicionado por el presidente Obama”, Washington Post, 22 de diciembre de 2014.
•Defendiendo la historia de Marco Rubio sobre el exilio de su familia, The New Republic, 7 de mayo de 2012.
•Lo que el Papa Benedicto XVI se equivocó en Cuba, The New Republic, 11 de abril de 2012.
•No erijan un monumento al Che: una carta al pueblo de Irlanda”, National Review Online, 26 de marzo de 2012.
•Che, el ídolo, Galway Advertiser, Irlanda, 22 de marzo de 2012 “Para proclamar la libertad a los cautivos: Una carta al Santo Padre en su visita a Cuba”, National Review, 5 de marzo de 2012.
•El teatro del absurdo en Cuba, The Guardian, Reino Unido, 20 de abril de 2011.
•Los exiliados más jóvenes, La experiencia del exilio: viaje a la libertad. (Miami Herald, 2010).
•El logro infernal de Castro, RealClearWorld.com, 3 de enero de 2009 “Donde se disuelven las falsedades: Confesiones de un historiador descarriado”, ¿Quién tiene la historia?
0 comentarios