UN NUEVO REMEDIO CONTRA LAS QUEMADURAS: EL FRIO
La forma en que fue descubierto, no hace mucho, el más nuevo, sencillo y, al parecer, eficaz método para curar las quemaduras demuestra cómo la ciencia sabe sacar partido de los hechos más fortuitos. Un médico francés, el doctor Edouard, se había quemado una mano con agua hirviente, lo que le producía un intenso dolor. Hundió la mano en un poco de agua helada e inmediatamente desapareció el dolor, pero resurgió en cuanto se calentó el agua.
Como necesitaba seguir trabajando, se le ocurrió envolverse la mano con un vendaje impermeable conteniendo hielo triturado. Unas horas después el dolor había sido eliminado y, el médico pudo quitarse la venda.
Según pasaban los días pudo notar que su quemadura, aunque fuerte, no producía ampollas. Al cabo de una semana, la piel quemada se secó y se desprendió, dejando en su lugar una piel completamente sana. El Dr. Edouard comprendió que el hielo no sólo le había quitado el dolor, sino que, además, había impedido que la quemadura evolucionara.
Las manifestaciones externas de una quemadura son bien conocidas: dolor intenso, enrojecimiento de la piel, aparición de las ampollas, extensión de la zona afectada, gran peligro de infección y, al fin, una cicatriz indeleble. Pero ¿cuál es la causa de esos fenómenos? La dilatación acentuada de los vasos sanguíneos, debida a una verdadera parálisis de sus paredes provocada por el calor.
Se comprende, pues, la importancia que tiene el poder suprimir esa
dilatación en cuanto se produce, y por un método suficientemente sencillo como para que la persona quemada pueda hacer uso de él inmediatamente. Y ésas son las condiciones que reúne el nuevo tratamiento a base del frío.
Numerosos son ya los casos reportados que demuestran la eficacia del hielo y el agua helada para combatir los efectos de las quemaduras. Uno de los más notables es el de una muchacha de 18 años que se quemó la cara a causa de una explosión de gas. Se le aplicaron enseguida compresas de agua helada y a los tres días se había producido una curación total, sin que le quedaran marcas de ninguna clase.
En general se puede decir que en las quemaduras de segundo grado se puede obtener:
-Desaparición inmediata del dolor,
-Ausencia de ampollas y del enrojecimiento de la piel.
-Eliminación de los fenómenos de “choque” (síncopes, etc.) que acompañan frecuentemente a las quemaduras.
-Rápida cicatrización, a menudo sin dejar huellas.
Es necesario observar que este tratamiento sólo debe ponerse en práctica sin supervisión médica en los casos de quemaduras leves y pequeñas, pues el estado de choque nervioso que ocasionan las quemaduras importantes puede agravarse con la aplicación de compresas frías.
Oigamos por último que puede utilizarse agua helada o, preferentemente, hielo picado, pero que es preciso que la aplicación dure como mínimo ocho horas, pudiendo prolongarse hasta veinticuatro o más, de acuerdo con la intensidad de la quemadura. Y que lo más importante en esto es la rapidez con que se actúe.
Los Calambres
Muchas veces una persona se despierta a medianoche con un dolor insoportable en una pantorrilla. Le parece que se la están atenaceando. Trata de levantarse, angustiada, a punto de gritar de dolor. Pero éste no tarda en desaparecer tan súbitamente como llegó. No queda más que una sensación de entumecimiento en la pierna.
Otras veces el dolor se presenta en el brazo o en otro grupo de músculos. Pero siempre es la violencia lo que caracteriza el dolor producido por un calambre.
Ese es el tipo de calambre más frecuente y consiste en una contracción involuntaria del músculo producida por la fatiga. Casi siempre tiene lugar mientras la persona duerme y a veces se producen varios en una misma noche. Es un verdadero grito de alarma que dan los músculos cuando se abusa de ellos.
Hay otros tipos de calambres, debido a enfermedades nerviosas, circulatorias o endocrinas, que precisan la atención de un médico. Pero los que aquí hemos descrito carecen de verdadera importancia y basta un masaje con cualquier ungüento calmante para hacer desaparecer la molestia. También son muy eficaces las compresas calientes. Y, en caso de que se repitan con cierta frecuencia, se puede poner en práctica un tratamiento preventivo: el complejo vitamínico B combate la predisposición a los calambres.
Pero también hay un sencillo «truco» contra los calambres nocturnos en la pantorrilla. Consiste en agarrar el pulgar del pie afectado y tirar fuertemente de él, tal como se ve en el grabado. Esta maniobra surte un efecto inmediato y radical: el dolor desaparece como por encanto.
0 comentarios