¿Por qué le entra al monstruo el culillo el 22 de agosto de 1958 de lanzar a Camilo y el Che en una travesía de la Sierra Maestra a Las Villas?
Dijeron que “Fue una gloriosa invasión llena de peligros diseñada para llevar y avanzar la guerra de Oriente a Occidente”.
La verdad: Llegaron a tierras villareñas -después de comprar el pase por Camagüey- con pocas bajas y muchos arañazos producidos por algunas inclemencias del terreno.
Y no fue para avanzar la guerra sino por el terror de que el foco de la insurrección y su jefatura se les fuera de las manos y se enfocara en el Segundo Frente del Escambray y en el Directorio Revolucionario 13 de Marzo, en Rolando Cúbelas, Faure Chomón o Eloy Gutiérrez Menoyo.
Para allá envió a Camilo y el Che a ponerse -a la cañona- al frente del Escambray, a arrancar grados y a borrar el más mínimo mérito que los alzados allí tuvieran.
Camilo dispersó a los alzados de la “Organización Auténtica”, mientras aupó y le puso los grados de Comandante al asesino comunista Félix Torres.
No fue nada fácil, porque entre otros altercados el Che tuvo que verse cara a cara con el comandante Jesús Carreras quien “le tiró los pantalones” delante de la tropa al asustadizo argentino.
Como es natural el 11 de marzo de 1961 se vengaron y fusilaron a Jesús Carreras, pulverizaron al Directorio, mientras los comandantes del Segundo Frente se montaron en una lancha y tuvieron que poner pies en polvorosa.
Y ahora viene lo inverosímil de una tiranía y de su vil promotor: Cuando las dos agrupaciones revolucionarias fueron eliminadas del mapa cubano, ya ustedes saben a quiénes la hiena de Birán consideró que le hacían sombra: “Al Señor de la Vanguardia y al Combatiente Heroico”.
A los dos les dieron “tafia” utilizando la palabra favorita de Camilo para describir cuando mataban a un guajiro en la Sierra acusado de robarse una lata de leche condensada.
Al final de la jornada: Unas estatuas diseminadas por el territorio nacional, unas flores anuales tiradas al mar y una historia mal contada y tergiversada.
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