DE LA REDACCIÓN DE LIBRE Y FUENTES ANEXAS
El 17 de abril se cumple un aniversario, más de la conmemoración de una acción militar contra una dictadura, se evoca la concreción de un compromiso de cientos de cubanos que abandonaron su país para enrolarse en una misión en la que arriesgaban la vida, con la sola ambición de derrocar un régimen contrario a las convicciones democráticas que les alentaban.
Viajaron para prepararse militarmente, al igual que hicieron otros antes y después, que sólo abandonaron las costas cubanas para regresar a ellas combatiendo la dictadura.
Deseamos destacar la valentía y el sentido del deber de los hombres que dejaron estudios, familia y trabajo, para cumplir con el objetivo de liberar a Cuba del comunismo.
Arribaron a Estados Unidos por diferentes vías y momentos. Estaban dispuestos a cumplir la asignación que fuera más útil para la causa que enarbolaban y todos, más allá de antiguas militancias políticas, aceptaron el reto de unirse en la acción para ser más efectivos en el combate.
La vanguardia partió de Miami para la isla de Useppa y fue entrenada en diferentes disciplinas.
Entre ellos estaba Carlos Rodríguez Santana, “Carlay”, que después de luchar fieramente en la clandestinidad contra la dictadura, dejó Cuba para incorporarse a la expedición y combatir en la isla, sueño truncado por su temprana muerte durante los entrenamientos en las montañas de Guatemala, lo que motivó a la Brigada a adoptar su número de serie como identificación.
Se prepararon en diferentes países y también en Estados Unidos. Civiles, en su mayoría, aceptaron la vida militar. Vivieron el nuevo ordenamiento en los campamentos. Se hicieron paracaidistas, hombres ranas, tanquistas, infantes de marina, se especializaron en acciones comandos que precedieron la expedición y entraron a su país clandestinamente.
Varios fueron fusilados, entre ellos Manuel Blanco Navarro, y otros cumplieron largos años de prisión, como Emilio Martínez Venegas y Jorge Gutiérrez Izaguirre.
Tripularon aviones para combatir en el cielo cubano. Derribados sobre el mar como los pilotos José Crespo y Lorenzo Pérez Lorenzo, o abatidos por fuego enemigo como el estadounidense Thomas W. Ray o el cubano Osvaldo Piedra.
Sin los recursos para hacer la guerra fueron apresados. Algunos cayeron ante el paredón de fusilamiento. Otros fallecieron en el golfo. Nueve murieron por asfixia en una rastra que Osmany Cienfuegos ordenó atestar con los detenidos.
Vivida la dura experiencia, el compromiso de seguir luchando se ratificó y se extendió a combatir el castrocomunismo en cualquier lugar del mundo.
Idea que ha nutrido a muchos de ellos por años. Colaborar o trabajar con dependencias gubernamentales estadounidenses no los convirtió en servidores.
Lo que hicieron fue consecuencia de una toma de conciencia de que los intereses del castrismo deben ser enfrentados donde lo determinen las circunstancias y en la confianza de que la colaboración prestada fuera reciprocada por Washington, facilitándole condiciones y recursos para enfrentar el totalitarismo en su patria.
Su asociación con Estados Unidos, país que los armó, entrenó y facilitó recursos para el combate, fue una alianza de mutua conveniencia que nunca afectó su cubanía, tan cierta como la de las palmas, muy al contrario de la que hicieron Fidel y Raúl Castro que convirtieron a Cuba en el portaaviones de la Unión Soviética en el hemisferio.
El 29 de diciembre de 1962, el Presidente de los EE.UU. John F. Kennedy fue el anfitrión de la ceremonia de retorno para los veteranos de la Brigada 2506 en el Orange Bowl en Miami. Algunos de sus miembros fundaron la Asociación de Veteranos de la Brigada 2506 que dirige el Museo y Biblioteca Bahía de Cochinos en Miami.
Roberto Pichardo, Juan Tamayo y Juan Carlos Perón, fueron algunos de los muchos brigadistas que integraron las unidades de la marina, infantería y fuerza aérea que lucharon en el Congo contra la cuadrilla castrista que dirigía Ernesto Guevara. En el país africano murió el piloto Fausto Gómez.
Efectivos de la Brigada también se sumaron a la lucha contra los mercenarios que el castrismo envió a Angola. Pilotos y veteranos de infantería entrenaron efectivos de unidades del Frente de Liberación Nacional de Angola, gesta descrita en el libro Cubanos combatiendo el comunismo en África.
Aquellos hombres, cumplieron con el deber, porque siempre tuvieron conciencia de que si importante es la victoria, es mucho más trascendente honrar los compromisos.
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