Por Juan Manuel Salvat
Duele leer el artículo «La Última Columna», escrita por Carlos Alberto Montaner (La Habana, 3 de abril de 1943). Pensábamos que su dolencia, con buenos médicos y tratamientos, le harían posible algunos años más de vida productiva, como siempre ha sido su existencia. En ese escrito él detallaba su intensa y reconocida vida como periodista. Pero dejó de resaltar otras actividades en las que se distinguió. Me refiero a sus muchos años como editor de libros y su continuo esfuerzo por lograr un destino mejor para esa Cuba que lo vio nacer y a la que amaba profundamente.
Conocí a Carlos Alberto Montaner hace muchísimos años, en 1959. La primera vez en el Instituto del Vedado donde él era parte de la directiva. Nosotros, necesitados de ayuda para defender la existencia del Colegio Baldor, donde enseñaba yo religión y Doctrina Social Cristiana, fuimos a buscar respaldo de la Asociación de Estudiantes. Pasarían muchos años después para volver a verlo, allá en Madrid.
Al irse a residir a España, terminados sus estudios universitarios en Puerto Rico, fundó allí la Editorial Playor. Duro y difícil fue el comienzo pues el sueño carecía de los fondos y otros elementos necesarios, para la creación y promoción. Pero fue creciendo el proyecto hasta que los buenos libros de enseñanza que publicaba encontraron manos y mentes jóvenes en Puerto Rico y muchas otras ciudades de América, del Norte, Centro y Sur. Daba gusto entrar en sus oficinas de Madrid con un nutrido grupo de escritores como Pío Serrano, Armando Álvarez Bravo y por supuesto Linda, la esposa de toda la vida de Carlos Alberto Montaner, la que más lo quiso, cuidó, ayudó y aconsejó, con su inteligencia y prudencia. De la nada, como han hecho millares de cubanos exiliados, creó e hizo crecer esa magnífica editorial de libros de texto. Pero el aguijón cubano no descansa y pronto comenzó la Biblioteca Cubana Contemporánea. Esa colección de libros lograron enseñar realidades del pasado, presente y futuro del Archipiélago Cubano, con serios autores de mucho talento y reconocimiento.
En 1965 yo había iniciado en Miami otro sueño, la Librería Universal y poco después Ediciones Universal. Me ayudó siempre cuando necesitaba ayuda para conseguir imprentas y contactos en España. Por él conocí a Francisco Gordo Guarinos, editor con imprenta en Barcelona. Muchos libros de Ediciones Universal se publicaron allí hasta que la salud no le permitió a Gordo, seguir trabajando.
Nos veíamos casi todos los años en ese Madrid que tanto quería. Conversamos en la misma casa de Miguel de Cervantes, donde vivió él con su familia. Su humor, siempre presente, explicaba que habían puesto una tarja en la casa que decía “Aquí vivió Miguel de Cervantes Saavedra”. Y que él pensaba que debía haberse escrito “Aquí vivió también, Miguel de Cervantes Saavedra”. Juntos exhibimos los libros que publicábamos en la Feria LIBER de Madrid y Barcelona y también en Guadalajara.
Inventar un chiste era natural para él. Están en sus artículos y el recuerdo de sus amigos. Recuerda el escritor y periodista, Juan Manuel Cao, que caminando por Madrid se acercaron a la sede de la Real Academia de la Lengua (RAE). Le dijo: “Vamos a cruzar la calle”. ¿Por qué? — pregunté. “No sea que te arresten” —respondió. Otro día le obsequió un libro suyo y le explicó: “No tienes que leerlo, pero sí elogiarlo”. Ese era Carlos Alberto Montaner y hasta problemas le trajo algún chiste fuerte.
Siempre estuvo involucrado en ese enredadísimo conflicto que es Cuba después de 1959. Si antes habíamos sufrido dictaduras, corrupción, injusticia social y otros tormentos, hubo una posibilidad de avanzar, a pesar de la política y gracias al trabajo inteligente y creador de los cubanos. En poco más de 50 años Cuba se situaba entre los mejores y más desarrollados países de nuestra América. Hazaña a pesar de la tembladera que casi siempre fue la política cubana. Hoy en día es un terremoto acompañado por erupción volcánica. El sacrificio de una historia y de todo un pueblo, por el afán de poder destructivo del régimen castrista. Carlos sufrió prisión en La Cabaña pero logró escapar gracias a una segueta y un buen pero difícil plan de fuga. Estuvo entrenando en el Ejército de Estados Unidos, dispuesto a luchar y morir por su país.
Fundó la Unión Liberal Cubana como partido integrado internacionalmente, llegando a ser vicepresidente de la organización mundial. Lo más difícil, pero siguiendo lo que consideraba una posibilidad de cambio para Cuba y a pesar de las muchas críticas que recibió, fue esa unión de fuerzas con el propósito de lograr una salida pacífica a la que fuera Isla de Corcho y con un presente que recuerda el camino que una vez describiera Reinaldo Arenas: los cubanos en una isla desprendida y a la deriva no se ponen de acuerdo, discuten, gritan y hacen que se hunda en el mar, para siempre, toda Cuba y los cubanos. Este destino sigue siendo una terrible posibilidad si no se logra un cambio hacia la libertad, la justicia y la fraternidad.
La Plataforma Democrática Cubana reunió a muchas organizaciones cubanas y buscó un diálogo para una salida pacífica a la crisis cubana. Ellos sabían que era un imposible que el régimen aceptara esa solución. Pero al plantearla demostraron a todos que el problema cubano tenía como única causa, el soberbio apego del castrismo al poder total. Como Carlos Alberto Montaner explica en sus memorias fue “una oportunidad de extraer el conflicto cubano de la ecuación Cuba vs Estados Unidos, donde se encontraba empantanado desde 1959, y situarlo en una dimensión más aceptable: “Cuba vs los demócratas del mundo”. A pesar de las dificultades este movimiento logró mucho apoyo internacional para la causa de la libertad cubana. No fue un sacrificio inútil.
Carlos era agnóstico pero sin saberlo ha sido siempre un buen cristiano. En su vida reflejó el amor a sus semejantes, a su familia, a los muchos amigos, a los cubanos todos, al difícil mundo en que ha vivido. Su talento en artículos, libros y especialmente en sus Memorias, Sin ir más lejos, deja a todos un legado esencial.
Este artículo lo comencé a escribir antes de saber que había fallecido en Madrid el pasado 30 de junio de este año 2023. Entonces leí su póstuma carta: Cuando usted lea este artículo yo estaré muerto. Fue una muy triste noticia que nos deja un vacío irreemplazable. Una vez le dije con toda sinceridad que él hubiese sido el mejor Presidente para Cuba. Y la Patria se perdió esa posibilidad. Sin dudas fue el mejor de nuestra generación. Te vamos a extrañar querido amigo. No nos volveremos a ver en el Madrid que amabas. Pero te recordaremos siempre y seguiremos luchando por los mejores ideales que nuestra Cuba merece. Nuestro cariño para Linda y sus hijos Gina y Carlos. Los queremos mucho.
Dios lo quiere y ya recibió su abrazo amoroso en el Reino en que descansa. Allí nos volveremos a ver.
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